Un nuevo 11 de septiembre señala en el calendario el “Día del Maestro” en homenaje a la figura de Domingo Faustino Sarmiento, político, filósofo, pedagogo, escritor, docente, periodista, estadista y militar argentino; gobernador de San Juan y presidente de la Nación Argentina. Diario UNO reunió los testimonios de tres docentes entrerrianas que desandan su vocación en diferentes escuelas de la provincia de Entre Ríos, en contextos diversos, con realidades dispares pero identificadas por un denominador común: la enseñanza.
Los docentes y el desafío de revolucionar su vocación
Por Dina Puntín
Silvina Bernardi, Vanesa Gaona y Cristela Miret cuentan su historia y cada relato tiene su característica especial e implica un recorrido donde la satisfacción más grande radica en el éxito escolar de los alumnos.
Silvina Bernardi tiene 13 años de antigüedad y actualmente se encuentra desempeñando su trabajo en una escuela secundaria y en la Coordinación de Educación Sexual Integral (ESI) del departamento San Salvador.
"La elección de la docencia se dio por ser -de las opciones disponibles que tenía para continuar los estudios a nivel terciario- la más acorde a mi vocación. Asimismo, la vinculación que mantenía con la escuela primaria de localidad y los docentes que se desempeñaban ahí -habían sido mis docentes en el nivel primario- llevaron a que elija la carrera de formación docente para proyectar mi futuro", relató.
En su recorrido docente se desempeñó en una escuela rural de Colonia Baylina. "Durante estos 13 años, he transitado aulas de escuelas de nivel primario y de nivel secundario. Los últimos cuatro años considero que fueron los que más han aportado a mi profesión por el lugar que estuve desempeñando: trabajar como directora de personal único -siendo suplente de la que fuera mi primera maestra- en la escuela primaria a la cuál concurrí como alumna, y con la que me unen ciertos lazos familiares que se remontan a sus orígenes".
Allí se detuvo para rememorar su paso y contar su experiencia como docente de la escuela N°7 “Ciudad de Córdoba” del departamento San Salvador.
"A la escuela concurría un promedio de 15 estudiantes –entre nivel inicial y primario-, en su mayoría de familias radicadas en la colonia. Compartí la tarea con la docente de nivel inicial y profesores de las áreas estético-expresiva. La escuela rural se caracteriza por ser plurigrado –en un mismo aula se encuentran estudiantes de diferentes grados y ciclos- por lo cual la enseñanza se planifica de manera tal que permita atender a todos los estudiantes al mismo tiempo, bajo un mismo eje de contenido y/o espacio curricular con diferente complejidad, actividades individuales y con el grupo completo, se organizan grupos de estudiantes a partir de diferentes criterios que van más allá a que pertenezcan o no al mismo grado; pero por sobre todo se destaca el trabajo colaborativo, por esta particularidad de convivir con diferentes edades", describió.
Allí las familias tienen un papel central en la escuela. "Ya fuera acompañando a sus hijos en los procesos de aprendizajes como así también en la predisposición a la hora de colaborar para que la institución creciera. Esto era un lazo tan fuerte que sostenía unida a la comunidad en sí, integrando además a exalumnos y vecinos de la colonia".
Sobre la experiencia de trabajo en la escuela rural, manifestó: "Ser docente de una escuela rural va más allá de la terea didáctica-pedagógica y administrativa, implica participar de las actividades sociales que permiten conocer a la comunidad, sus costumbres y la idiosincrasia del lugar. Ser parte de la historia de esta escuela, primero como alumna, luego como maestra y también como mamá es una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido. Porque mi rol no solo fue educar, sino también ser y formar parte de la comunidad de la escuela, forjando vínculos que permanecerán en el tiempo".
Bernardi también se refirió a los desafíos de la educación en la actualidad: "Actualmente la educación necesita un resignificar las prácticas pedagógicas, por lo cual el gran desafío del docente actual es revolucionar el currículum y adaptarlo al siglo XXI. Generar aulas afectivamente seguras que fortalezcan las relaciones positivas entre estudiantes y generen buenos vínculos con sus docentes. Es un momento de cambios, de nuevas metas pero también de nuevos aprendizajes".
