“Los cuentos del Baruch. Historias rumiadas en idish” es el título del espectáculo que la Compañía Le Feu estrenará mañana en Casa Boulevard. Se trata de una obra basada en los cuentos escritos por Baruch Bendersky, gaucho judío radicado en Entre Ríos, que fueran publicados en idish en 1931. Habrá funciones mañana y el sábado, a las 20, en Casa Boulevard (Ituzaingó 80, Paraná).
Los cuentos del Baruch, historias entrerrianas rumiadas en idish
Por Luciana Actis
Gustavo Bendersky es bisnieto de Baruch, y junto a Melina Forte desarrolló este espectáculo que toma como punto de partida cuatro cuentos publicados en el libro “En el campo”, que su antepasado publicó en idish hace 90 años.
A fines del siglo XIX, Baruch llegó a la Argentina junto a sus padres y hermanos. Desde el centro de la provincia, escribió en idish una serie de relatos breves; preciosas postales entrerrianas donde lo simple, lo salvaje y lo animalesco se entrelazan y narran esperanzas y heridas. Casi un siglo después, esas mismas historias irrumpirán en escena, acaso para demostrar cuán urgente es la persistencia de aquel fantástico mundo donde tierra, animales y personas aún no han sido desvinculadas.
“Estamos con unas ganas tremendas de actuar y reencontrarnos con el público, este segundo parate fue bastante duro. Pero estamos persistiendo y esperando que lleguen mejores tiempos. Pero si buscamos lo positivo de las cosas, aprovechamos este tiempo para hacer una inmersión en proyectos, al igual que el año pasado. Pudimos hacer otras cosas que cuando hay funciones, giras o talleres no podemos hacer”, comentó Bendersky a Escenario.
—¿El espectáculo tiene que ver con tu familia o el apellido es mera coincidencia?
—Tiene que ver, porque el espectáculo está basado en algunos cuentos de quien fue mi bisabuelo. Hay un vínculo de mi parte como bisnieto, pero para nada es un biodrama ni se trata del rescate de la historia familiar. Tomamos los cuentos como los podríamos haber tomado de cualquier otro autor, aunque yo tenga una filiación con él. Yo no lo conocí a Baruch Bendersky, pero conozco sus cuentos desde que era chiquito, su figura como escritor siempre se mencionaba. Él llegó a la Argentina con 14 años, era un gaucho judío, se instaló en Sonnenfeld (San Gregorio) una colonia judía cerca de Villaguay y hablaba en yidish, también escribía en ese idioma. Y mi abuelo fue quien tradujo esos relatos.
—¿Cómo surgió la idea de llevar estos cuentos a escena?
—A mi nunca se me pasó por la cabeza hacer un espectáculo basado en esos cuentos, pero empecé a trabajar con Melina Forte, que también actúa en este espectáculo, y al leer los cuentos rápidamente le pareció que ahí había una teatralidad muy fuerte, pese a ser prosa narrativa, pero estaba lleno de imágenes y acciones teatrales. Y algo que a ella le pareció súper interesante es que los cuentos fueron publicados en 1931, o sea hace 90 años, pero los relatos tienen como protagonistas a animales y desde una visión muy adelantada para su época. Mi bisabuelo habrá sido un gran observador y en ese entonces demostraba una enorme empatía hacia los animales, una mirada muy cercana. Por ejemplo, uno de los cuentos narra en primera persona la vivencia de una vaca cuando carnean al ternero, su hijo. Y es una mirada adelantada para esos tiempos, porque recién ahora en la sociedad se está instalando una discusión sobre la crueldad hacia los animales, en qué condiciones nos vinculamos con ellos. Y Baruch Bendersky tenía en esos cuentos esa mirada
—¿Cómo fue que Baruch publicó un libro en idish?
—Hay una entidad que todavía existe y que tiene mucha pujanza, que se llama Fundación IWO, que está dedicada a la preservación de la cultura en idish. Es un idioma que tiene muchos hablantes en el mundo y no tiene estado, como generalmente pasa con los estados y sus colonias, como en el caso de Argentina con el idioma español. El idish tiene cierta característica anarquista, de rebeldía, y está vinculado a la libertad en general. Bueno, fue esa fundación la que en 1931 publicó ese libro, titulado En el campo, y diez años después se publicó una antología ampliada de cuentos de él. Pero el idish es un idioma que en 1900 se hablaba mucho en la Argentina, de hecho, mis abuelos lo hablaban entre ellos. Incluso, en Capital Federal y en muchas colonias judías entrerrianas se representaba teatro en idish. Como dato anecdótico de color, te puedo contar que Arthur Miller, el dramaturgo estadounidense, se estrenó en la Argentina en idish. Pero esto se fue perdiendo, yo como bisnieto, no lo hablo, no lo leo ni lo entiendo.
—¿Y por qué “historias rumiadas”?
—El subtítulo, historias rumiadas en idish, tiene que ver un poco con la temática de la animalidad, pero también porque hay un sincretismo muy fuerte en estos colonos judíos que por un lado conservaban con muchísima fuerza sus tradiciones, y por el otro tenían una enorme voluntad de integración. En las colonias judías la celebración del 25 de Mayo era una fiesta impresionante, cantaban el himno, se ponían escarapelas. El judaísmo tenía la concepción de la tierra prometida y de labrar la tierra. Pese a que no eran gente vinculada al agro, llegaron acá y aprendieron rápidamente. Y los cuentos un poco hacen referencia a todo esto, tienen una dualidad porque por un lado son muy entrerrianos, pero están escritos en idish.
—¿Cómo está armado el espectáculo?
—Nos quedamos con cuatro cuentos y nos representaron un desafío, porque por un lado hay que trabajar con materiales no convencionales para el teatro; no queríamos hacer un espectáculo de narración oral, sino que tengan acción escénica teatral. Entonces hubo que hacer una transposición del lenguaje narrativo al teatral, a la acción, la imagen y la corporalidad. Y el otro desafío enorme era que la mayoría de los protagonistas son animales: representar una vaca sin caer en el trajecito de vaca de acto escolar es todo un desafío; cómo evocar la presencia de una vaca, un ternero, un perro o un caballo en escena sin recurrir a eso. Entonces apelamos a muchas convenciones teatrales, nos valemos de un dispositivo escenográfico diseñado y construido especialmente para la escena, plantea diferentes espacialidades. Además trabajamos con un mascarero, Alfredo Iriarte, que es quizás el más importante de la Argentina, fundador del grupo de teatro Los Catalinas, de Buenos Aires, ha trabajado con muchos artistas prestigiosos y es muy reconocido en lo que hace. Las máscaras es algo que en nuestro grupo nunca habíamos hecho. Con cierta timidez le pedimos si quería trabajar con nosotros y accedió rápidamente. Nos fabricó dos máscaras que tienen que ver con mi bisabuelo y que aportan un elemento de teatralidad muy importante.
Ficha técnica
- Idea y actuación: Melina Forte – Gustavo Bendersky
- Realización de máscaras: Alfredo Iriarte
- Realización escenográfica: Neri Rodríguez
- Asesoramiento musical: Agustina Schreider
- Canción “De cómo se logró que un perro y un gato vivan en paz”: Leonardo Rodríguez y Javier Bendersky.
- Producción: Compañía Le Feu.
- Reservas al: 3434657010