Karen Manzur es licenciada en Nutrición (especializada en Nutrición Oncológica y Bariátrica) y licenciada en Psicología (con un Magister en Psicooncología). Días atrás una investigación de su autoría fue publicada por la revista Actualización en Nutrición, órgano de difusión de la Asociación Argentina que nuclea la profesión. En el trabajo, titulado “Productos ultraprocesados en Argentina: evaluación del modelo de perfil de nutrientes de la organización Panamericana de la Salud (OPS)”, valoró la calidad nutricional (azúcares libres, grasas totales, grasas saturadas, grasas trans, sodio) y la densidad calórica de 682 productos. A propósito de su trabajo, UNO la consultó sobre el Etiquetado Frontal que rige a pleno en las góndolas locales y la atención de los consumidores a la información nutricional de los sellos negros.
Etiquetado Frontal: ¿Qué sucede con los productos 'sanos'?
Imagen ilustrativa
Opción de salud. "Si un consumidor habitualmente elegía un producto de una marca y éste hoy presenta sellos negros, ahora tiene la posibilidad de utilizar esa información y elegir otro producto", sostuvo la profesional.
En principio, la especialista definió a los alimentos ultraprocesados como aquellos que se obtienen a partir de la combinación de ingredientes procesados con cantidades frecuentemente pequeñas de alimentos sin procesar o mínimamente procesados. A su vez, se les adiciona altas cantidades de grasas, azúcares, sal, aditivos alimentarios como conservantes, colorantes, aromatizantes. Su consumo se asocia con enfermedades como la obesidad y un estilo de vida sedentario. En este sentido, Manzur explicó que esta información siempre estuvo especificada en los diferentes alimentos que se consumen habitualmente, solo que en las tablas de información nutricional es difícil para el consumidor interpretar estos datos.
"En nuestro país la información sobre calorías o gramos de ciertos nutrientes siempre estuvo presente, antes de la implementación de la Ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable: se exhibía en una tabla pequeña, casi oculta (en general en la parte de atrás del envase) y era difícil de comprender para los consumidores. Por lo tanto, el primer beneficio de la implementación del etiquetado frontal es disponer de la información nutricional en un formato visible y comprensible para el consumidor. Es muy importante porque ahora las características nutricionales del producto se presentan con igual relevancia que las imágenes, colores y mensajes que implementan las marcas", indicó.
A su vez destacó que otro gran beneficio del etiquetado es que se fundamenta en estándares internacionales científicos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo que permite dar sentido a las cantidades de los nutrientes críticos como azúcar, grasas totales, grasas saturadas, entre otros. Estos criterios fueron elaborados como herramientas de clasificación de productos y con el fin de prevenir la obesidad.
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Manzur subrayó que un tercer beneficio se relaciona con las calorías y los peligros que conlleva enfocarse sólo en esta característica: "Calificar un producto como adecuado o perjudicial para la salud basados en este criterio es incorrecto porque un producto es mucho más que esto y son los criterios propuestos por la OPS los que reflejan la verdadera naturaleza de los productos que consumimos, esta fue la gran conclusión a la que arribó el estudio que hice analizando las 682 composiciones químicas de productos ultraprocesados disponibles en el mercado".
Desaprender y aprender
Ante la consulta sobre el consumidor y su comportamiento ante la góndola, a partir de disponer de la información nutricional en grandes octógonos negros, Manzur señaló: "Si un consumidor habitualmente elegía un producto de una marca y éste hoy presenta sellos negros, ahora tiene la posibilidad de utilizar esa información (porque se presentó en un formato visible y comprensible) y elegir otro producto sin sellos, este actuar será una decisión acertada y beneficiosa para su salud".
—¿Es un primer paso para bajar los índices, por ejemplo, de obesidad en niños? Si bien se sabe que las gaseosas, golosinas tiene excesos, ahora también se ven cajas de cereales, postres, galletitas. ¿Se reemplazan o moderan las porciones para los chicos?
—Esta relación entre información recibida y toma de decisiones aplica a todos los contextos de venta de productos (supermercados, despensas, dietéticas) y a todas las etapas evolutivas, incluidos los productos destinados a niños y adolescentes. ¿Por qué es necesario hacer extensivo este criterio de decisión hacia este grupo etario? Porque la 2ª Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS, Ministerio de salud y Desarrollo Social) reportó exceso de peso en 1 de cada 10 niños menores de 5 años y 4 de cada 10 niños y adolescentes entre 5 y 17 años. Nuestra salud la construimos gradualmente a partir de la sumatoria de las decisiones que realizamos durante nuestra vida, pero en el caso de niños y adolescentes a nuestro cargo, la responsabilidad como adultos es mayor.
—¿El etiquetado es importante para mejorar hábitos de consumo? ¿Está bien instrumentado? ¿Qué falta agregar en cuanto a educación?
—Este asombro y en algunos casos resistencia, por la aparición de sellos negros en productos que "aprendimos a clasificar como sanos" nos interpela desaprender y aprender: por un lado, desaprender las asociaciones que hicimos y se reforzaron durante años -por ejemplo un producto light es saludable o este cereal de desayuno es sano-; por otro lado, necesitamos aprender y estar abiertos a nuevas formas de evaluar los productos que consumimos y salir del piloto automático en el momento de las compras. Es fundamental el trabajo educativo de los profesionales de la salud para expresar qué significan estos sellos negros y fomentar la toma de decisiones saludables.