Vanesa Gaona fue destacada con el título de Maestra Ilustre Entrerriana en el año 2015, por su labor docente en Villa Paranacito.
"Elegí ser docente porque era el sueño de mi papá 'Tener una hija Maestra' y cuando me decidí su felicidad fue también mía, además que soy hija de una 'Maestra rural'", le señaló a UNO.
Con el paso de los años -Gaona tiene 23 años de antigüedad y los últimos 15 años los desarrolló como maestra y directora- descubrió las bondades de ser maestra.
"El primer día que hice mi práctica docente disfruté (a pesar de los nervios por ser observada) y el tiempo me demostró que era Maestra de vocación".
Actualmente se encuentra en la escuela número 4 "Vicente López y Planes" de Arroyo Brazo Largo.
"Se ubica en el corazón de la isla 9, con 102 años de historia institucional. Concurren 32 alumnos, de ellos 5 son de nivel inicial (de 3 a 13 años) y una vez a la semana funciona un Centro laboral comunitario para adultos, al cual asisten padres y abuelos de los alumnos. Tenemos un horario de clases extendido de 9 a 14 horas. Sumado una hora de viaje para llegar y una hora para regresar en la lancha escolar", describió.
Gaona también hizo referencia a las familias de sus alumnos. "Para nosotros como equipo es fundamental su confianza y a su vez el acompañamiento para sostener la educación isleña. La Maestra ocupa un rol fundamental en la vida de los niños isleños, porque complementa la educación que se trae de la casa. ¡Somos equipo! Para acompañar la trayectoria de los hijos-alumnos y además es importante adaptatse a los desafíos que acarrea la sociedad, vivimos en un paraíso con sus fortalezas y debilidades pero nos caraterizamos por ser resilientes ante cada adversidad como lo es el frío intenso, las inundaciones, las extensas distancias".
Vanesa, que ha visto pasar varias generaciones de alumnos y también fue maestra en grados de escolaridad primaria de sus 5 hijos, aseguró que todos los días hay desafíos por enfrentar.
"En la isla, la escuela lo es todo, no sólo el lugar donde se aprende, sino además la plaza para jugar, el club para expresarse a través de su cuerpo por medio del deporte, el lugar para compartir y el tiempo para ser feliz. Desde mi rol maestra-directora-mamá del corazón, me gustaría seguir con las mismas ganas que tengo desde el primer día que estuve en un aula. Transmitir mi optimismo para permitir a mis hijos-alumnos seguir creyendo en los sueños y acompañar a las familias para crecer juntos como personas, profesionales e isleños que escribímos la historia cada día dando al mundo lo mejor de cada uno", sostuvo.
Cristela Miret es docente del departamento Colón y se desempeña en una escuela secundaria rural de Colonia San Antonio.
Sobre el inicio de su vocación, recordó: "Con cuadernos viejos, papeles de revistas, muchos lápices y un poco de ingenio de pequeña jugaba a ser maestra practicando con mi hermano menor aquello que me enseñaban primer grado. Pedía las tizas chiquitas a mi maestra en la escuela N°19 '9 de Julio' de La Clarita para practicar letras en pisos (y quizás en alguna pared) de mi casa. Poco a poco ese juego, se fue convirtiendo en curiosidad. Creo que la vocación en cierta parte se construye. Hay quienes sienten ese llamado interno por alguna profesión y comienzan el nivel terciario/universitario muy convencidos. No fue mi caso, no estaba muy segura al principio, sabía que el aula no se parecía en nada a mis juegos de la infancia, la realidad es mucho más compleja y el rol del educador no se limita solamente a enseñar".
También hizo referencia a los replanteos de su vocación: "Al transcurrir mis primeras prácticas, en escuelas de ciudad volví a pensar que no podría, que quizás la docencia no era para mí. Hasta que comencé a trabajar en escuelas rurales, y encontré el sitio donde puedo ir feliz cada día a mi trabajo, disfrutando lo que hago e intentándolo hacer con el mayor de los compromisos desde hace casi diez años".
