Hay chalecos amarillos que no tienen ganas de hablar con la prensa. Uno de ellos, a la altura de la avenida Víctor Hugo, con dos acompañantes a su lado, ha empleado palabras insultantes y dicho que odia a los medios de comunicación, tras ser preguntado por ABC. Su rastro se ha perdido entre la multitud que se congrega en los Campos Elíseos, donde se escuchan gritos y abucheos y, de vez en cuando, un ruido seco y duro, como un golpe repentino, probablemente ligado al disparo de gas lacrimógeno.
Aunque la altura de la avenida Morceau, una mujer, miembro del movimiento, se ha quitado su chaleco amarillo y ha confesado que «tiene miedo», otros se atreven a permanecer en las calles, y se muestran mucho más amables con los medios de comunicación.
«Hoy, esperamos que el presidente de la República asuma sus responsabilidades. Manifestamos nuestra desesperación y nuestra miseria, y lo escucha a medias. Debe tomar una decisión y afrontar lo que sucede, y tener un gesto firme. Hoy en día hay una crisis social. Si no tiene en consideración las reivindicaciones del pueblo, todo esto va a terminar en una crisis política, y eso va a ser muy malo. Si no hace nada, hay un riesgo de contagio para los otros países de Europa, como España, Italia o Grecia. Si hay golpes o heridos esta noche, él será el primer responsable», explicó Kamel, un parisino de 48 años que pertenece al movimiento de los chalecos amarillos.
«Lo que me impresiona es que nunca, en mi vida, he visto un presidente de la República que no tome la palabra sobre los acontecimientos que se produjeron la semana pasada. Es inadmisible. No hubo ninguna reacción. No estoy nada satisfecha con sus políticas. Quiero que se marche», añadió Daniella, de 43 años y también vecina de París y participante en la movilización.
Todo el mundo teme que, como ocurrió la semana pasada, las escenas de violencia se repitan hoy. Hay varios focos de protesta. Muchos de los manifestantes, por ejemplo, también se congregan entre el Arco del Triunfo y Porte Maillot, donde lo que se escucha son sirenas de la Policía, y se ven furgonetas de los antidisturbios.