En Paraná el sector gastronómico sigue sumergido en una crisis de largo aliento.
Entre la crisis y las vacaciones
La pandemia, un acontecimiento excepcional y por ende imprevisible, cambió para siempre las reglas del juego. Por más que los gurúes del mal hayan querido instalar un falso debate, donde se planteaba priorizar la economía por encima de la salud, el gobierno nacional no se prestó a ese juego: los recursos disponibles se destinaron a reforzar el sistema de salud público y privado. Sería de necios no advertir que cuando el coronavirus más apremiaba los legisladores nacionales recibieron un aumento en su ya voluminoso salario. Una cachetada más al pueblo en medio de una de las peores crisis sanitarias y económicas.
Pero para no desviar el eje que tendrá el artículo, en esta coyuntura son varios los sectores de la economía que atraviesan un momento crítico. El turismo y sus operadores, los establecimientos gastronómicos y hoteleros, así como también las distintas actividades afines a estos prestadores.
Según la información proporcionada por la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), seccional Paraná, un total de 400 trabajadores gastronómicos han perdido definitivamente su empleo. Esas usinas laborales no pudieron sobrevivir a las restricciones y el primer afectado es el trabajador y sus familias. Los cierres de locales no solo se dieron en la ciudad de Paraná, sino que es un drama social que también impactó en Victoria, Diamante, La Paz, Gualeguay, Gualeguaychú y Rosario de Tala. El brazo gremial de la Uthgra Paraná abarca a todas esas localidades, donde en menor o mayor medida por las restricciones dispuestas para atenuar los casos de coronavirus, hubo que bajar las persianas. “En nuestra región entre siete u ocho establecimientos hoteleros cerraron para no abrir más”, describió a UNO el secretario general de la Uthgra local, Hugo Permayú.
Con estos números el panorama parece poco alentador, sobre todo porque los bares y restaurantes todavía deben adaptarse a trabajar con un aforo del 30% y en una reducida franja horaria. Ello conlleva que los trabajadores solo puedan trabajar a veces la mitad del mes, dependiendo del movimiento comercial y los ingresos económicos.
En esta nueva etapa de la emergencia sanitaria las expectativas están puestas en el inminente comienzo de las vacaciones de invierno, que en Entre Ríos comenzarán el 12. Tampoco es para tirar manteca al techo, pero empresarios, gremialistas y trabajadores mantienen el optimismo. “No van a ser las vacaciones de julio a las que estamos acostumbrados, pero con el avance de la vacunación y extremando los cuidados, se podrá salir un poco más”, alentó Permayú.
Una radiografía similar planteó el secretario de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra) Marcelo Barsuglia. Para el empresario el escenario sigue siendo complejo y con locales funcionando “en una pseudonormalidad”. En medio de la incertidumbre, el sector se aferra a nuevas aperturas y al auxilio financiero que está dando el Estado para encarar una difícil coyuntura.