En el abanico de las especialidades que pueden elegir los médicos a la hora decidir en qué área profundizarán su conocimiento la medicina estética tiene una colocación interesante, entre otras cosas, por la rentabilidad que se puede alcanzar. La demanda de tratamientos estéticos crece porque también se intensifica el deseo de prevenir y frenar el envejecimiento. Si bien esa búsqueda existió siempre, lo cierto es que la ciencia ha avanzado con resultados muchas veces sorprendentes. Suplemento Negocios habló con tres médicas rosarinas que se especializan en estética y las tres coinciden en que la demanda de este segmento creció exponencialmente en los últimos dos años, hubo un salto en épocas de pandemia que luego se consolidó y continuó su curva ascendente.
Hay distintos tratamientos en boga, pero el que más piden las y los rosarinos es la toxina botulínica, a quienes todos llaman botox. En realidad esa denominación no es correcta, ya que Botox es una marca, de origen irlandés, que fue la primera que se comercializó en el mercado. Hoy son tres las marcas que se inyectan mayormente en los consultorios de Rosario: la alemana Xeomin, la americana Dysport, y, por supuesto, el Botox. Puntualmente, la toxina botulínica es una neourotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium Botulinum que produce un bloqueo en la liberación de acetilcolina cuya consecuencia es una leve parálisis muscular temporal. A simple vista, y para todos, genera una apariencia más fresca, con menos arrugas gesticulares en la frente, entrecejo, contorno de ojos.
Pero vamos al mercado local: En Rosario quienes se inyectan toxina botulínica pagan entre $38 mil y $50 mil cada aplicación y la duración oscila entre los 3 y 6 meses dependiendo el producto. La médica Ayelen Brarda, con consultorio en sitios estratégicos para este nicho como Puerto Norte y en Funes, detalla que hace entre 160 y 180 aplicaciones a pacientes al mes. El producto es, por supuesto, importado y asegura que ella es de las diez compradoras más importantes de Argentina. A diferencia de otros productos, la falta de dólares no dificulta su ingreso al país puesto que está nomenclado como insumo médico. Brarda calcula, teniendo en cuenta sus compras, que el crecimiento en estos últimos dos años ronda un 70% y define que “el aumento está ligado a la mayor demanda por los crecimientos de los tratamientos estéticos influenciados por las redes sociales”.
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La doctora Ayelén Brarda es una de las referentes en estética de la ciudad.
En lo que respecta a los públicos, para la dermatóloga Maggie Okon, con consultorio en la coqueta esquina de Corrientes y Córdoba, el nicho está en las mujeres entre 35 y 55 años porque alcanzan muy buenos resultados en poco tiempo en la armonización de los rostros, pero también crece el segmento de hombres que llegan al consultorio con esas mismas edades y hay un grupo etario que ella confiesa que le encanta atender “son los hombres de 70 años que quieren verse un poco mejor, no son muy exigentes y les gusta lo que hacemos”. En porcentajes, ella atiende un 80% mujeres y un 20% hombres, pero cada año más hombres van sumándose porque el resultado suele ser muy natural.
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Maggie Okon lleva 15 años en la medicina estética.
Si bien no hay información oficial al respecto, un punto para prestar atención es la posibilidad de que exista un mercado no oficial de venta de la toxina, lo cual es un problema importante ya que este producto debe ser aprobado por la ANMAT. Es por ello que las profesionales recomiendan a los pacientes tener la certeza de la toxina que se está utilizando en el espacio al que acceden. La doctora Melina Pratto, que tiene su consultorio sobre calle Junín en el edificio Alto Buró, lleva 15 años en esta profesión y le sugiere a los pacientes que “se aseguren de lo que les están colocando, pidan que les muestren el frasco, incluso que vean la etiqueta por que puede haber toxinas que no estén avaladas”, advierte. Coincide con ella Brarda, quien suma que, de ser posible, el frasco sea abierto delante de los pacientes.
Otro punto que aclara Pratto es la importancia de la profesionalización en estética, puesto que la ciencia avanza de forma veloz y hay que estar capacitado para las aplicaciones. “Yo me formé en Madrid, en Barcelona, en París y ahora me voy a Italia. Este es un trabajo que requiere una capacitación permanente porque va cambiando año a año”, asegura.
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La dra. Melina Pratto habla de la importancia de hacer un tratamiento integral, no sólo la toxina inyectable.
Como muchos vieron que este era un negocio en alza, lo cierto es que otros especialistas comenzaron a hacer cursos para inyectar la toxina en estética. Es el caso de algunos odontólogos y oftalmólogos que ven en la estética una oportunidad. Pratto aclara que “el botox es parte de un montón, hay que ser consciente de que hay que trabajar de forma integral, siempre les digo a mis pacientes que no se trata de un delivery de inyectables sino de trabajar con una planificación seria, buscar un cuidado general porque esto es salud”, añade.
Por último, un detalle que también hizo crecer este negocio es que las pacientes lo empezaron a contar y creció el boca a boca, en otras épocas mujeres y hombres preferían que no se supieran los tratamientos que hacían, pero ahora incluso lo muestran en redes. Justamente la demanda de estos tratamientos está muy ligada a las redes sociales, tan es así que Okon detalla que si bien lleva 15 años haciendo este trabajo fue cuando profesionalizó su marketing digital cuando logró un crecimiento exponencial en pacientes. Hoy las tres médicas consultadas por Negocios tienen más de 12 mil seguidores en Instagram.