En febrero, Manada vuelve a presentarse en Arandú, Espacio de Arte. Habrá funciones los viernes 12, 19 y 26; sábados 13, 20 y 27, a las 21.30, en la sala ubicada en Racedo 289 de Paraná. Manada es una realización teatral que cuenta con las actuaciones de Ángela Martínez, Juan Cruz Rivasseau y Sabina Piccini bajo la dirección de Victoria Roldán y Daniela Osella.
"Manada" , en Arandú, los fines de semana de febrero
“La cotidianidad se fuga en la virtualidad y nos propone otras versiones del cuerpo. Valores discretos, volátiles, mediatizados, inestables, diferidos que pulsan en la realidad no virtual”, adelantan los creadores, quienes titularon al espectáculo haciendo referencia a una frase de Gilles Deleuze: “La potencia de la manada que subleva y hace vacilar el yo”.
De hecho, para construir este espectáculo de creación colectiva, los actores y la directora indagaron en textos de pensadores que se preguntan por la corporalidad: algunos relacionados con la estética de lo performativo, de Erika Fischer- Lichte, la idea de aura de Walter Benjamin, cuestiones sobre el cuerpo de Gilles Deleuze.
“Trabajamos con la idea de cuerpos que pulsan en un espacio compartido con los espectadores y donde en este momento mediático, donde la materialidad real y concreta de los cuerpos siempre está mediada por cuestiones técnicas o electrónicas que reproducen imágenes nuestras, que son versiones de nosotros mismos, fragmentos de esos cuerpos reales. La propuesta escénica es oponernos a esto y que estos cuerpos aparezcan con sus singularidades y materialidades afectándonos mutuamente con los espectadores”, señaló Daniela Osella a Escenario.
Un chat entre personas desconocidas, un levante que carece de mínimos rituales, solicitudes directas de “nudes”, exigencias improcedentes, deseos indisimulados de devorar, invitaciones exprés regladas por una sola máxima: “palo y a la bolsa”.
La conversación proyectada en la pantalla es el disparador de la acción y puesta en situación. Tres seres van actuando en consecuencia y a tono, de a poco pero sin sutilezas, corporalizando la histeria y la esquizofrenia que la inmediatez y volatilidad de lo virtual generan en quienes digitalizan el deseo. Un deseo que ya no es suyo, sino de la manada: el yo vacila.
El cuerpo objeto de burlas e insultos, el cuerpo objeto masturbatorio, el cuerpo violentado. El cuerpo-objeto, escindido de alma y voluntad. El yo sigue vacilando, pero se subleva. Y vuelve a vacilar para sublevarse reiteradamente contra las nuevas esquizo-reglas que lo envuelven, literalmente, en plástico y papel de aluminio. Trozos de carne que se exhiben en un mostrador virtual y son descartados luego.
En la era de la imagen y en plena dictadura de las pantallas, de lo efímero y de la aparición de nuevo cánones de belleza y de lo que es corporalmente aceptable, Manada viene a hablar de los cuerpos en construcción. “Al estar juntos se produce un contagio, pero a su vez, todo el tiempo como sociedad establecemos los parámetros dentro de los cuales tienen que entrar estos cuerpos. Entonces, por un lado nos contagiamos y afectamos mutuamente, y por otro establecemos reglas para que nuestros cuerpos encajen”, destacó.
El proceso creativo de Manada comenzó hace tres años, cuando Osella junto a Pablo Vallejo hicieron un trabajo de creación colectiva junto a sus alumnos de la primer cohorte de la Cátedra Actuación III, en el Profesorado de Teatro: “Los tres actores que hoy están en la propuesta eran nuestros alumnos en ese momento. En ese momento trabajamos sobre la idea del cuerpo y se realizó la presentación. Transcurrido el año lectivo, los chicos querían seguir trabajando en relación a eso, entonces en 2018 me proponen que los dirija y construyamos un espectáculo en torno a la temática. Fue un trabajo muy colectivo”, destacó la directora.