El fútbol es la pasión popular de los argentinos. La pelota es, habitualmente, el primer juguete que recibe un niño. Al poco tiempo de aprender a caminar muchos gurises dan otro paso hacia adelante al impactar un balón. A los años sus padres lo acercan al club del barrio o a la institución que está arraigado a sus raíces. En ese lugar edifican amistades. Con el correr del tiempo proyectan su sueño.
Después del fútbol hay nuevos ámbitos laborales
Por Matías Larraule
Transformarse en un futbolista profesional es el anhelo de muchos. Buscan ese desafío durante años. Se esfuerzan. Se ilusionan con las luces del éxito. Son pocos los que cumplen rápidamente ese objetivo. Otros pelean hasta las últimas circunstancias hasta alcanzar la meta.
Quienes cristalizan ese anhelo dejan de observar al deporte como una responsabilidad secundaria. La atención primordial es el fútbol y todas las exigencias que requiere para formar parte de la alta competencia. Eso lo acerca al profesionalismo. En este escenario los cuidados son mayores. Crece la responsabilidad. Los protagonistas viven de y para el fútbol. Pero esta vida es efímera. A veces el sistema, otras el paso del tiempo, marca la despedida de los campos de juego. Y cuando esto sucede, las luces dejan de iluminar.
A partir de ahí los atletas deben reinvertarse para ingresar en el mercado laboral. Muchos deciden continuar en la industria del fútbol. Se preparan y capacitan para continuar ligado al ámbito deportivo. Algunos cursan la carrera de entrenador. Otros optan por el profesorado de Educación Física, título que les permitirá tener posibilidades de formar parte de un cuerpo técnico.
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Pero también hay protagonistas que, al poco tiempo de colgar los botines, proyectan nuevos desafíos. Apuestan a reconstruirse en otros ámbitos laborales. Uno de esos ejemplos es Walter Andrade.
El Negro es un símbolo de la historia contemporánea de Patronato. Su fuerte temperamento y las ganas de superarse constantemente le permitieron saltar desde el amateurismo al profesionalismo con un club de la ciudad donde nació.
A mediados de 2020 y en un contexto de pandemia comunicó su retiro profesional. De esa manera cerró su ciclo en las canchas. Se despidió de la vida que inició cuando apenas tenía 4 años, cuando su padre lo acercó al Club Sportivo Urquiza. Andrade se alejó del deporte para darle vida a otros proyectos comerciales. Porque él se define como un emprendedor.
Julio Salguero es otro de los protagonistas de esta historia. A mediados de 2010 dejó Corralito, una pequeña localidad ubicada a 70 kilómetros de la capital de La Docta, para sumarse al plantel de Belgrano. Con el Mondonguero el jugador que se formó en Instituto de Córdoba compitió durante siete años en el Torneo Federal B. Tras su retiro se transformó en un productor de contenidos audiovisuales con su pequeña productora.
Germán Krans también contó su experiencia de vida. El Gordo, como lo llaman sus amigos es recordado por haber formado parte del proceso inicial de Patronato camino al profesionalismo. A través de la redonda el Gordo ganó sus primeros mangos. Pero su salida del club de sus amores aceleró su retiro. Cambió el chip para ingresar en otro ámbito laboral. Cambió la pasión popular por los fríos números al ingresar en un banco.
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Negro el 2
El 30 de junio de 2020 concluía el vínculo contractual que unía a Walter Andrade con Patronato. El Negro observó que gozaba de poco espacio y que no era primera alternativa en la consideración de Gustavo Álvarez, por ese entonces entrenador del elenco de barrio Villa Sarmiento. Ese mismo día uno de los grandes ídolos del Pueblo Rojinegro anunció su despedida de los campos de juego.
Andrade proyectó su vida laboral después del fútbol con anticipación. Buscó una herramienta a través de una formación académica. Cursó la carrera de martillero público y corredor inmobiliario. Al poco tiempo de decir adiós a la vida deportiva se insertó en el nuevo escenario.
“A la semana de anunciar mi retiro comencé a trabajar en una inmobiliaria. Comencé a empaparme sobre la carrera que estaba finalizando. Al principio tuve un poco de miedo con el trabajo de oficina, pero me encantó esa experiencia. Me sentí muy cómodo”, describió el exfutbolista, a UNO.
Los primeros pasos en el ámbito de los bienes raíces le permitió adquirir experiencia en el rubro, pero no encontró una regularidad que le permitiera reunir ingresos económicos mensuales. Walter optó por dejar en un segundo plano este ejercicio para encarar nuevos proyectos comerciales.
