Matías Aramburu tiene una vasta experiencia en distintos rubros y de vender panchos en Buenos Aires pasó a ser el gerente de boliches en Paraná. Su pasión por la gastronomía de la mano del Gato Dumas y sus estudios de Derecho no se comparan con su amor por la familia y la capital entrerriana.
Matías Aramburu: su pasión por la gastronomía, la familia y Paraná
En el marco del Ciclo de Entrevistas que se desarrolla en Radio La Red (88.7), el empresario Matías Aramburu habló de sus amores y pasiones.
Matías Aramburu: su pasión por la gastronomía, la familia y River
"Creo que en la cabeza somos jóvenes, en la proyección de la vida, en los espacios, en los tiempos. Hoy se elige otra cosa, se eligen otras prioridades: el tiempo, el descanso, el compartir; me parece como que ha habido una modificación en eso de la edad, de los logros, de lo que uno viene a este mundo, a esta vida a hacer", reflexionó Matías Aramburu en diálogo con Radio La Red Paraná (88.7). Cabe destacar que, hace más de dos décadas, demostró sus habilidades en la gestión como gerente de las discotecas Budha y Sr. Anderson, una faceta que resalta su versatilidad y experiencia en diversos ámbitos. Actualmente continúa con el negocio familiar en estaciones de servicio que se ubican en Córdoba y en Buenos Aires.
LEER MÁS: Sergio Lifschitz: el esfuerzo y la recompensa a largo plazo
Su vida en Paraná
Matías Aramburu, de 47 años, es una figura multifacética cuya trayectoria de vida lo ha llevado por diversas geografías y experiencias. Aunque nació en Córdoba, su camino lo condujo a residir en Buenos Aires, Catamarca y Brasil, antes de elegir Paraná como su hogar definitivo. Siente un profundo afecto por la ciudad y su gente, reconociendo que le ha brindado innumerables satisfacciones. Desde septiembre de 2002 reside en la capital entrerriana y considera que la idiosincrasia paranaense es única: "Me costó al principio entenderme con mis compañeros de trabajo. Para mí, después de las 12 se seguía trabajando, y acá a las 12 se cortaba. Después obviamente entendí cómo era la dinámica de la ciudad: la siesta, nadie tocaba bocina, yo iba al banco y en el cajero podía estar diez minutos hablando con alguien. Empecé a disfrutar, a amar, impresionante, me encantó".
El fanático de River, contó en diálogo con Roni Amore que practica activamente deporte y juega mucho con sus hijas. Anda en bicicleta y le gusta jugar a la pelota: "Yo ahora tengo cincuenta años casi y sigo jugando a la pelota a demás, empecé con el hobby de la moto".
La familia, su pilar
Su familia se componía en primera instancia de su padre, su mamá y su hermana mayor que le lleva 9 años de edad. En el plano personal, Matías es padre de tres hijas: Carola (Tiene 19 y es cantante), Sofía (Tiene 14 y es jugadora de hockey) y Pía (1), lo que refleja la constante evolución de su vida familiar. Hoy, su amor Mariana lo acompaña en cada paso que da. Su relación con Carola, la considera como una amistad: "soy muy contemporáneo a mis hijas. Con la mas grande vamos a ir a ver a los Guns N' Roses en el estadio Huracán". En ese sentido, Matías considera que el paso del tiempo ha servido para aprender y corregir ciertos aspectos de la crianza: "Antes los padres no estaban. Se sentaban a comer y ahí tu mamá le contaba cómo te fue. Pero nada mas. Hoy, somos parte realmente de la vida de nuestros hijos". Por eso, cuando habla de sus hijas, Matías se emociona mucho e insiste en que quiere que ellas se queden a su lado para siempre. Más allá de las decisiones que tomen sobre su futuro, que estén presentes en su vida es lo que lo completa.
LEER MÁS: Iván Leffler: "Mi mayor legado no es la empresa, es un buen nombre"
La gastronomía como pasión
Su interés por la gastronomía lo llevó a estudiar en la reconocida escuela de Gato Dumas, una pasión que complementa con sus estudios de Derecho, de los cuales le restan solo siete materias para obtener su título: "Soy cocinero, estudié cocinero profesional en la escuela El Gato Dumas, hace mucho tiempo. Lo conocí, tuve la suerte de conocerlo al Gato, un personaje divino, hermoso". Su amor por la cocina proviene de su madre, cuando lo invitaba a cocinar con ella: "Éramos prácticamente socios, ella cocinaba y yo era su ayudante de cocina", contó entre risas. "Puse un bar en Rosario, en Oroño y Güemes, con un grupo de chicos de Rosario, donde formé parte de la organización de la decisión. Luego lo tuvimos que cerrar por la pandemia", explicó Aramburu y agregó que sueña con tener su propio restaurante en la capital provincial. El cocinero reflexionó sobre la importancia de la cocina como regalo para el otro: "La cocina es amor. Es arte. Y depende a quién está destinado esa obra, lo que uno busca en el resultado. Se usa para conquistar, para pedir perdón, para dar un anuncio, para festejar. Entonces, el proceso de ir a comprar depende qué es lo que vas a cocinar".
LEER MÁS: Una academia de Dj dará jerarquía a la música electrónica
Infancia y amigos
Matías Aramburu nació en 1977 en Córdoba: "Por los destinos laborales de mi viejo, empezamos a movernos por todo el país. Mi viejo era contador de una empresa textil que se funde y en el afán de trabajar, de buscar trabajo, termina viviendo en Bellavista, en Buenos Aires, y después, bueno, en el Sur, también. Luego mi papá fue interventor de Catamarca, uno de los que formó parte de la intervención de Catamarca cuando pasó el problema de los Saadi, así que vivimos en Catamarca también, y bueno, después terminamos en Buenos Aires, antes de mi venida definitiva a Paraná" , contó y agregó que la única parte estable en su niñez fue cuando vivió durante 10 años en Río Gallegos donde formó sus amistades más profundas. Por otro lado contó su experiencia viviendo en la capital del país: "Buenos Aires es muy impersonal. Tus amigos pasan a ser solo el compañero de banco de la escuela, es muy rara la distancia; hace que las amistades no prosperen mucho".