Una pésima investigación policial y judicial solo puede tener un fin: la impunidad. Los funcionarios policiales que el 11 de noviembre de 2009 vejaron a Federico Astudilla y lo dejaron al borde de la muerte hoy caminan sin problemas por la ciudad de Paraná, mientras que el joven sufre las secuelas de esa detención. Ayer el responsable de la comisaría sexta de aquel entonces Carlos Alberto Zuázaga fue condenado a un año de prisión condicional y dos años de reglas de conducta.
Diez años después un policía fue condenado por no evitar malos tratos a un detenido
El comisario, ya retirado de la fuerza, no golpeó al joven, pero el hecho ocurrió en la seccional que tenía a cargo. Además los oficiales Jorge Luis Pérez y Hugo Paniagua fueron directamente sobreseídos, ya que luego de 10 años se probó que no tuvieron nada que ver con los apremios.
La fiscal coordinadora Matilde Federik fue crítica de la investigación que se realizó con el viejo Código Procesal Penal y con la resolución que en aquel momento tomó el juez instructor. Es más, Federik hizo hincapié en lo confuso de la redacción de los sucesos y en el sobreseimiento que recibió un policía que pertenecía al GIA y que habría sido uno de los responsables de torturar al joven junto a otros dos funcionarios que ni siquiera fueron citados por la Justicia.
Mientras la fiscal relató los hechos que padeció Astudilla, la madre del joven que estuvo internado un mes en Terapia Intensiva del San Martín no paró de llorar.
Federik contó que el joven fue detenido supuestamente tras escapar luego de un arrebato que cometió la persona que iba como acompañante en la moto que Astudilla conducía. Al parecer en la persecución se cayeron de sus motos dos policías y también Astudilla, mientras que el acompañante huyó del lugar, Astudilla fue sometido a golpes que le provocaron daños en órganos vitales. No solo fue lastimado en el lugar de detención sino también en la seccional ubicada en avenida Ejército. Allí hasta agua caliente y una bolsa en la cabeza le colocaron.
Astudilla sigue vivo gracias a las maniobras de resucitación que le practicó el exintegrante del Cuerpo Médico Forense de Tribunales, Horacio Sironsky. El médico lo atendió en la madrugada del 12 de noviembre, cuando el personal de la comisaría sexta lo trasladó a la Alcaidía de Tribunales. Desde ese día y por casi 31 días el joven permaneció internado en grave estado en el San Martín.
Zuázaga fue representado por el abogado Marcos Rodríguez Allende, quien acordó con la fiscal Federik la pena de un año de prisión. Mientras que Paniagua fue patrocinado por Eduardo Gerard y Marcelo Franco y el abogado Carlos Albornoz defendió a Pérez.
El juez del Tribunal de Juicio y Apelaciones Alejandro Cánepa aceptó el acuerdo y dará a conocer en los próximos días la sentencia. Además Cánepa compartió las apreciaciones de la Fiscalía, que criticó la deficiente investigación realizada.
Invento policial
El abogado querellante Javier Martínez fue duro contra la Policía al señalar que inventó el accidente para tapar las heridas del joven. “Acá existió omisión y encubrimiento de la Policía. El accidente fue una creación de la Policía para justificar las lesiones. La moto estaba en buen estado”.
El relato del dolor
Federico Astudilla tuvo la posibilidad de hablar ante el juez Cánepa y los policías. Muy angustiado contó: “No soy la misma persona que era ese día. A mí me cuesta respirar. Me lastima el pasto la piel. Mis hermanos me tuvieron que rascar los testículos durante los 31 días que estuve en Terapia Intensiva. Estuve 17 días entubado. Yo no sé si ellos me pegaron. Era tanta gente que no puedo... Uno no está tan conforme por el sufrimiento de mi familia. Si uno se pone a pensar, uno no sufre tanto en Terapia intensiva porque estás como en una montaña. Mucha gente me preguntó si vi la luz, si hablé con alguien. Todo eso es mentira. Yo estaba en una montaña gigante donde era todo niebla. Eso es lo que yo viví durante los 31 días que estuve en Terapia Intensiva. Gracias a Dios y a mi fuerza de voluntad que salí adelante día a día. Mi familia comía en el comedor de casa y yo para llegar ahí caminaba agarrado a las paredes. Estuve un año y ocho meses para volver a caminar de tantas operaciones que me hicieron. Si todos tienen hijos, saben que ni a un violador le hacen lo que me hicieron a mí. Hoy cualquier preso está con una televisión. La verdad yo no le deseo a nadie lo que yo viví. Lo que pasé durante esa horas y después. Yo pasé 24 y 31 en silla de ruedas muchachos. Yo salí del hospital con 41 kilos. Era un muerto vivo. Un zombi. Esto fueron todos golpes. No hubo caída de motos. Yo no tuve ni un raspón de caída de moto. Tenía los borcegos marcados. Excelente la doctora (por Matilde Federik) y el doctor (por Martínez)”.