Suma de Voluntades impulsa la construcción sustentable con ecoladrillos en zonas vulnerables de Paraná. A diferencia de las ecobotellas, que se forman rellenando envases plásticos con distintos desechos, los ecoladrillos se fabrican aprovechando el polietileno tereftalato (PET) de las botellas desechables, que se procesa junto a la mezcla de los ladrillos tradicionales. De este modo, se logra abaratar el costo de la construcción, y a la vez reutilizar un material que no es biodegradable, reduciendo la contaminación a través del reciclaje y contribuyendo al cuidado del ambiente.
Paraná: Impulsan construcción sustentable en zonas vulnerables
Por Vanesa Erbes
Suma de Voluntades promueve la construcción con ecoladrillos en Paraná
Gentileza-Ecoinclusión
Con este procedimiento la organización Suma de Voluntades plantea comenzar a resolver de algún modo un déficit habitacional en los barrios de mayor vulnerabilidad en Paraná, procurando mejorar las condiciones humanas, económicas y sociales de los sectores más postergados. Se trata de un proyecto innovador y solidario, que contempla comprometer a toda la comunidad, ya que aquellos que deseen colaborar donando envases de gaseosas, agua mineral o sodas, vacíos y limpios, pueden acercarlos a los distintos puntos de acopio destinados para este fin.
Anabella Albornoz, una de las referentes de la ONG, contó a UNO que en la actualidad los puntos de recepción de las botellas plásticas están dispuestos en varios de los clubes de la ciudad, y también en algunos comercios e instituciones que siempre colaboran en este tipo de cruzadas. Ellos son el club Talleres, y los envases se pueden llevar tanto a la sede situada en Yrigoyen 593 como al predio de calles Toribio Ortiz y Cruz del Sur, de 8 a 18; el Club Quique, en Alsina 653, los lunes, miércoles y viernes de 15 a 18; y además se reciben en el vivero Pampagrass, en calle Diamante 368, de lunes a viernes de 9.30 a 13 y de 16 a 19. También el Club Atlético Patronato recibe este tipo de donaciones; al igual que el Club Atlético Echagüe y la Sociedad Unión Árabe, en calle España 353.
“Nosotros lo que le recomendamos a la gente que nos ayuda a acopiar las botellas es aplastarlas para que no ocupen tanto lugar. Ya compramos una bloquera para fabricar los ecoladrillos utilizando el PET. Se hacen del mismo tamaño que los ladrillos comunes y son similares, con la única diferencia que se agrega plástico y se reduce la cantidad de material”, comentó Anabella.
Asimismo, explicó: “Esto nos permite reciclar ese plástico que hoy por hoy está yendo al río, los arroyos, las veredas y al Volcadero en grandes cantidades. La idea de este proyecto tiene un impacto ambiental, económico y social”.
“Lo estamos llevando a cabo muy esperanzados, y se está dando gracias al acompañamiento de la comunidad. Realmente notamos en poquito tiempo un gran compromiso de la gente con respecto a lo ambiental. Recién estamos arrancando en el acopio y lo estamos haciendo en conjunto con los chicos del grupo de recuperadores Recicladores del Paraná, que forman parte del Movimiento de Trabajadores de la Economía Popular y esto nos permite que ellos puedan utilizar una parte y a la otra la usamos nosotros para los ladrillos. También lo hacemos de forma mancomunada con la empresa Quanta, que reciclará las tapitas para hacer juegos infantiles”.
Los integrantes de Suma de Voluntades ya se capacitaron con la Fundación Ecoinclusión, que ya tiene una vasta experiencia en este tipo de proyectos, y compraron la máquina para fabricar los ecoladrillos, y aunque la pandemia demoró su entrega, ya están listos para empezar a trabajar apenas llegue. “La elaboración se hace con una bloquera y una trituradora del PET. En Paraná sabemos que hubo ya una arquitecta que empezó a hacer este tipo de ecoladrillos, y en el país se fabrican además en Córdoba; y en Junín, provincia de Mendoza, también se está implementando este tipo de alternativa sustentable. Para nosotros es fundamental avanzar en esta iniciativa, porque es poner en marcha lo que es la economía circular”.
“La idea es también concientizar a la comunidad de que este es el momento de reconstruirnos de alguna manera y debemos hacerlo también con el hábitat. Estamos llevando adelante también un proyecto de huertas comunitarias, en el que enseñamos a hacer compost y armar una huerta en cualquier espacio, y con el tema de las botellas es empezar a tomar conciencia y a pensar qué tipo de ciudad le queremos dejar a nuestros hijos, que creo que en eso vamos a coincidir en que anhelamos el bienestar de las futuras generaciones”, reflexionó Anabella.
Según afirmó, los ladrillos que logren fabricar serán destinados a atender las necesidades habitacionales de muchos vecinos. Sobre este punto, aclaró: “No trabajamos con una perspectiva asistencialista, sino que siempre hay un ida y vuelta en estas acciones. Esto fortalece las capacidades de la gente de las barriadas y la gente se apropia de los proyectos, y con herramientas y oportunidades se puede salir adelante. Nosotros solo somos una anécdota y acompañamos, pero lo que procuramos es fomentar el desarrollo comunitario”.
También recalcó que se impulsa con esta propuesta un cambio cultural, involucrando a los habitantes de Paraná en este proceso. “Con la ayuda de todos, aportamos al cuidado de nuestro ambiente, y a construir comunidades más justas, inclusivas y sostenibles. También a generar materia prima e ingresos genuinos para los recuperadores. Tenemos la oportunidad de reafirmar con nuestras acciones un compromiso social cuidando del otro”, aseguró.
Por último, reflexionó: “El poder tener una vivienda digna es un punto de partida importante para acceder a otros derechos básicos. A veces uno no dimensiona el impacto negativo que tiene en las familias no contar con un espacio para vivir con mejores condiciones. Lo vemos ahora con la pandemia, cuando los chicos están en un ranchito de dos por dos. La casa es como el abrigo”.



















