El fervor popular lo llevaron al pedestal de santo, aunque la iglesia no lo reconozca. El Gauchito Gil, hoy conocido como una figura religiosa de la que miles de argentinos son devotos y a la que confiesan sus deseos, fue un símbolo de una época compleja de la historia argentina.
"Gauchito Gil", un western criollo que narra la historia del santo popular
¿Pero qué conocemos de ese gaucho que tras combatir en la guerra no quiere ser un marginal y se convierte en desertor? La antesala de la vida de Antonio Mamerto Gil hasta su muerte es el periplo que recorre el cineasta Fernando del Castillo en Gauchito Gil, la película que se estrenó ayer por la plataforma Cine.ar y que está protagonizada por Roberto Vallejos. Por solo 30 pesos, toda la familia puede disfrutar de este estreno.
En pleno siglo XIX durante los años de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), entre Argentina Paraguay y Brasil, el gaucho vivía casi en situación de esclavitud. En un contexto complejo azotado por la peste amarilla y las disputas armadas entre autonomistas y liberales existieron gauchos “desertores” de los buenos modales y las buenas costumbres: los gauchillos alzados correntinos.
Un pasado con fronteras difusas, pueblos que buscaban ser libres y enfrentamientos inútiles entre pueblos hermanos llevaron a la región a una guerra sangrienta, donde los paraguayos fueron cruelmente masacrados. En ese contexto nacía el Guachito Gil, un hombre valiente dispuesto a correrse de las imposiciones y luchar por su libertad.
Hombre corajudo nacido en Mercedes, Corrientes, alzó su rebeldía contra las injusticias sociales y la ley de aquel orden; sin imaginar que años más tarde su figura despertaría la veneración de miles. Y las devociones populares siempre resultaron atractivas para algunos artistas. Descontando el respetuoso acercamiento a la fe personal, el Gauchito Gil, la Difunta Correa o San La Muerte fueron algunos de los santos canonizados por los fieles y elevados a la categoría de obra de arte por figuras como Antonio Berni o Marcos López. Con no demasiados antecedentes en el cine, Gauchito Gil suma una historia en gran medida ficcional sobre esta figura originaria de Corrientes y venerada como un justiciero.
Los pocos datos históricos sobre Antonio Mamerto Gil Núñez no impidieron al director Fernando del Castillo construir un relato técnicamente impecable, con una prolija posproducción y una puesta en escena que no necesitó mucho más que la geografía y algunas buenas actuaciones para resultar atractiva, aun en los tramos en los que se especula sobre su vida privada.
A su regreso de la Guerra de la Triple Alianza, Antonio comprende que esa guerra no era suya y luego de negarse a ser reclutado para otro enfrentamiento, se transforma en desertor y prófugo de la Justicia.
En esta especie de western gauchesco, bajo una estética natural y cercana, el director y también guionista del filme recrea el paisaje de Corrientes, las costumbres y la personalidad particular de un hombre que se convirtió en la voz de las injusticias.
Claudio Da Passano, Paula Brasca, Éstel Gómez, Santiago Vicchi y Gerardo Maleh completan el reparto de este relato que recrea una época y pensamiento.