La Antártida es hasta ahora uno de los pocos lugares del planeta donde no se registran casos de coronavirus, y para evitar posibles contagios se suspendieron los vuelos que llegan hasta esa zona y también el arribo de cruceros con turistas, que suelen acercarse a la zona sobre todo durante la temporada estival.
Aún lejos del coronavirus, en la Antártida incrementaron las medidas de prevención
Por Vanesa Erbes
En total, la Argentina administra 13 bases en el continente blanco, de las cuales siete están operativas únicamente en verano, y seis funcionan de manera permanente. Una de ellas es la Base Esperanza, que tiene como misión principal brindar apoyo logístico a las investigaciones que realizan biólogos, sismólogos y meteorólogos que desarrollan sus tareas en esta estación científica.
La sargento Solange Viviana Yubar, quien tiene 38 años y es oriunda de Concordia, presta servicios en este sitio, a unos 3.800 kilómetros de su ciudad.
Según explicó, se lleva a las Bases de la Antártida todo lo necesario en el Rompehielos ARA Almirante Irízar, cuando cambian las Dotaciones, y durante el año hay vuelos que van llevan lo que escasea, aunque aclaró: “En estos momentos los vuelos están suspendidos por el tema del coronavirus. De todos modos es muy raro que en la base falte algo. Siempre se prevé el año anterior qué hace falta y se procura traer todo. Lo que no hay obviamente son frutas y verduras”.
Si bien están lejos de las zonas donde avanzan los contagios de Covid-19, contó que en la Antártida también extremaron los cuidados: “Nos informamos sobre lo que está pasando con el coronavirus, porque estamos en permanente contacto con nuestras familias que están en el continente, y además vemos la noticias por televisión. Si bien estamos aislados, no dejamos de tener las precauciones necesarias. La prevención siempre está”, destacó.
En su caso, llegó a la Base Esperanza a principios de febrero y va a permanecer a lo largo de un año, cumpliendo un anhelo personal y profesional: “Siempre tuve la intriga por conocer la Antártida, y gracias a Dios conocí gente que me apoyó. También me acompañó en esta decisión mi familia”, señaló con visible entusiasmo.
A su vez, aseguró a UNO: “Para mí era un desafío personal esto que estoy viviendo. Quería saber cómo era estar un año acá, con este clima que a veces no es muy agradable, no tanto por el frío, sino porque donde está esta Base sopla mucho viento y durante esos días no se puede hacer nada”. En este marco, señaló: “Ayer tuvimos un viento de 173 kilómetros por hora y en días como esos permanecemos cada uno adentro, en su casa”.
Para hoy el Servicio Meteorológico Nacional anuncia -7° de máxima y -15° de mínima en Base Esperanza. Son temperaturas agradables si se las compara con las que se registran en pleno invierno, cuando el termómetro llega a marcar -30°. “Llega a haber temperaturas bajo cero, pero en estos días hay sol, no hace tanto frío y no está nevando”, subrayó.
Por otra parte, la sargento entrerriana explicó: “Lo que tiene de particular la Base Esperanza y que nos diferencia de Marambio y de las demás bases, es que acá vienen integrantes de la Dotación con sus familias. Hay niños y tenemos una escuela”.
En su caso es soltera y comparte una vivienda con dos mujeres más que también forman parte de la Dotación N° 51. “Las mujeres vivimos en una casa, y el personal masculino tiene un alojamiento donde viven todos juntos. Algunos llegamos acá a principios de febrero, pero parte de la Dotación ya está desde noviembre”, mencionó.
Yubar se dedica a diversas tareas dentro de la Base y sobre este punto refirió: “En estos momentos estoy de auxiliar de la jefatura y auxiliar del depósito de víveres, que se encarga de todo el tema de la comida. Después cumplo otras funciones, porque acá todo el mundo hace de todo: a veces me toca ir a ayudarlo al carpintero, o participar cuando hacemos una actividad centralizada, como acomodar cosas en el galpón. Hace poco se había roto un caño de agua y fuimos todos en la Dotación a trabajar para repararlo”.
Según contó, hay más personas oriundas de la provincia en la Base Esperanza: “Hay un sargento primero nacido en Federación, y un cabo primero que es de Villaguay. Y en la Base Marambio hay otros entrerrianos también”, mencionó.
Actualmente son alrededor de 60 argentinos los que están en la Base Esperanza. “Hasta hace poco hubo también un sismógrafo italiano que estuvo haciendo investigaciones en la campaña de verano, pero ya se fue, al igual que otros científicos que llegan por temporadas. Vuelven en agosto o septiembre”, comentó.
Todos los días están en contacto con las bases Marambio, Carlini, Orcadas, San Martín y Belgrano II, que son las que funcionan de manera permanente. “Tienen un horario en el que se tienen que comunicar a diario. La base más cercana es la Marambio, las otras mas alejadas”, indicó Yubar.
También señaló que se levantan temprano y trabajan hasta las 13. A esa hora almuerzan y retornan a sus labores de 15 a 18. “Después quedamos libres hasta el otro día. Vamos al gimnasio o hacemos otras actividades particulares. Constantemente tenemos comunicación telefónica o videollamadas con nuestras familias”, sostuvo, y confió que si bien extraña a los suyos, se siente a gusto en la Antártida: “Estar acá es mejor de lo que imaginaba. Siento que los días se pasan rapidísimo. En mi experiencia, creo que al estar en esta Base entre familias con niños, se extraña menos. Se puede compartir con los chicos, que le ponen un condimento único a la convivencia, ellos siempre están felices y aportan esa energía que tal vez a uno le falta; la verdad es que ellos nos cambian el humor y hacen que todos nos sintamos como en la casa”.
Actualmente hay ocho niños, que asisten a la escuela Primaria Raúl Alfonsín, y cuatro adolescentes, que estudian a distancia.
En la Base Esperanza también cuentan con una capilla, la San Francisco de Asís, donde el viernes hubo una misa para celebrar la Semana Santa. En este espacio también hoy realizarán una ceremonia para conmemorar una fecha tan sentida como la Pascua.