Sobre la comunidad educativa donde desempeña la docencia, indicó: "Actualmente trabajo en dos escuelas. La Escuela Secundaria N°16 de Pueblo Cazés, donde comencé a transitar mi carrera. Y recientemente la Escuela Secundaria N°3 'Presbítero Eliseo Melchiori' de Arroyo Barú. En ambos establecimientos soy docente en el primer año de Educación Secundaria. En Cazés pasé por distintas etapas, es una escuela joven, se está conformando aún. Entre todos los cursos la matrícula no supera los 30 alumnos. La enseñanza es muy personalizada, es posible acompañar a los estudiantes por la baja matrícula. Los cursos no tienen más de 8 estudiantes, es una gran ventaja tanto para los chicos como para los educadores. Los chicos tienen entre 11 y 19 años, pero en sus inicios llegué a tener alumnos de 30 años. Allí nos conocemos todos, entre profesores, alumnos y familias".
Y destacó: "Hace poco empecé a trabajar en Arroyo Barú, es una localidad que conozco desde pequeña, tengo familia allí. Estoy conociendo a los grupos, me han recibido muy bien y el clima de trabajo es muy bueno. Concurren alrededor de 50 alumnos, es un pueblo en crecimiento, muchas familias vienen de otras localidades a trabajar, por lo que ingresan nuevos alumnos en todo momento".
Sobre el vínculo con los padres de sus alumnos, señaló: "Las familias de la escuela rural, que es donde paso la mayor parte de mi tiempo laboral, son muy respetuosos con los docentes. Valoran muchísimo la figura del maestro, siempre que se los invita a participar se acercan a la escuela. En ocasiones nos abren las puertas de su familia, haciéndonos parte de festejos incluso. Conocer a los chicos, conectar con ellos es muy importante, primero construimos un vinculo y luego es posible educar".
Cristela definió su rol en la comunidad donde transita la docencia.
"Ser docente en una escuela rural es muy significativo, el vínculo que se genera es estrecho, tenemos oportunidad de conocer a nuestros estudiantes y sus familias, algo que en una escuela de muchos más alumnos es complejo. El lugar que cada uno ocupa dentro de la escuela y su contexto se genera con el paso del tiempo, hay que involucrarse con la tarea, desde lo ético asumir ese compromiso de enseñar, educar, acompañar, formar ciudadanos. Creo que al hacerlo con el corazón y responsabilidad ganamos ese lugar en una comunidad, de esa forma el entorno puede entender al docente", sostuvo.
Para ella, el desafío de los educadores hoy en día está en los vínculos.
"La compleja tarea de educar implica estar con otros, relacionarse, vincularse. Creo que hoy en día es una barrera a superar. Más allá de los saberes, intereses que pueda tener el estudiante, dificultades para comprender los contenidos. Es muy difícil construir esos vínculos entre alumnos/familias/ otros docentes. El trabajo en equipo es fundamental, y encontrar ese sentido común no siempre es sencillo. Socialmente me da la sensación que estamos abandonando los vínculos, es muy importante para un niño/adolescente sentir la compañía del adulto, como padres involucrarse e invertir tiempo, algo tan simple pero que resulta tan complejo al parecer. Detener la vida adulta para estar con el otro. Y como adultos, dentro de una escuela también, ver al otro, a mi alumno, entenderlo y luego sí me propongo enseñar. Lo mismo pasa entre colegas, el trabajo en equipo da muy buenos resultados, los estudiantes también observan cómo nos desenvolvemos en una institución. Si les exigimos compañerismo, respeto, trato cordial, como adultos practicar la empatía, ser ejemplo a seguir", dijo y añadió sugerencias para mejorar el rol docente: "Siempre aspiré al trabajo colaborativo. Necesitamos espacios y tiempos para charlar entre docentes y generar propuestas de enseñanza que también involucren a las familias y a la comunidad en general. En escuelas pequeñas es posible, lo hemos realizado en algunas ocasiones con muy buenos resultados. Cuando una comunidad se involucra y participa en la construcción del saber, le asigna otro valor a la tarea".