La sala-escritorio de su departamento, aun con generosas dimensiones, termina por quedar chica ante tanta biblioteca con libros que van de piso a techo y premios —como el Rey de España de 1998— que busca su lugar entre los libros. Sus decenas de portarretratos (con Saramago, entre otros) podrían contar su asombrosa biografía sin agregar palabras. María Seoane, escritora, periodista, historiadora, docente, recibió a La Capital y se explayó sobre la Argentina, el retorno del peronismo al poder y, en especial, sobre un texto reciente, producto de su prodigiosa pluma: “El territorio de la Democracia”. Allí Seoane habla de la Plaza de Mayo como núcleo simbólico y también material de la historia política nacional.
Seoane: "La clase dominante del país no quiere pagar impuestos"
Por Rodolfo Montes
Con una decena de libros publicados (La noche de los Lápices, y dos biografías inigualables como las de Videla y Santucho, entre otros) Seoane fue editora en Clarín, directora de Radio Nacional hasta 2015, y en la actualidad es directora de contenidos de Centro Cultural Caras y Caretas, del grupo editorial Octubre. “Cristina Kirchner es la dirigente política más republicana de la historia argentina”, definió.
—¿Cuántas “plazas” de Mayo hubo en la historia nacional, están unidas por algo en común? Por mencionar sólo algunas, hubo una plaza el 17 de octubre del 45, otra de Eva, la del 55 contra Perón, la JP y los Montoneros peleándose con Perón en el 74, la del 30 de marzo del 82, las de Malvinas con Galtieri, las de Alfonsín, incluso la de Macri, y las de Néstor y Cristina y la última de Alberto con Cristina.
—Todas esas son “la” plaza, el sitio donde transcurre la historia nacional. Por supuesto también está la plaza de la señora que alimenta palomas, la de los enamorados, de los caceroleros, la de los desfiles militares, la de Galtieri, la de las Felices Pascuas. La plaza es multiplicidad absoluta, a la vez que la historia nacional. Los puntos que componen la gran curva de la historia nacional.
—Cuando Cristina (el último 10 de diciembre) refiere a su plaza anterior, la del 9 de diciembre de 2015 —la despedida, transitoria, se convirtió en “calabaza”— parece que le encuentra un hilván al kirchnerismo, ¿va por recomponer la narrativa?
—Más que kirchnerismo, el movimiento nacional. Y el hilván es el movimiento nacional y popular, el costurero de la historia. Eso es la Plaza de Mayo. Por eso la violación a la historia que representaban las rejas en la Plaza de Mayo. No era cualquier reja, porque nadie se opone a que las plazas estén protegidas por rejas. Pero en la Plaza de Mayo la reja es otra cosa, porque apuntaba a fracturar el relato histórico de la plaza, y de la Argentina. La plaza “partida” al medio por las rejas fue una representación del odio político de un sector de la Argentina. La idea medieval de la Casa Rosada como un castillo inexpugnable. Faltaba el foso y los cocodrilos circundando. En igual sentido, la imagen de Evita (Ministerio de Desarrollo, Avenida 9 de Julio) ahora encendida otra vez. No es lo mismo iluminar o no otros monumen-tos de la ciudad y del país. Los pueblos tienen su iconografía, sus monumentos, su heráldica, sus pasiones y sus razones.
—Desde el pensamiento nacional se tiende a pensar que las “plazas” que dialogan con la historia son las propias. ¿Las otras “plazas”, la del 55, la del no al divorcio, la del si de Bernardo Neustadt en los 90 (entre otras) también hablan con la historia?
—También hablan con la historia esas plazas. La refutación, el odio político contra el peronismo también es parte de la historia nacional. La diferencia está en las características. ¿Dónde está la heráldica de las plazas de las cacerolas, las de las privatizaciones, de los bombardeos del 55, de “Cristina chorra”? Ahí no hay una heráldica.
