En un momento de la siesta de ayer, en el orador de Santo Domingo Savio no había nadie. Un cartel pedía no dejar sola la sala. La virgen, la imagen de la virgen, tenía un rosado como de agua, una acuarela que le recorría desde el cuello y un poco se le notaba en la cara. La corroboración con el índice derecho dio positivo: estaba húmedo. El olor también, como si alguien hubiera tirado perfume, mucho perfume, uno igual a ese que tienen los rosarios de rosas. Enseguida llegó alguien, atrás otro más y varios que se sumaron a lo largo de la tarde. "Desde el 15 de junio llora", dijo una chica como para aportar un dato exacto. ¿Qué dicen en el barrio? Fue la pregunta obligada. "Están conmovidos", fue la respuesta precisa.
La imagen de una virgen que llora conmueve a toda una comunidad
A la parroquia Santo Domingo Savio de Paraná llegan vecinos a rezar a cada hora. Hay quienes empapan algodones que se llevan a sus casas. "Es como un oxígeno", dijo el cura Minigutti en el barrio Santa Lucía. Todo es cuestión de fe
23 de septiembre 2016 · 06:10hs
Es una cuestión de fe, la que mueve montañas. Walter Minigutti es sacerdote desde hace 15 años. Si fuera una carrera universitaria, se recibió en 2001 y desde 2010 es el párroco de Santo Domingo Savio, en Miguel David al 100, en barrio Santa Lucía. Es de Colonia Crespo, zona rural a pocos kilómetros de Paraná. La gente lo quiere. A este hombre, un muchacho de Paraná V le escribió por Facebook. Le dijo que tenía una virgen que lloraba. Estaba asustado y el cura no dudó, se fue para la casa.
A ese otro barrio popular llegó un jueves. La gente rezaba el rosario. Cuando vio lo que pasaba, su emoción fue particular. La imagen de la virgen tiene un nombre largo: Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús. "Pude sentir que expedía olor a rosa y había como esas lágrimas", dijo a UNO Minigutti, con emoción al recordar aquella tarde; hincha de Boca, el hombre pidió que para la foto, el termo de mate se notara bien.
La vecina de enfrente a la iglesia ayer regaba las plantas y no sabía de la virgen que lloraba, iba a averiguar. Los del vivero de al lado tampoco, pero creían que la prensa andaba cerca de la zona.
"Pasó el tiempo. La virgen le manifestó a ese muchacho que quería venir a la parroquia. Entonces participó de una misa. Cuando la traían lloró de camino y dejó de hacerlo al llegar", dijo Minigutti. Explicó que ese olor a rosas profundo es característico de estos milagros, es una de las maneras de manifestarse. Después hubo otras expresiones similares hasta que, fue la misma virgen la que eligió el lugar a través de aquel muchacho de Paraná V. Decidieron ubicarla en el espacio al lado de la iglesia, un oratorio donde por lo menos ayer y después de la siesta, llegaron vecinos a cada rato. "El sábado hicimos una misa y la virgen lloró antes de la eucaristía y después la entronizamos", agregó el cura. El domingo, y hubo testigos, también hubo manifestaciones. "Quisimos mantenerlo en reserva porque son hechos muy espectaculares y no queremos que se malinterprete. Queremos respeto. Para mí la virgen es sagrada; quiero que vengan por ella, no por las lágrimas", dijo el sacerdote con una sinceridad notoria.
Aseguraron en el orador que esta virgen ya hizo hasta milagros. La imagen tiene todo un color rosado húmedo que le cae por adelante y algunos empaparon algodones para guardarlos con cuidado en recipientes de vidrio. "Creemos para salir adelante", se escuchaba ayer como otra de las frases que se repetían cada tanto. Un grupo de niños de la catequesis también quiso ir a conocer a la virgen y se mandaron nomás, con respeto y silencio.
Minigutti no se quedó con la duda frente al mensaje de Facebook. Creyó, tuvo fe, y eso hizo la diferencia. "Tengo un principio: el que viene a la iglesia o al cura, lo hace por algo. Decidí acercarme", contó el sacerdote, y agregó: "Es como un oxígeno para que sigamos manteniéndonos en este estado de fe. Sabemos con cuánta violencia suceden cosas, la falta de respeto por los demás, los casos de egoísmo que llevan al robo, a la corrupción; cosas que pasan cuando uno se centra en lo material. ¿De qué sirve eso si no tenemos a Dios, al amor, a la familia? Estoy feliz por este regalo de la virgen".
En la comunidad conmovida hay necesidades: "Hay una búsqueda del sentido de la vida y muchas veces nuestros jóvenes no encuentran el rumbo. Hay familias muy golpeadas y un poco la fe apunta a eso, a encontrar las raíces, que papá y mamá no se peleen tanto, que juntos lleguemos a fin de mes", agregó.
La capilla para rezarle a la virgen que llora está abierta todo el día. Esa fe, la que los mueve, les dice que salgan adelante; es como una compañía, un milagro en el medio del barrio Santa Lucía.