La ley 23.696, conocida comúnmente como Ley de Reforma del Estado, fue una ley sancionada el 17 de agosto de 1989, durante los primeros meses de gobierno de Carlos Menem. La misma permitió la privatización de un gran número de empresas estatales y la fusión y disolución de diversos entes públicos, como YPF, ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas y las empresas de agua, luz y gas. Por ese entonces, la iniciativa fue impulsada por el oficialista Partido Justicialista y sus aliados, entre ellos la UCeDe, que apoyaron en gran medida su aplicación por el gobierno menemista. Álvaro Alsogaray sostenía por aquel entonces que “Achicar el estado es agrandar la Nación”.
"Viejo, cortaron el agua", el pasado aplicado al presente
Por Mauro Meyer
Esta situación ameritó una campaña publicitaria fuerte, que trataba de convencer a los argentinos que esa medida era lo mejor para todos. Quien no recuerda aquella publicidad que comenzaba con una señora abriendo la canilla para luego gritar: “Viejo, cortaron el agua”. Después se sucedían otras acciones como un corte de luz y la imposibilidad de una persona de comunicarse a través de un teléfono.
Todo esto acompañado por una voz en off que expresaba: “En 1988 comenzamos a llamar su atención sobre los problemas de todos, problemas de la gente. Y la gente quería un cambio, buscaba un cambio, pedía un cambio. Hoy hemos iniciado el camino en la dirección correcta, debemos persistir en ella, evitar la impaciencia y confiar en las iniciativa de las personas”. El spot que se difundió en 1991 fue producido por la Fundación de Acción para la Iniciativa Privada (AIP) y evidentemente mostraba los “beneficios” de la reforma del Estado.
Hoy, 32 años después, parece que tenemos los mismos problemas, es decir que nadie pudo resolver la situación, más allá del partido político que sea y de las propuestas que haya presentado en campaña. Un ejemplo de esto es lo que estamos padeciendo los paranaenses con los constantes cortes de agua, sufriendo en algunos barrios la falta del vital elemento por varios días. Los problemas se vienen dando con más frecuencia y las causas son varias. Desde algún caño maestro roto a inconvenientes eléctricos en la zona de captación que lleva el agua cruda del río a la planta potabilizadora. Sin contar también que por una cuestión lógica se deben realizar tareas de mantenimiento que afectan al servicio.
La falta de previsión sigue siendo quizás el mal mayor y no solamente por parte de las autoridades actuales, sino también de las anteriores.
La histórica bajante que sufrió el Río Paraná fue otro de los motivos por los cuales faltó agua en nuestras casas. Su caudal disminuyó de manera abrupta en 2020 y recién ahora parece haberse estabilizado en una altura superior a los 2 metros. Entre las causas de esta situación están la sequía por falta de lluvias, la deforestación y los cambios en la utilización del suelo. Este fenómeno natural que trajo más de un dolor de cabeza, pero su duración en el tiempo pudo haber puesto a pensar a los funcionarios para encontrar una solución a la faltante de agua. Insisto en este punto en la poca planificación que parece haber en la actual gestión, sobre todo en un tema tan importante. Tener todos las semanas el mismo inconveniente ya cansa y es de esperar que no lleguemos al verano con este panorama.
Por su puesto que los ciudadanos también debemos hacer un uso racional del agua, algo de lo cual no tomamos conciencia. El hecho de vivir a la vera de uno de los ríos más grande de Latinoamérica no significa que debamos derrocharla, todo lo contrario. Los cambios climáticos nos deben hacer reflexionar que algo está pasando y que nosotros también debemos aportar nuestro granito de arena. Hacer nuestra parte puede ayudar a que no tengamos que “putear” cada vez que abrimos una canilla y no obtenemos ni una sola gota de agua.
Por ahora, la realidad marca que la interrupción del vital elemento es cada vez más frecuente en Paraná y que las excusas son siempre las mismas. Así que cada vez que esto sucede, siempre se me viene a la cabeza ese famoso grito publicitario: “Viejo, cortaron el agua”. Y ojo, dejo en claro que la privatización del servicio no fue la solución.