Atender cómo entramos al sueño y cómo nos traemos de él hacia la vigilia o estado de despiertos, es una temática sencilla pero de gran impacto en la salud. ¿Te has preguntado cómo traspasas ese umbral entre el sueño y la vigilia? El descanso es clave para preservar nuestra salud mental, física y espiritual.
El descanso: una clave para la salud
Sin dudas la invasión de la tecnología ha cambiado mucho nuestros hábitos de descanso, y no exactamente en un sentido positivo para la salud. Por lo que se hace necesario re-aprender a acompañar saludablemente al cuerpo en estas transiciones al irnos a dormir y al despertarnos por la mañana. Cómo es tu despertar por la mañana? Tu despertar incide en tu carácter y en cómo vas a iniciar tu día.
Si sos de las personas que se despiertan abruptamente y pegan un salto de la cama para entregarse a una lastimosa prisa, hay algunos consejos que pueden mejorar tu mañana. Lo primero es la elección del sonido de tu despertador. Que la elección sea suave, sin timbres estridentes que provoquen una alteración del corazón por sobresalto. Intentaremos que ese regreso sea amable, suave y gradual. Al abrir los ojos, observar y si nos asalta la prisa "pausarnos". Evitar las urgencias es evitar pasar de la inacción a la actividad frenética. El yoga nos enseña a regresar gradualmente como una forma de acompañar al cuerpo en su activación paulatina, de lo contrario se ejerce violencia.
En cambio, abrir los ojos y sentir el corazón es conectarse con un espacio de gratitud y coherencia. Es bueno relacionarnos con el goce al despertar.
Observa: ¿Cuál es tu primer pensamiento? Apenas abrís los ojos, ¿Tu mente ya está trabajando en el pasado (por ejemplo, la pelea que tuviste con tu familia en la cena)? ¿O ya está disparada al futuro? (por ejemplo, la reunión que tenes en tu trabajo al mediodía?). Si es así, al despertar ya aparece el enojo, el malestar y un ego alterado. Observar es la clave para regular la ansiedad. Al despertar lo natural es que la mente esté en calma, fresca, interesada, nueva y curiosa, como la mente de un niño. Ahora pregúntate: ¿Cuáles son mis hábitos cuando llega la hora de ir a dormir? Lo primero y más importante es dejar las pantallas (TV, laptops, celular, tablets) una hora antes de recostarse.
La sobre-exposicion a la luz azul que emiten estas pantallas altera el ciclo del sueño, ya que puede interferir con la producción de melatonina alargando el estado de vigilia. Es por ello que una de las patologías más presentes en la población y en todas las edades es el insomnio. La exposición a la luz azul no sólo afecta a la visión y al buen descanso, sino también al metabolismo.
Así como comer no es igual que alimentarse, dormir no es igual que tener un descanso reparador para el sistema nervioso, y es probable que aún habiendo dormido despiertes con irritabilidad, cansancio o falta de energía. Un buen consejo es mantener el ambiente de tu dormitorio despejado de aparatos eléctricos, ventilado y ordenado. Éstos aspectos también afectan el buen descanso. Asociamos el dormitorio a un lugar de disfrute y relajación, y evitemos llevar la computadora o trabajo a la cama.
Es altamente aconsejable darnos una ducha rápida antes de irnos a dormir, para limpiar nuestro campo energético, y bajar la iluminación blanca del cuarto. Nuestro sistema nervioso entra en descanso con luces tenues y cálidas. Tener algo de lectura en papel en tu mesa de luz: algo que te inspire y que te traiga belleza; puede ser poesía, una novela o un libro espiritual que te conecte con lo más elevado. Que ese mensaje sea lo último que tu mente reciba.
Es hora de ocuparse más del alma y menos de las preocupaciones. Recapitular tu día, desde que despertaste hasta ese preciso momento y quedarte con 3 o más cosas buenas que han pasado en tu día, y agradecerlas. Ahora sólo respira a tu abdomen, con las manos puestas allí. Sentí el movimiento ondulante y serenante de tu vientre al respirar, y dejá que el sueño llegue de a puntillas de pie. Que descanses.
*Por: Celeste Mazzadi, profesora de Ashtanga Yoga Terapéutico y Hatha Yoga Terapéutico.