Boca se trajo un punto de la altura de Bolivia
Con el objetivo de volver a salir campeón de la Copa que se le niega desde 2007, con el peso de la final perdida frente a River en 2018, Boca rescató un empate en Bolivia, por la primera fecha del Grupo G, que también integran Atlético Paranaense y Deportes Tolima. Dejó la sensación de que, si se animaba, podría haberse traído una victoria. Al mismo tiempo, en la segunda parte, cuando sintió el sacrificio, atravesó los momentos de mayor zozobra.
Gustavo Alfaro planificó un partido de largo aliento, algo que quedó claro en la elección de los intérpretes dentro del planteo: Almendra, Marcone, Reynoso; jugadores de tenencia, para retener la posesión con cadencia y no exigir los pulmones en la altura.
Wilstermann no salió a acosar a Boca: sí intentó aprovechar su mejor adaptación a la altura buscando a los mediocampistas por afuera para que lastimaran en velocidad, a espaldas de los laterales. Pero sin agresividad, ni cambio de ritmo. Apenas si inquietó con alguna pelota cruzada.
Los avances con el balón al piso del Xeneize encontraron espacios a los 19 minutos, cuando Almendra llegó al área y Silva lo pisó: era penal, pero Julio Bascuñán lo omitió.
A la visita le costó encontrarse, jugó midiendo las fuerzas, dejando la sensación permanente de que, si se animara, puede golpear. Recién en los últimos minutos de la primera parte, el local empujó con mayor continuidad, porque el Xeneize sintió el esfuerzo invertido y porque Pochi Chávez asumió la conducción.
El segundo tiempo comenzó como un calco del primero. Boca continuó acunando el partido, sin desarmarse. Sólo Carlos Tevez, en tres cuartos de campo, cambió de ritmo en jugadas puntuales, cuando las piernas se lo permitieron. Y Wilstermann no terminó de asumir la obligación de llevar el peso del partido. En consecuencia, el desarrollo se hizo más cansino. En favor de ambos equipos: el estado del campo de juego del estadio Félix Capriles no estuvo a la altura de un compromiso de esta envergadura.
A los 67 minutos de juego se dio la acción más peligrosa del dueño de casa, siempre desde los pies de Chávez, el "distinto" de la cancha. Tras una pelota parada trunca, el ex Atlas y Boca desbordó por la derecha, envió el centro y encontró Silva, quien cabeceó de pique al piso: Julio Buffarini, en la línea, alcanzó a rechazar. La jugada continuó, Meleán impactó de aire, y el que resolvió fue Andrada, enviando el balón por encima del travesaño.
Esa acción ofició de despertador para Wilstermann. Le hizo ver que Boca ya sentía el esfuerzo de un tiempo y medio en la altura. Y comenzó a martillar. A 11 minutos del final, Chávez enganchó en el área y sacó el zurdazo que provocó los rezos de Esteban Andrada.
En contrapartida, a los 82, Reynoso dibujó la mejor jugada del partido para el visitante: desbordó por izquierda y cedió para Nández quien, en dos tiempos, sacó el remate cruzado, que se marchó cerca del palo derecho del arquero Giménez.
Reza un viejo axioma de la Copa Libertadores que, en la fase de grupos, como visitante, siempre es importante sumar. Y Boca sumó.