La carrera Ingeniería en Transporte comenzó en 2017 y se cursa en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Cuenta con un prestigioso staff de académicos que apunta a formar profesionales para resolver las demandas de una problemática recurrente por las necesidades de la evolución de las ciudades. Una formación clave para aportar soluciones a las grandes demandas del país con una mirada social que tiende a mejorar la calidad de vida en todos los aspectos. En la actualidad hay estudiantes cursando el 5° año y en el país hay solo dos egresados que son de las universidades la Universidad Nacional de San Martín de Buenos Aires y la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
Una carrera estratégica para la movilidad sostenible
“A medida que las ciudades van creciendo, crecen sus problemas de movilidad y transporte tanto de personas como de bienes y servicios, y por lo tanto es necesario contar con profesionales que apliquen a la materia para tener una mirada especial y muy certera de lo que necesita el país”, contó el profesor Juan Jaurena a UNO en su visita a la casa de altos de estudios donde conviven laboratorios, equipos de avanzadas en aulas “laboratorio” en medio de un entorno natural dentro de un complejo que brinda confort y tranquilidad.
El ingeniero contó que a nivel nacional se venía hablando hace muchos años como una carrera estratégica, y manifestó que fue impulsada por el Ministerio de Transporte de la Nación. “Se hicieron muchos estudios de transporte en varias ciudades y se veía que la demanda de personal calificado para tener ciertos conocimientos era muy necesaria dentro de lo que son las carreras estratégicas de ingeniería”, sostuvo el académico, quien anticipó que los futuros ingenieros tendrán una oferta de trabajo muy importante.
“La carrera dura cinco años y las materias, en su mayoría son Una carrera estratégica para resolver los problemas de movilidad con una mirada social cuatrimestrales, y con promoción directa. Es una carrera que está bien orientada para que los chicos tengan un sólido conocimiento para poder aplicarlo en función de los sistemas de transporte. Ser capaces también de implementar y trabajar en formación tecnológica del transporte para mejorar las problemáticas de las redes y la seguridad”, explicó el profesor.
Y así es. En los talleres que se dictan en las aulas se observan equipos de última generación que miden el impacto sonoro en horas pico, un equipamiento con censores neumáticos que determinan el caudal de tráfico para establecer la velocidad de los autos. Allí cuatro alumnos nacidos en Rosario del Tala, Feliciano, Colombia y Paraná siguen con atención el funcionamiento de cada uno de los aparatos y los ponen en práctica en determinados lugares como Paraná y Oro Verde, esta última convertida “en el laboratorio” para desarrollar experiencias que ya han tenido sus efectos a partir de algunas modificaciones realizadas por el municipio en función de los rigurosos estudios.
"En Paraná hicimos estudios sobre el impacto sonoro en algunas zonas del microcentro en horas pico y encontramos que supera los 80 decibeles (es un nivel alto de ruido)", indicó Rafa (estudiante).
“Cada ciudad, cada país y cada región tiene sus particularidades y muchas veces no son aplicables las mismas recetas. Entonces poder llevar a cabo una buena gestión y una buena planificación de la movilidad y el transporte en las áreas urbanas o la logística en el movimiento de mercancías, eso es sumamente importante. Los chicos que se reciban serán muy bien recibidos y van a tener una gran demanda. Las áreas de transporte de la Nación, Provincia y municipio están muy necesitadas de contar con personal idóneo, calificado para poder resolver los problemas más complejos que traen la movilidad y el transporte”, argumentó el ingeniero.
La carrera no se reduce al campo de las ciudades, sino que además apunta a ordenar el transporte de bienes, esencial para mejorar los costos. “Las empresas privadas también necesitan optimizar los sistemas. Todos los procesos que necesita el transporte, son primero para ahorrar tiempo y costo. El ingeniero en Transporte está calificado para gestionar esas problemáticas a través de las herramientas que en la Facultad se les ofrece”, apuntó el profesional. “En las zonas de actividad logística generalmente se planifica más allá de una empresa, sino de empresas que están en un mismo punto. Y obviamente las zonas de actividad logística necesitan tener personal calificado para hacer la gestión. Son muy necesarias para optimizar el tiempo, los recursos y los costos. Y eso repercute en el precio final de la mercadería. La cadena de valor de ese producto que se traslada por aire, por agua o por tierra necesita de un punto de vista profesional. El ingeniero en Transporte es un buen elemento que une todas esas cualidades y trabaja en equipos multidisciplinarios que mejoran notablemente la calidad de las soluciones”.