“Me defino como un emprendedor, me ubico dentro de ese rango”, se definió Andrade. “Cuando estaba jugando al fútbol me preguntaba qué hubiese sido de mi vida si no hubiese sido futbolista. En ese momento pensaba que era bueno tener un emprendimiento, sentirlo propio, caminar, ir transformando, ir creciendo. Le pongo el mismo ímpetu que le puse en su momento al fútbol. Le pongo ganas, pasión. Me gusta lo que hago. Me calificaría como un emprendedor con mucha pasión y ganas de seguir creciendo. Y obviamente, capacitándome”, profundizó el concepto.
De esa manera optó por abrir una playa de estacionamiento en la zona céntrica de la capital entrerriana. El Negro se dirige por la tarde al local donde realiza el check in de los rodados y atiende los clientes. “Me siento muy bien cumpliendo este trabajo, independientemente del momento que atravesamos a raíz de la pandemia. Este es un proyecto que encaré como un emprendimiento. Lleva su tiempo y estamos viviendo la particularidad de una pandemia donde está la sensación de realizar un paso hacia adelante, pero al tiempo retrocedés tres. Y es muy difícil tener un emprendimiento con las puertas abiertas en este contexto, pero se lleva. Desde lo personal y emocional me siento muy bien. Dando lo que hago más allá de que la situación no está encaminada como lo he planificado”, narró.
En la cabina de cobros el ídolo de Patronato decoró su lugar de trabajo con imágenes de su recorrido en el deporte, como la formación del Rojinegro que jugó por primera vez en el estadio Monumental, sus primeros pasos en La Bombonera junto a su amigo Sebastián Bértoli, el plantel que conquistó el ascenso al Argentino A y la alineación que se clasificó finalista del Argentino B en cancha de Douglas Haig de Pergamino. Su paso por la vida deportiva está presente en la memoria. Porque a través del fútbol adquirió virtudes que Andrade explota en la nueva vida laboral.
“Con el fútbol desarrollé mucho la fuerza mental, no caer. Y en este escenario de pandemia esto es importante. Son días difíciles para todos, y más para quienes llevamos adelante un emprendimiento comercial. Tengo ese chip que lo desarrollé en el fútbol porque para ser futbolista tenés que estar equilibrado desde lo emocional porque donde caíste y perdiste dos días de entrenamiento el que está atrás tuyo compitiendo te ganó. En este momento aplico eso: ser fuerte desde lo mental, estar tranquilo, masticar paciencia y saber que en algún momento todo volverá a la normalidad”, presagió.
Detrás de escena
Durante el primer trimestre de 2018 el Consejo Federal anunció la eliminación del Torneo Federal B. Esto impactó en la economía de los obreros que competían en este nivel. Algunos continuaron ligados a la pasión popular. Otros cerraron su ciclo deportivo. Julio Salguero es uno de ellos. En ese entonces el cordobés era uno de los símbolos de Belgrano, equipo que representaba a la Liga Paranaense de Fútbol en el certamen nacional. El deporte era el generador de ingresos económicos. La ausencia de una competencia nacional cerró la fuente de trabajo.
Dentro de la cancha Salguero se caracterizó por ser un luchador y un polifuncional. Esas características le permitieron enfocar su energía en un nuevo rubro para encauzar su nueva vida. Así le dio vida a la productora de contenidos audiovisuales. “Mientras jugaba hacía esta actividad en forma paralela, pero como un hobby. En realidad la tomaba como una actividad secundaria, un extra, ya sea con trabajos de diseño gráfico o de diseños de página web. A principios de 2018, cuando dejé de jugar, comencé a hacer transmisiones por streaming. De esa manera, lo que fue un extra se transformó en el ingreso principal”, revivió.
Como todo nuevo proyecto los primeros pasos demandaron mayor esfuerzo. “Fue difícil porque ya no contábamos con el ingreso fijo que tenía por el deporte. Nos dedicamos de lleno a esta actividad. Como todo comienzo costó, pero el empuje y el empeño por querer salir adelante hicieron posible que hoy tengamos una buena clientela y un servicio de calidad. El insistir para salir adelante es lo más valorable”, resaltó.
La génesis de las transmisiones se originó en Corralito, su ciudad natal. “Mis padres tienen el servicio de televisión por cable en Corralito. Jugaba el equipo del pueblo contra otro de Cruz Alta, una localidad que está al límite con Santa Fe. Buscamos la vuelta para que se vea en vivo por el canal. Analizamos la forma de invertir en equipamientos para poder hacer esa primera experiencia. Gracias a Dios salió bien”, recordó, con un toque de nostalgia.
