El déficit que tiene nuestro país en materia de viviendas no es nuevo, es un tema que viene de larga data y Paraná no es la excepción. Hoy, pagar un alquiler para una familia tipo se hace muy cuesta arriba, sobre todo cuando tenemos una inflación que alcanza el 46% en el último año. Por eso, cada vez que se anuncia un nuevo plan por parte del Gobierno las expectativas son enormes.
Paraná: un techo propio sin importar cómo
Por Mauro Meyer
Muchos piensan que vale la pena hacer un esfuerzo, meterse en un crédito y de una vez por todas tener una casa propia. El sacrificio que se hace es enorme, durante años, para pagar una cuota muy elevada en la mayoría de los casos. Pero hay cosas que molestan y no tienen lógica. Se entiende la necesidad que tienen muchas personas, pero cuesta entender cuando ves lugares que son prácticamente usurpados para construir.
En Paraná, hay muchos que miran para otro lado porque tienen intereses creados. Hay ejemplos que sobran de terrenos donde se comenzó con una construcción precaria y hoy hay un barrio entero. Un ejemplo que me viene a la memoria es lo que hoy se ve a la vera de calle División de Los Andes, pasando las vías del tren, donde ya hay un asentamiento que cuando comenzó a gestarse trajo mucha polémica.
Los mismo sucedió en 2017 en calle Crisólogo Larralde y las vías –en Larralde entre avenida De las Américas y Zanni– donde un grupo de vecinos que son dueños de terrenos trataron de evitar en ese momento la construcción de un par de casas precarias en terrenos que pertenecen al ferrocarril. Puedo seguir contando otras situaciones similares en la capital provincial, aunque aclaro que entiendo perfectamente las urgencias que pasan las personas que deciden meterse en un pedazo de tierra y levantar una casita, aun a sabiendas de que pueden ser sacados por la fuerza en cualquier momento.
Pero en Paraná hay sectores ocultos donde también se puede ver una usurpación maquillada. Uno de ellos se encuentra en el camino que une Bajada Grande con la llamada Punta del Mono, en la zona oeste, donde en ambos lados se puede ver cómo se levantan casas o simplemente se plantan algunos postes con un cartelito que advierte: Propiedad privada.
El otro, que descubrí hace muy poco tiempo, está en el llamado Santuario El Timbó, un lugar maravilloso al cual se llega por el camino que conduce al Campo de Golf Las Colinas. Ahí pude observar cómo se lotearon terrenos y ya se está en plena construcción de casas, incluso en algunos casos ganándole espacio al arroyo con el movimiento de tierra. Pregunto si esta situación cuenta con la debida habilitación, o al menos saber si las autoridades pertinentes están al tanto de lo que está pasando.
Vuelvo a insistir con la urgencia que pueden tener las personas por tener un techo propio, es entendible desde todo punto de vista, pero ¿a qué costo? Al menos se debe dejar en claro que hay reglas que cumplir, que no se puede hacer como en el Lejano Oeste. También se debería explicar con claridad al común de la gente quiénes son los que están haciendo “su” negocio en los sitios mencionados en el párrafo anterior. Blanquear la ilegalidad por así decirlo, algo que en este país no sorprende a nadie.
Ayer, el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, mantuvo una serie de encuentros virtuales con seis mandatarios provinciales para analizar la situación habitacional de cada una de sus jurisdicciones y sobre la implementación de los distintos programas. Entre los que participaron se encontraba el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, quien recibió información sobre la posibilidad de firmar nuevos convenios para profundizar el trabajo mancomunado entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales.
Cualquier noticia que hable sobre cubrir un déficit que lleva años en nuestro país es más que bienvenida. Hoy, la situación económica del país amerita atacar varios frentes, y el tema viviendas es uno de ellos. Pero también hay que insistir en denunciar a quienes hacen negocios con la necesidad de las personas, los que lucran prometiendo un techo propio sin importar cómo y que seguramente están bajo la sombra del poder político.