El amor entre dos hombres durante la dictadura porfirista en México (1876-1911) es el pretexto que tomó El baile de los 41, la nueva película del mexicano David Pablos estrenada en Netflix, para hacer una aguda revisión de las creencias y actos de antaño y cómo éstas todavía mantienen una relación con la homosexualidad actualidad.
"El baile de los 41": cuando el gran villano es la sociedad
“El gran villano de la película es la sociedad, las imposiciones, las etiquetas”, aseguró Pablos quien con su filme pone la lupa a una sociedad hipócrita, homófoba, racista y opresora para apuntar a un presente que se asemeja en algunos aspectos.
En 1901, durante el mandato del dictador Porfirio Díaz (1830-1915) en México, 42 hombres, la mayoría pertenecientes a la aristocracia, fueron arrestados mientras celebraban su identidad en una fiesta en la que la mitad de los asistentes vestían de mujeres y la otra de hombres.
Con el paso de los años dicho acontecimiento se recordó como “El baile de los 41 maricones”, pues fue así como los periódicos de la época lo anunciaron la mañana siguiente entre burlas, críticas y caricaturas al respecto.
El episodio y la llamada Gran Redada marcaron un antes y un después en la sociedad mexicana, ya que por primera vez se discutía la homosexualidad abiertamente, además que fue una de las primeras veces en que los medios de comunicación hablaron sobre la homosexualidad en México.
Sin embargo el número estaba incorrecto, el número 42 había sido borrado pues se trataba del aspirante a gobernador y yerno del presidente Díaz, Ignacio Torres, quien se salvó de las humillaciones públicas y castigos atroces que recibieron los demás sólo para mantener las apariencias. Para el director, El baile de los 41 es una forma de celebrar la identidad, visibilizar y reivindicar aquellas atrocidades que fueron cometidas hacia la comunidad homosexual, como una forma de humanizar y reescribir aquella historia, que hasta entonces, era recordada con morbo.“Para mí era importante mostrar un grupo fraterno y unido lejos de las caricaturas y los estereotipos. Creo que visualizarlos con esa dignidad era una de las razones fundamentales para hacer la película y hablar sobre la afectividad masculina, más allá de la cuestión sexual, era mostrar todo tipo de relaciones y todo tipo de masculinidades”, apuntó Pablos.
Así, el romance que llevan a cabo Ignacio (Alfonso Herrera) y Evaristo (Emiliano Zurita), da pie a la exploración de un sinfín de sentimientos humanos tanto positivos como negativos encarnados por personajes vulnerables.
La película también aborda otro sector social lastimado tanto o más que el otro: las mujeres, pues plantea la difícil realidad a la que se enfrentaban aquellas mujeres de la clase alta, carentes de libertad al estar sometidas al matrimonio.
Otro de los retos que enfrentó fue la difícil tarea de humanizar a aquellos personajes aristócratas tan repudiados por la sociedad y tan mal vistos con el paso de los años por todos los privilegios de los que gozaban en una de las épocas más desiguales de la historia del país.