En marzo de 1973 se realizó en nuestro país el Festival del Triunfo Peronista, en lo que se conoce como el primer acercamiento orgánico del rock con la política en la Argentina. Por ese entonces, Jorge Álvarez (organizador del encuentro) manifestó que fue el mismo Juan Domingo Perón quien le dijo si podía armar “un concierto de rock para presentar la fórmula de Solano Lima con Cámpora”. “Yo le dije que había sido antiperonista toda la vida, pero que ahora estaba de vuelta. Finalmente, lo organicé, y ver a ambos arriba de un escenario junto a La Pesada del Rock fue algo surrealista”, contó.
El rock siempre fue política en la Argentina
Por Mauro Meyer
Chizzo Nápoli de La Renga alentó a sus seguidores a cantar contra Milei. El rock siempre fue política.
La asunción de Héctor Cámpora como nuevo presidente marcó el fin de la proscripción del PJ y aceleró la vuelta definitiva del General al país. Muchos recuerdan que ambos acontecimientos generaron un fervor juvenil impresionante y el rock fue parte de eso.
Desde ese entonces, muchos artistas han mostrado sus preferencias en cuanto a partidos políticos y fueron pocos los que se quedaron al margen. Y los que lo hicieron fueron tildados de “tibios”, aunque lo único que mostraron fue su pensamiento de no mezclar las cosas. Claro que en un país tan politizado como el nuestro, eso es prácticamente imposible.
Lamentablemente, muchos artistas se llamaron a silencio en la época de la dictadura, otros se fueron al exterior y algunos fueron cómplices del horror. Fue en ese entonces donde apareció una movida que se hizo más fuerte y fue contra la corriente: el rock pesado. Muchas bandas organizaron festivales en la clandestinidad y fueron reprimidas por la Policía. Con el regreso a la democracia esa fuerza creció y fue el reflejo de los jóvenes que habían quedado al margen del sistema. Uno de los grupos emblemas fue V8, con Ricardo Iorio y Alberto Zamarbide a la cabeza. Tras su separación apareció Hermética a finales de los 80, coincidiendo con la aparición de Carlos Saúl Menem.
Fue por entonces cuando la H, lanzó uno de sus mejores discos: Víctimas del vaciamiento. Para sorpresa de sus seguidores, el último trabajo de estudio antes de que sus integrantes terminaran su relación. Allí apareció una canción que describía perfectamente lo que muchos pensaban de la política por ese entonces.
“Politiqueando un doctor de la ley ganó lugar con solo prometer. Carnes asadas convidó al pueblo, Quien dio su voto creyendo...”. Así comenzaba el tema, para luego rematar con un estribillo más que directo: “Olvídalo y volverá por más, mostrándose confiable en los carteles. Con prometer a muchos fascinará y con su nombre pintarán paredes”.
Esa es la diferencia que siempre mostraron los músicos que hacen heavy metal en nuestro país. Las metáforas siempre quedaron de lado a la hora de escribir canciones y, como se dice en estos casos, van al hueso para reflejar la triste realidad de la Argentina, algo que no cambia con el paso de los años.
Una vez, Luis Alberto Spinetta le leyó una carta al por entonces presidente Néstor Kirchner, luego de invitarlo a la Casa Rosada. En uno sus párrafos indicó: “La música no debe renunciar a comprender su auténtico rol decorativo, si es comparada con la verdadera partitura de complejas decisiones que debe ejecutar el poder para asistir a una Argentina exigida como casi nunca”. Y luego de recibir una estatuilla, dijo: “Esto no es un Oscar. ¡Es un Néstor!”.
Todo el proceso kirchnerista estuvo atravesado por un constante intercambio simbólico entre la política y el rock. El Indio Solari fue por caso uno de los más fervientes defensores de Néstor y Cristina.
El rock siempre fue política y en los tiempos que corren esta relación se profundizó. La Renga alentó a sus multitudinarios seguidores a cantar en contra de Javier Milei, recibiendo la aprobación de individuos que nunca escucharon una canción de la banda liderada por Chizzo Nápoli y Tete Iglesias. Una vez, Rolo Sartorio (cantante de La Beriso) frenó al público que cantaba en contra de Mauricio Macri y recibió muchas críticas. La música en general siempre tuvo tintes políticos y lo sensato es saberla interpretar, no destrozar al artista que hace pública sus preferencias.