Una de las zonas de la ciudad que es símbolo de las malas gestiones en las últimas décadas en la ciudad de Paraná, es lo que se ve en la peatonal de Paraná. Aquel paseo elegante y distinguido, incluso antes de ser peatonal, se convertido en un espacio abandonado y decadente, en varios de sus tramos.
Un pozo que es emblema de desidia y decadencia en la peatonal
El periodista Emilio Ruberto se refirió a esa situación en un posteo que realizó en Facebook, con el siguiente texto:
El pozo que resistió a Sabbioni y le hace pito catalán a Winnie Pooh
Ubicado en un punto estratégico de peatonal San Martín, al “pozo” le falta un poco de estilo, aunque entre la basura que va acumulando y la enredadera trepadora aportada por la generosa madre naturaleza, está adquiriendo un touch barroco de cuidado abandono…no podía ser de otra manera…a metros del actual Banco Francés, petit hotel de estilo ecléctico italianizante que fuera residencia particular de Enrique Berduc, periodista, intendente, diputado nacional etc, etc…allí está el “pozo”, y a metros de la Sociedad Española, obra construida en 1895, planificada por el arquitecto Santos Domínguez y Benguria (también presidente municipal de Paraná allá por 1890), de estilo ecléctico historicista, en el que se conjugan elementos neo mudéjares, propios de la España musulmana.
“Pozo”, llamémoslo así, permanece impasible mientras el tiempo transcurre, sin importarle las miradas y preguntas sin respuestas que genera (al menos a mí), ignorando a la gente con barbijo y hasta el cambio de gestión de diciembre pasado, hace un siglo más o menos. Logró (no sé cómo) que se suspendan las obras para remozar la peatonal que lo condenaban a una silenciosa desaparición.
Comenzó a mostrarse cuando Magda sintetizaba la cultura y está cercano a ser un ícono como el bombero de la plaza homónima pero que se llama Alberdi, al igual que la Alvear pero que los curas nos dijeron que es San Miguel y obedecimos.
“Pozo” luce ahora gallardo una elegante malla demarcatoria naranja, sostenida en cuatro columnas (ni dórica, ni jónica, menos corintia) y un cartel donde lo renombraron “zanja”, ¡Y él no fue excavado! Él es un “pozo” que se sostuvo a lo guapo en la diversidad.
Pero… ¿Por qué pasan los meses y mucho más de un año y no tapan a “pozo”? ¿Hay algo que no sabemos de esa oquedad intrigante, con tan suspicaz cercanía a una entidad financiera, con aspecto de acceso sin peaje a un sospechoso túnel del que nada supo don Mernes? ¿Tiene un potencial turístico para derramar en la ciudad paisaje y no me doy cuenta? ¿Por qué ni el audaz Winnie Pooh con sus tiradores se atrevió a tirar unas paladas al vacío, en una cómplice inacción? ¿Fue un acuerdo de la transición preservar el hoyo? ¿El éxito de la negociación de Guzmán con los bonistas puede ser el fin de “pozo”? ¿Es cierto que Sabbioni quiso obturarlo y no lo dejaron?
Sólo pido que ahora no aparezca el escuadrón de pantalones y chaquetillas naranjas con ritmo de polka y con unas carretilladas oculten la verdad porque hay una verdad, intenten cercenar la libertad de pensar bien y mal y nos (me) priven de descubrir lo que esconde ese sobreviviente y sucio socavón, lleno de incógnitas y secretos. Porque algo hay. Fin del mensaje.