Los cientos de millones de cristianos que celebraron ayer la Pascua, lo hicieron en unas condiciones sin precedentes, debido a la pandemia del nuevo coronavirus. “En un mundo abrumado por la pandemia, que somete a nuestra gran familia humana a una dura prueba”, el papa Francisco pidió el contagio de la esperanza en la basílica de San Pedro, vacía, durante su mensaje de Pascua.
El papa Francisco pidió la unidad del mundo frente a la pandemia
Francisco manifestó su cercanía a los que han sido afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y muchos ni siquiera han podido darles el último adiós.
“Que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación y las gracias necesarias a quienes se encuentran en condiciones de particular vulnerabilidad, como también a quienes trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles”, pidió.
Destacó que para muchos es “una Pascua de soledad, vivida en medio de los numerosos lutos y dificultades que está provocando la pandemia, desde los sufrimientos físicos hasta los problemas económicos” y el hecho de que en muchos países no hay misas. “Pero el Señor no nos dejó solos”, advirtió.
Tuvo palabras de aliento y gratitud para médicos, enfermeros y quienes trabajan para garantizar los servicios esenciales, para fuerzas del orden y militares que en muchos países han contribuido a mitigar las dificultades y sufrimientos de la población. Luego de reconocer que en estas semanas la vida de millones de personas cambió repentinamente y que para muchos permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, detener el frenético ritmo de vida y disfrutar de la compañía de sus familiares, también subrayó la otra cara de la moneda.
“Es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo”, indicó. Luego invitó a quienes tienen responsabilidades políticas a “trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas”.
“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia”, afirmó, al exhortar que Jesús resucitado conceda esperanza “a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar”. “Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria”, pidió.