—Tal vez la cruz del “Cristo Vence”, en los aviones militares que bombardearon en el 55?
—Claro, en ese caso, sería una heráldica del sufrimiento.
— ¿Qué valoración haría sobre ese momento teatral, en la plaza, el pasado 10 de diciembre, cuando Cristina se dirige a Alberto y le transmite la voz del pueblo, cuando le dice “ahora usted señor presidente”?
—Un momento extraordinario, teatral como la política misma. La crónica periodística registrará la rutina del recambio presidencial. Todo lo previsible. Pero, en lo estrictamente político, lo que quedará registrado “como pase de mando”, es ese momento en la plaza. La historia tiene alma y cuerpo también. El punto culminante está en esas palabras “le entrego el mando de mi pueblo, que nunca lo traicionará”. Además, ese momento se complementa con el himno, el canto de cientos de miles, algo así como la ópera de (Giacomo) Puccini jamás ejecutada por una multitud con esa energía. El líder político con su pueblo en la plaza, como Maradona con la pelota. La continuidad de su cuerpo. Estamos ante un hecho político e histórico muy significativo.
—Ese “traspaso” de mando en la plaza, ¿podría interpretarse como el final de la línea de tiempo que la propia Cristina inaugura el 18 mayo, con el video que propone la fórmula presidencial?
—El video del 18 mayo, de 12 minutos, cuando se publicó, todo el sistema político pensó que era una genialidad. Y efectivamente así fue. Sin esa propuesta, el peronismo disperso podía volver a perder las elecciones, y seguía gobernando la derecha. Por los demás, otro dato clave, Cristina se excluyó en mayo de lo instrumental de la política, la fórmula, pero no de su liderazgo político. De eso no hay exclusión posible, se demostró en la plaza.
—¿Cómo se explica el exponencial crecimiento del liderazgo Alberto Fernández, que hace siete meses, podría decirse, no lo conocía “nadie”?
—Dos razones. Cristina venía trabajando la unidad del peronismo con Alberto hace mucho tiempo. Lo que pasó el 18 de mayo fue que se hizo público. Luego, porque Alberto fue un reconstructor del Estado devastado en 2003, y ahora vuelve a sus fueros, a reconstruir. Alberto mantiene un tono de pacificación, y firmeza a la vez.
—¿Qué condiciones diferentes cree tendrá Fernández para tramitar el conflicto político con sectores que se verán parcialmente afectados por decisiones políticas?
—Alberto tiene condiciones para ese tránsito, aunque eso no implica que el conflicto sea menos arduo. No se descartan tensiones, incluso violentas. Porque hay que decirlo con claridad: el núcleo central de las clases dominantes en la historia argentina es que no quieren pagar impuestos. Creen que son dueños del país cuando pagan, y creen que otros millones viven de esos impuestos. Es una concepción excluyente, niega la vida en comunidad integrada. Con todo, el poder de Alberto, es el poder del peronismo, el único movimiento político que sacó a la Argentina de las crisis.
— ¿Alberto trae cierta estética socialdemócrata, convoca al consenso, a Raúl Alfonsín, a la vez que mantiene el programa de reformas profundas del peronismo?
—Sería un estilo. Pero yo no conozco un dirigente político del peronismo más republicano que Cristina. Nunca violó la ley, lo contrario es un invento de la derecha. La persona más votada en historia, desde que rige la ley Sáenz Peña desde 1912, es la señora Cristina Fernández de Kirchner. Nunca nadie se sometió a tantas elecciones como Cristina, desde Santa Cruz, hasta la Nación, provincia de Buenos Aires.
—¿Cuál es la misión histórica principal de Alberto y Cristina?
— Fundar el tercer pacto civilizatorio. El primero lo fundan la tradición radical-peronista, los derechos civiles y sociales de la primera mitad del siglo XX. El segundo es el Nunca Más de Alfonsín, y el tercero, actual, el Nunca Más al neoliberalismo.