La transmisión inicial los llevó a continuar en el ruedo. “Comencé a perfeccionarme, buscar apoyo y consultar a gente que sabe. Dentro de este proceso conocí a personas que iban transitando el mismo camino, como Juan Bula, a quien le estoy agradecido por los consejos, por haber enseñado y marcado el camino de lo que son las transmisiones por streaming”, resaltó.
La vida deportiva de Julio comenzó a los 5 años. De niño, y sin proponérselo, descubrió la vocación por los contenidos audiovisuales.” Hay videos donde, siendo muy chico, hacía notas en un programa infantil en mi pueblo. Ya me gustaba la televisión, el diseño, pero más que nada la parte donde estoy abocado, que es el detrás de escena. Producir, generar contenidos y tratar de estar en los detalles para que el cliente pueda ver reflejado un producto de calidad y un buen servicio. Esa es la parte que más me gusta y adonde más nos enfocamos”.
Rápido cambio de chip
A los 5 años Germán Krans proyectó transformarse en un futbolista profesional. A través de la pelota ganó sus primeros pesos. También ingresó en la historia de Patronato, el club de sus amores al formar parte del plantel que ascendió al Torneo Argentino A. Sin embargo, le costó jugar con otra camiseta.
“Cuando me tocó irme de Patronato pensé que no jugar en mi club, era dejar. Probé en Atlético Paraná porque iba el Tati (en referencia a Sebastián Furios, expreparador físico del Rojinegro), a quien conozco de toda la vida. Pero no tomé esa posibilidad como el trampolín para regresar a Patronato o continuar en el rubro”, confesó el Gordo.
Germán decidió cerrar su etapa con apenas 23 años. Con esta postura se apagó un sueño. “Siempre proyecté vivir del fútbol. Lo deseaba, pero no realicé el esfuerzo necesario para cumplir ese sueño. Muchos exjugadores dicen: ‘este club es malo, me hicieron esto, aquello’. Pero nadie se pregunta qué hizo para no seguir o para que suceda esto. Hay que ser autocrítico. Me llevó un tiempo darme cuenta de ese tipo de cosas. Lo pude ver después de hablar durante mucho tiempo con los chicos que continuaron jugando”, rememoró.
Krans no se arrepiente por el camino que decidió escoger. Describe al fútbol como un buen recuerdo y como una hermosa etapa de su vida. Un período donde conoció a grandes personas que les brindaron los mejores consejos. “No sé por qué Seba (Bértoli) me adoptó. Él me inculcó que estudie, que trabaje, me compre un terreno. Di con muy buena gente que supo aconsejarme. Y sus palabras me sirvieron un montón”, resaltó.
Después del fútbol, Germán ingresó al mercado laboral. “Primero laburé tres meses con mi cuñado en una pollería, que fue un rubro que me encantó. Él me contactó con otros negocios y yo hacía milanesas y salía a vender. A los tres meses surgió la posibilidad de trabajar en una financiera. Trabajé en horario de comercio y a la siesta seguía con las milanesas y a la tarde cursaba en la facultad. Al año de estar en la financiera tuve la suerte de ingresar al banco, en el cual continúo”.
Desde hace 10 años Germán marca entrada a las 7.30 para iniciar el trabajo de cajero. En determinadas circunstancias se traslada hacia la tesorería de la entidad financiera para cumplir funciones en esa área de la empresa. La jornada laboral finaliza entre las 15.30 y las 17. Tras marcar salida se dirige hacia Colonia Avellaneda, donde tiene un predio deportivo junto a Walter Andrade.
“El domingo es el único día que no laburo”, aseveró el Tanque, que retrocedió nuevamente en el tiempo para, imaginariamente, calzarse los botines y recordar los valores que adquirió en el deporte, y que los vuelca en su nueva vida laboral.
“El futbolista que tuvo a su lado ejemplos de superación madura muy rápido. Si bien en algunas cosas no me llevó a madurar, con el tiempo me di cuenta de que te lleva a madurar muy rápido. Está bueno y no lo está a la vez, pero hoy el compromiso que tengo con todo lo que hago, ya sea laboral o no, es lo que más rescato. Además, la fuerza mental que te da el fútbol es muy difícil que alguien que no haya estado en este deporte lo tenga. El jugador va para adelante y en la vida después vas para adelante. Esa fortaleza es lo que más rescato”.