La socialdemocracia aventajaba ajustadamente a la coalición democristiana-socialcristiana en el escrutinio de las elecciones de este domingo en Alemania, de modo tal que los líderes de ambos sectores reivindicaban hasta esta noche la intención de encabezar el gobierno de coalición que sucederá al de la canciller Angela Merkel tras 16 años.
Elecciones en Alemania: ajustado triunfo Socialdemócrata
La incertidumbre se ha mantenido hasta el final. Según el escrutinio oficial preliminar, conocido a primera hora de este lunes, el Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz ha ganado a los democristianos de la CDU.
El SPD ha obtenido un 25,7% de los votos frente al 24,1% de la CDU. La última palabra la tendrán Los Verdes y los liberales del FDP, socios necesarios para coronar tanto a Scholz como a Laschet.
Los Verdes —dispuestos a coaligarse con unos y con otros, pero más proclives a Scholz— obtienen el 14,8%. Es el mejor resultado de su historia, pero queda muy lejos del objetivo de su candidata, Annalena Baerbock, de convertirse en canciller.
Los liberales, que tiran claramente por la CDU de Armin Laschet, mejoran ligeramente sus resultados con un 11,5%. Con estos datos en la mano, tanto Scholz como Laschet podrían ser canciller. Pero el socialdemócrata ha logrado su puesto de primer clasificado como argumento para suceder a Angela Merkel al frente del país.
El líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) compareció poco después del cierre de los colegios electorales. Su resultado es desastroso. Nunca había tenido un apoyo tan bajo.
La sucesión de Merkel al frente del partido y del Gobierno se ha revelado como un fracaso sin paliativos. El líder derrotado agradeció sus esfuerzos a lo largo de 16 años de Gobierno a la canciller, a su lado con ojos ligeramente enrojecidos. Las caras largas eran evidentes.
“No podemos estar contentos”, dijo Laschet, que sin embargo insistió en que tratará de liderar el Gobierno. Pese a que en la campaña líderes democristianos habían dicho que si perdían el primer puesto no podían aspirar a la cancillería, Laschet parece dispuesto a todo para convencer a verdes y liberales. Su supervivencia política depende de ello. “Vamos a hacer todo lo posible por liderar el Gobierno”, dijo a los medios según reprodujo el diario español El País.
Poco después habló Scholz. “Muchos ciudadanos han votado al SPD porque quieren un cambio y que el próximo canciller se llame Olaf Scholz”, dijo desde la Casa Willy Brandt, sede del partido, a unos militantes enfervorecidos. Scholz, un hombre que ha hecho de la tranquilidad una marca de la casa, ni siquiera en estos momentos en los que su partido parece haber ganado sus primeras elecciones en dos décadas se permitió una concesión a los sentimientos.
Alianzas para reemplazar a Merkel
Matemáticamente hay varias coaliciones posibles, pero las opciones realistas se reducen a dos. Y en todas están presentes tanto verdes como liberales: el tripartito conocido como semáforo (liderado por el SPD) y el Jamaica (con la CDU en la cúspide).
Todo parece indicar que los ecologistas y el FDP tendrán que ponerse de acuerdo pese a sus muchas diferencias programáticas.
En el recuerdo queda la espantada que Christian Lindner, líder de los liberales, dio hace cuatro años a CDU y verdes para gobernar juntos. Ahora le costaría hacer algo parecido, ya que estaría transmitiendo la idea de que no quiere gobernar. “Estamos preparados para asumir responsabilidades”, dijo.
Como marca la tradición en las noches electorales alemanas, todos los candidatos participaron en un debate tras conocer los resultados.
El líder de los liberales pidió a la candidata verde empezar a negociar entre ellos al margen de los dos grandes partidos, una oferta que Baerbock pareció rechazar amablemente. La caída de los poscomunistas Die Linke al 4,9%, que queda fuera del Bundestag, cierra las opciones a un tripartito de izquierdas y otorga más capacidad de negociación a Lindner.
La participación fue del 76,6%, prácticamente igualada a la de los comicios, en 2017. En Alemania, el porcentaje del censo que acude a las urnas nunca ha bajado del 70%. Las estimaciones indicaban que más del 40% de los votantes enviaron su voto por correo, un incremento importantísimo respecto al 28% de hace cuatro años fruto de la pandemia.