Movilidad sostenible
El aspecto social es clave dentro de la carrera, y la movilidad sostenible ocupa un lugar preponderante. “Es muy importante el tema de la movilidad sostenible y está transversalmente en toda la carrera. Pero hay materias específicas como movilidad urbana o modelo de transporte donde se abordan todo este tipo de cuestiones. Además el ingeniero en Transporte está calificado para hacer análisis ambientales y el abordaje integral de la movilidad urbana desde el punto de vista de la sustentabilidad. Tenemos un equipo muy bueno en eso desde un abordaje práctico con salidas a campo. O también desde el punto de vista de la planificación. El transporte, al ser una actividad derivada de las acciones humanas, tiene una arista social muy importante que no muchas ingenierías lo tienen”, remarcó.
El estudio de Paraná
“Se planificaron barrios alejados de las redes de transporte. Ese desorden hace que queden aislados”.
El estudio de 31 páginas elaborado sobre el transporte en Paraná arroja un diagnóstico interesante. “En el estudio se detecta que hay una concentración de actividad en el macrocentro de Paraná y se está expandiendo a las avenidas por una cuestión de desborde. Almafuerte o Ramírez van atrayendo movilidad”, mencionó como uno de los grandes inconvenientes. Al mismo tiempo, Juan Jaurena remarcó que hay recorridos improductivos, y contó que generaron “una serie de propuestas de mejoras”.
"Hicimos un estudio exhaustivo del transporte público de Paraná e hicimos recomendaciones a corto plazo”.
Una investigación en el Aeropuerto sin antecedentes
Los profesores de la cátedra transporte aéreo, Adrián Ligori y Rául Hurani, trabajan sobre un proyecto sin antecedentes sobre el Aeropuerto de la ciudad de Paraná para evitar que construcciones y objetos naturales interfieran en los límites de despegue y aterrizaje por seguridad y para tener información sobre dónde se puede edificar llegado el caso. “El aeropuerto de la ciudad de Paraná, como cualquier aeropuerto del mundo, impone una serie de restricciones para emplazar objetos en altura en las cercanías. Y hay distintas superficies que las estamos dibujando de acuerdo a lo que dice la normativa internacional en el anexo 14. Lo que estamos estudiando, porque nunca se ha hecho, es ver si hay algún objetivo natural como puede ser un árbol o la topografía del terreno o algún objeto antrópico (hecho por el hombre), antenas o edificios que estén perforando la superficie limitadora”, comentó Ligori a UNO desde la sala de investigación de la Facultad.
El docente explicó que este estudio “es importante” para evitar posibles accidentes. “Cuando el avión va a aterrizar en condiciones de buena visibilidad está todo bárbaro, pero cuando hay lluvias, escasa visibilidad, tormentas o en una noche muy cerrada, el piloto no tiene muchas referencias visuales. Va al aterrizaje por instrumento, observando los instrumentos de la cabina del avión que procede a su etapa de aterrizaje. Alinear el aterrizaje con el eje de pista y seguir una pendiente de aproximación que le va a permitir aterrizar seguro sin que ningún obstáculo interfiera en su procedimiento de despegue o aterrizaje. Y lo que va haciendo es seguir esta serie de superficies que están replanteadas sobre el espacio aéreo a través que la información que le da ese instrumental”, explicó.
Ligori planteó que el problema es que “los árboles crecen, los edificios se emplazan y muchas veces no hay una comunicación entre las autoridades aeronáuticas y los municipios”. Es por eso que según el profesor Hurani “nadie a avanzado en el detalle de combinar la topografía que en el caso de Paraná tiene sus deformidades (la misma pista tiene una diferencia de ocho metros de altura)”. “Si vos combinás algúnefecto topográfico, más alguna cuestión antrópica, edificio o antena podemos llegar a detectar alguna anomalía”. Hurani remarcó que lo importante de la investigación es poder monitorear a partir del estudio para estar seguros, pero también consideró que puede ser a la inversa. “Tal vez hay zonas que se podrían aprovechar porque a partir de este estudio están fuera de la área de seguridad”, consideró.
Dentro del equipo también está incorporada una arquitecta que está recabando datos en los municipios (área metropolitana) para “alimentar el proyecto”. Ligori destacó que muchas veces sucede que “al no haber comunicación entre la autoridad aeronáutica y la municipal, de repente el municipio desconoce que hay limitaciones en altura, entonces viene alguien que quiere construir un edificio de cinco pisos al lado del aeropuerto y de repente iniciaste, llegaste al piso cinco y viene el jefe del aeropuerto y te dice ‘tenés que bajar dos pisos’. Y ahí el dueño dice ‘Pero si yo tengo una autorización’ Es ahí cuando empiezan los problemas. Entonces queremos llegar al código urbano y establecer zonas con estas limitaciones”, indicó.