La Agrupación de Rugby Albatros cumplió una destacada actuación en la 51ª edición del encuentro nacional (Nave 51) de veteranos que se desarrolló en San Juan. El certamen contó con la participación de 24 equipos de distintos puntos del país. El representante paranaense quedó eliminado en semifinales de la Copa de Oro a manos de Santiago del Estero, luego de haber superado a Catamarca, Neuquén y Río Cuarto. El certamen generó el reencuentro después de dos años con quienes comparten la misma pasión por la ovalada luego de las restricciones generadas por la pandemia de Covid-19. Fue un fin de semana a pura emoción en la tierra del sol y el buen vino. Momentos de felicidad plena por volver a competir, pero especialmente, por compartir con amigos.
Rugby: La emoción de volver a competir y compartir
Por Matías Larraule
“La agrupación lleva seis torneos de manera consecutiva participando de estos encuentros. Gracias a Dios en lo deportivo siempre quedamos bien parados. En la edición pasada perdimos la final de la Copa de Plata. Esta vez se perdió en la semifinal de la Copa de Oro. Además es una linda experiencia porque lo que pregona el rugby es la amistad. En estos eventos lo que se consolida es la amistad tanto en el grupo como con la gente que uno va conociendo en estos encuentros y se hace recíproco el ida y vuelta. Nosotros vamos a jugar a otras provincias, equipos de otras provincias vienen a jugar a Paraná. Es una linda experiencia”, relató Diego Camino, integrante de Albatros, en diálogo con Ovación.
La performance de Albatros en San Juan marcó un salto de calidad. “Estamos en ascenso”, describió Juan José Solaro, miembros de la agrupación paranaense de la Ovalada. “En el torneo anterior jugamos por la Copa de Plata y ahora llegamos a la de oro. Eso es una parte del puntaje que te da. Después se tienen en cuenta la cantidad de kilómetros que se recorren, la cantidad de personas que conforman la delegación. Eso después suma puntos. Hay equipos que siempre suman más por una cuestión de distancias”, explicó.
Prepararse para formar parte del encuentro después de dos años y en un contexto de pandemia, con todo lo que conlleva, elevó el entusiasmo de los participantes. “La expectativa era muy grande porque teníamos muchas ganas de jugar y juntarnos. Se tomaron los recaudos necesarios, se cumplieron los protocolos. Se trabajó durante todo el año para poder afrontar este evento”, señaló Camino. “Al ser mayores integramos el grupo de riesgo, pero el hecho de juntarnos para competir nos dio la sensación de estar más saludables”, acotó Solaro.
El evento permitió transitar entre la competencia y la confraternidad. “Uno se prepara para competir. Después al llegar nos encontramos con las sensaciones de todos los años y el reencuentro con amigos de distintos puntos del país. Lo que empieza como una competencia termina en confraternidad porque el sábado a la noche hay un tercer tiempo donde hay show musical, básicamente de la década del 80. Es ir y reencontrarte con amigos que te regaló el rugby”, describió Juan José.
“Lo primero es compartir, pero una vez que entrás a la cancha volvés a tener 20 años. Lo importante de estos encuentros son las amistades que se forjan con gente que tiene la misma pasión por el rugby”, añadió Camino.
Después de dos años de inactividad la NAVE 51 tocó las fibras de los participantes. Hubo momentos de mayor emoción y recuerdos a los compañeros que se fueron de gira en los últimos meses. “En la inauguración del evento hay un momento que es dedicado a los compañeros que se fueron de gira. Es un momento emotivo porque se trata de gente conocida con la que hemos compartido esta pasión”, citó Molaro.
Cada encuentro es diferente. Todos dejan imágenes que quedan grabadas en los participantes. “La imagen que me llevo es de agradecimiento porque a los 51 años puedo seguir haciendo lo que amo. No sé si jugaré bien o mal, pero le pongo pasión”, aseguró Diego.
“En lo personal espero el fin de semana del Argentino. Ya sé que el año que viene en la fecha del evento no estoy para mi familia. Y en casa lo saben. Es un momento desestresante. Son como mis vacaciones personales”, narró Molaro.
La amistad está reflejada en pequeños grandes gestos. Juanjo citó su caso. “Tengo artritis reumatoidea en las manos. Según cómo va el partido ellos me dicen si juego o no. Si bien todos queremos entrar, ellos toman esa decisión para cuidarme. Es un grupo de amigos que se formó cuando éramos juveniles de 18 años”, subrayó Molaro.
“Se confraterniza mucho. Es muy grande la amistad y los lazos que se edifican. Son muchachos que te cruzás una vez al año, pero es como si fueras amigo de toda la vida”, valoró Camino. “Vas caminando, te encontrás con una camiseta diferente a la tuya y comenzás a hablar. Es una forma de relacionarte con gente que comparte la misma pasión”, cerró Molaro.