María Carla Zapletal nació en Rosario, pero vive desde hace varios años en Paraná. Padece un síndrome mitocondrial, enfermedad producida por falta de oxígeno en la células, que afecta en el cuerpo las áreas motrices, como brazos, piernas y habla. Se moviliza en silla de ruedas en una ciudad que dista de ser amable, inclusiva y amigable para las personas con discapacidad.
La experiencia de trasladarse en silla de ruedas por las veredas de Paraná
Sobre su realidad, comentó: “Vivo en Paraná y desde 2010, gracias a los talleres de la Universidad de la Mediana y Tercera Edad, en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), y a Barriletes he logrado integrarme en la sociedad pese a mi dificultad motora”.
Desde hace años registra los inconvenientes que sufren las personas que deben moverse en silla de ruedas por las calles, las veredas y las instituciones de la capital entrerriana. Al respecto, contó: “Lamentablemente esta ciudad no está preparada para personas con discapacidad, por ejemplo en edificios públicos y privados, como consultorios médicos, facultades, escuelas secundarias y primarias, jardines, museos, bibliotecas, en Casa de Gobierno, y lo más irónico: el Ministerio de Salud, donde no hay rampas o están cerradas con rejas, y si no hay un señor que abra no se puede entrar”.
A su vez, subrayó: “En las esquinas aledañas al centro hay pocas rampas o están mal hechas. La vereda de la Catedral simula tener rampa pero es una peligrosa rejilla. Veredas angostas, destruidas o con baldosas sueltas; y falta educación vial: los automovilistas estacionan en cualquier lugar. Los carteles no tienen Braile; sólo la peatonal tiene semáforos para ciegos, pero otras calles más transitadas no tienen semáforos con sonido. O sea, los ciegos deben andar sólo por la Peatonal”.
“Las personas en general no saben lenguaje de señas, que debería ser una materia más desde la Primaria y Secundaria, entre otras cosas. Este reclamo no es sólo para personas con discapacidad sino también para adultos mayores, mamás con coches de bebés, personas con obesidad, ciegos, sordomudos, entre otros, y además para tener una ciudad inclusiva”.
Leyes que no se cumplen
María Carla recordó que en la actualidad rige la Ley provincial Nº 9.891, sancionada y promulgada en 2013, “que está basada sin mucho detalle en el artículo 20 de la Ley Nacional Nº 24.314 promulgada en 1994”. Y remarcó un aspecto que contempla la normativa: “Entiéndase por visitabilidad la accesibilidad estrictamente limitada al ingreso y uso de los espacios comunes y un local sanitario que permita la vida de relación de las personas con movilidad reducida”.
“En 2013 también se sancionó y promulgó la Ley de Igualdad de Género, que como son masa se aplicó nacionalmente”, recordó la joven, y manifestó: “En mi caso me siento discriminada por los gobernantes, pues la ley es nacional y no se cumple. Un grupo de personas quiere cambiar el lenguaje por ideología pues se sienten excluidos de la sociedad y no se dan cuenta de que tienen que cambiar de actitud para ser incluidos”.
En este marco, Carla reflexionó: “La inclusión es mucho más que cambiar una letra o hacer un mural que nadie ve, inclusión es comprometerse y ayudar a quien lo necesita. La accesibilidad es hacer más fácil lo que ya es difícil, e incluye también a ciegos y sordomudos”.
Por otra parte, destacó: “Debo destacar la amabilidad de algunas personas por ayudarme o intentar hacerlo. Pero esta ciudad está quedada en el tiempo. Los gobernantes hacen oídos sordos y piensan que Paraná sigue siendo un pueblo y ya es una ciudad pujante”.
Por último, compartió con UNO un poema de su autoría donde refleja su vivencia, titulado ¿Discapacitados? (Ver recuadro) y de manera reflexiva dijo a modo de conclusión: “Respetando las diferencias permitiendo a los demás expresarse nos ayudan a crecer y enriquecernos”.
¿Discapacitados?
La ignorancia
que todo lo sabe
que todo lo ve
es parte de la humanidad.
En silla de ruedas me muevo,
por mis brazos que con dificultad se mueven,
por mis piernas que se tambalean,
al compás de mi alma.
Sólo Dios me sostiene, sólo él me cubre,
cuando sin fuerzas quedo, él me las da.
gracias a él estoy viva.
Gracias por todo Jesús.
Entre la soledad y la esperanza
quisiera que con la mano en el corazón todos oigan
mi desesperado grito…
“LOS DISCAPACITADOS TAMBIÉN CAPACES SOMOS”