Estela del Valle Guarascio tiene 65 años y es una escritora nacida en Avellaneda, Buenos Aires, pero desde los 11 años vive en Hasenkamp, Entre Ríos. “Viví en Monte Chingolo, Lanús hasta que me mudé a Hasenkamp, donde vive mi familia”, dijo a UNO.
Estela Guarascio presenta su libro: "Caminos de palabras"
Estela es autora de “Caminos de palabras”, un libro escrito absolutamente desde el corazón y en el que cuenta su historia, sus vivencias. Es imposible no emocionarse con sus recuerdos, sus palabras profundas y sentidas. Allí, la autora revela cómo fue atravesar una infancia en silla de ruedas viviendo en una provincia que no espera a nadie y donde debés seguir y avanzar a un ritmo imposible e insostenible para cualquiera y mucho más para alguien con capacidades diferentes.
El libro es una caricia cargada de lucha y esperanza, porque Estela jamás se dio por vencida, estudió, viajó, se enamoró y ayudó a otros, lloró de alegría y de tristeza, vivió. Y en esas vivencias ella encontró un camino para compartir e identificarse con otros.
“La intención de llevar a cabo esta obra se remonta a mucho tiempo atrás, años, décadas. Empezó como un juego, porque se dice que has vivido plenamente si editas un libro, plantas un árbol y tienes un hijo; mandatos sociales que, en realidad, han sido desterrados de mi espíritu. Desde temprana edad, empecé a escribir un diario y aún conservo un vago recuerdo. A los nueve años, registré una fecha en un cuaderno Gloria: 1967, que fue el inicio de un diario personal. Mi infancia fue intensa, podríamos decir que dolorosa, y la adolescencia no se quedó atrás. Esto me bloqueaba; pensaba y me angustiaba, no podía transmitir nada o no quería. Quedó estancado. A los 17 comencé otro diario y aún lo escribo de vez en cuando. El tiempo pasó y, con los años y una carrera en psicología, logré curar mi cabeza. Se abrió un universo; mi mente estaba lista para buscar en el pasado momentos buenos de mi vida. Me dije a mí misma: Ahora sí, voy a escribir, pero nada triste, nada de amor idílico ni tonterías. Voy a plasmar lo mejor que he vivido, a expresar el amor por los animales, la naturaleza y las personas que se cruzaron y me acompañaron en mi camino distinto”, contó.
El prólogo del libro comienza diciendo que la lectura es una invitación para que el lector investigue y sienta curiosidad por cómo son los caminos de la vida, porque quizás, en alguno de esos caminos haya algo de él. En esas páginas el tiempo se detiene para poner el foco en instantes de la vida de la autora, en sus recuerdos y emociones.
“Nunca dudé, solo me propuse escribir lo mejor de mi vida, mi intención nunca fue amargar al lector, pero lo vivido es lo vivido. Mi objetivo como escritora, es que el libro sea leído por todo el planeta. Algunos lectores me han dicho que todo el mundo debería leerlo, y yo me lo creo. Y como persona, en realidad, no pensé que iba a vender ninguno. Mi intención era dejar una huella”, dijo y agregó: “La sociedad excluye a las personas con discapacidad en todo sentido, y es su naturaleza. Y aunque los cambios sean lentos, la sociedad terminará aceptando que todos somos diferentes”.
El libro no solo ofrece relatos, sino que también dispone de poemas escritos en su adolescencia y juventud.
“Pienso que siempre debemos buscar experiencias nuevas, porque la vida se trata de eso, de buscar y encontrar. Mi vida en Buenos Aires era totalmente distinta, nada que ver con mi presente. Vivía luchando en la búsqueda de la inclusión, porque yo tomaba colectivos, trenes y subtes, todo lo hacía sola. Iba a la casa de mis amigos, iba a la facultad, me iba de vacaciones. Hoy sigo en contacto con mis amigos de allá, con los vecinos del barrio donde me crie”.
La obra está dedicada en especial a su hermano Javier Guarascio, quien la ayudó económica y afectivamente para poder publicarlo.
“Los mandatos sociales y la vergüenza, ya a mi edad, son problemas superados. Estoy despojada de los miedos y del qué dirán. Por supuesto he sentido en el trayecto bajones y dudas, he pensando para qué escribir, si a alguien le importará, pero estoy convencida de que tengo que dejar algo, una huella en este mundo. La vida es rara, es un misterio enorme, pero por suerte muchas personas me alentaron y me la creí. Mi hermano me ayudó muchísimo, en todo. Él vive en Barcelona, y cuando cobró un dinero no dudó y me pagó el libro, pude publicarlo gracias a él”, recordó.
Estela describió el proceso del libro con una felicidad absoluta, cada mejora y cada detalle corregido era avanzar hacia el objetivo deseado: contar su historia.
“Los poemas que publiqué dedicados a los animales me conmueven muchísimo, porque eso hacía yo en Buenos Aires, rescataba animales así como estaba, en mi silla de ruedas. No importaba si llovía, si hacía frío o calor, yo salía, tenía la necesidad de hacerlo porque no podía verlos sufrir, ellos me necesitaban. Siempre escribí con el corazón en la mano, con el alma y los sentimientos a flor de piel”, dijo a UNO.
Además, Estela hizo hincapié en el disfrute de los pequeños logros: “A mi todo me cuesta mil veces más que a cualquier cosa, por motivos lógicos. Entonces a veces no entiendo cómo las personas se pierden el disfrute de las pequeñas cosas cuando yo con tan poco soy feliz. Al terminar mi libro fui feliz, no importa si se vende o no, lo hice, lo terminé y lo publiqué. El proceso me dio coraje para seguir adelante”, aseguró.
“Caminos de palabras” fue editado y publicado este mes por Ana Editorial. Es decir que forma parte del catálogo más reciente y novedoso de su librería online.