¿Cuántas veces escuchamos a Javier Milei prometer que si llegaba al gobierno “por primera vez en la historia de la Argentina” el ajuste no iba a pagarlo “la gente”sino “los políticos”? Su oratoria solía ser enérgica, tajante y sin grises. Pero el cambio en su discurso fue paulatino, se vio de a poco. La mutación de sus ideas respecto del ajuste fue quedando en evidencia a medida que se acercaba al Sillón de Rivadavia.
¿El ajuste no iba a pagarlo "la política"?
Por Ramiro García
Antes la promesa era que el ajuste lo pague “la política”. Luego empezó a agregar que el recorte sería a “la política y el Estado”. Ya no estamos hablando de lo mismo, ¿no? Finalmente, en su discurso de asunción a la Presidencia mencionó que el ajuste fiscal “va a caer casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado”. Imposible no detectar con claridad auditiva ese “casi totalmente”. El nuevo Jefe de Estado lo dijo como al pasar, pero representa un cambio muy importante en sus promesas. Casi una renuncia a aquellas ideas.
Pues ayer esa renuncia quedó en evidencia cuando el ministro de Economía, Luis Caputo, dio a conocer el primer paquete de medidas de “shock” de La Libertad Avanza para reducir el déficit fiscal y estabilizar las cuentas del Estado. Sólo una de las 10 cae directamente sobre “la política”. Fue la tercera: la reducción de ministerios de 18 a nueve y de las secretarías de 106 a 54. Sin hilar fino al interior de la medida, hay que conceder que es un gesto y que puede ayudar en algo a achicar el rojo del Estado.
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El problema es que Caputo informó 10 medidas ¿No hay otros gastos de la política que recortar con urgencia? Millonarios sueldos de los poderes Ejecutivo y Legislativo (y ni hablar el Judicial), lujosos viáticos, jubilaciones y pensiones de privilegio, y muchos más...
De todas formas, no pienso que esos gastos sean los únicos o los más determinantes en el desequilibrio fiscal. Considero que igual o mayor desfinanciamiento público deriva de los privilegios que los sucesivos gobiernos le obsequian a empresarios, terratenientes y exportadores que podrían tributar mucho más. Riqueza hay, aunque se la quedan pocos. Pero, por algún motivo, pocas veces se los señala.
Casi todas las medidas reveladas por Caputo afectarán negativamente –pésima y dramáticamente, diría– a “la gente” que Milei prometía no tocar. Para empezar, la devaluación del 100%: el dólar oficial se dispara de $400 a $800.
El desmadre de precios al que nos sometió el gobierno de Frente de Todos está cada vez peor desde que el peronismo perdió las elecciones. Las últimas semanas asistimos a un verdadero robo al bolsillo de los asalariados. ¿En que se va a convertir esto con 100% de devaluación libertaria?
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Caputo también anticipó que recortará subsidios en electricidad y transporte. O sea que pagaremos tarifas de luz y gas y boletos de colectivos mucho más caros. Obviamente, eso va a repercutir en el sistema de precios en general, cuando la industria y comercio descarguen los costos en el consumidor.
El ministro además confirmó que se termina el financiamiento a la obra pública. Lo anunció con el engañoso e inaceptable argumento de que la obra pública es un “foco de corrupción”. ¿Y qué culpa tienen los cientos de miles de trabajadores de la construcción que se quedarán sin empleo? ¿Y el impacto recesivo que afectará a todos los rubros y personas que dependen o están relacionadas a esta economía?
La décima medida es la única que aliviará en algo a los empobrecidos: la duplicación de la AUH y la suba del 50% en la Tarjeta Alimentar.
El ministro cerró su mensaje con una confesión: “Vamos a estar unos meses peor de inflación”, dijo.
Milei lo había confesado mucho más drásticamente el domingo en su discurso de asunción. Allí reconoció que el ajuste “será duro”, pidió “supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios”, avisó que el ajuste y al shock “impactarán de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes” y que “habrá estanflación”.
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Prometió que “es el último mal trago” y que “habrá luz al final del camino”. El Milei presidente suena distinto al candidato. ¿No era que el ajuste no íba a pagarlo “la gente”? ¿No era que lo pagaba solo “la política?