La Inteligencia Artificial (IA) que se viene utilizando hace ya décadas tuvo, en los últimos meses, un desarrollo vertiginoso y está introduciendo cambios en muchas actividades, entre éstas la comunicación. Hay marcadas posturas en el sector periodístico acerca de su utilidad y de sus riesgos. Una visión apocalíptica postula que la inteligencia artificial arrasará con las fuentes de trabajo en la producción de contenidos y, por el contrario, otra postura asegura que nada podrá hacerse sin la supervisión del intelecto humano.
IA y Periodismo: cautela entre la novedad y desafíos en un futuro cercano
Foto: Fopea
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Rosental Alves y Ernesto Fernández Polcuch, integrantes del panel sobre Periodismo e Inteligencia Artificial, en el 12° Congreso Fopea Periodismo Multiplataforma.
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En el primer grupo están aquellos que se toman muy en serio lo que vienen advirtiendo los mismos desarrolladores y académicos de la IA sobre su riesgo “como el de la bomba nuclear” -según describieron en su último manifiesto- y piden una urgente regulación internacional. Plantean que los sistemas de machine learning (aprendizaje automático) no son del todo confiables y que hay que ser conscientes de los límites de herramientas como ChatGPT y no resignar la función de chequeo de datos.
El segundo grupo señala que es el ojo humano quien evitará las huellas y los sesgos negativos -como racismo, homofobia y otros tipos de discriminaciones- de ciertos algoritmos; y que los y las periodistas deberían ver a la IA como un recurso para delegar el trabajo tedioso y así poder disponer de más tiempo para investigar, analizar y crear.
Por el carril del medio hay un grupo cauto que se permite desconfiar y estar alerta sobre el uso de la IA en las redacciones, pero es flexible en cuanto a la conveniencia de agilizar procesos, delegar tareas repetitivas o mecánicas -como la transcripción de entrevistas, la compilación y análisis de datos estadísticos o el filtrado de comentarios. Postulan que la creatividad, la sagacidad periodística, el talento de una buena pluma, la empatía a la hora de informar, aún no han sido sustituidos por ninguna herramienta de IA y que el periodismo puede quedarse tranquilo en cuanto a la conservación de los puestos de trabajo.
Otra de las cuestiones que agobia a la profesión respecto de las nuevas tecnologías es la necesidad de mantenerse actualizado en medio de un enorme caudal de herramientas disponibles. Las preguntas que se hacen en ese marco, es si todas estas aplicaciones son útiles a sus propósitos ¿Cuáles sirven y cuáles no para la tarea diaria y para el medio en el que se desempeñan? ¿Cuáles son las fuentes de estos datos? ¿Son compatibles con ciertos contextos? ¿Quiénes entrenaron a esos robots?
Más dudas que respuestas
¿Con la inteligencia artificial se está evolucionando hacia un periodismo que prescinde de lo humano? ¿Cuál será el rol de los y las periodistas en esta carrera tecnológica? El primer panel del 12º Congreso Fopea de Periodismo Multiplataforma, realizado el 2 y 3 de junio en la Universidad Blas Pascal, en Córdoba, intentó responder a estas cuestiones. La presentación de los panelistas giró en torno al uso de la IA como herramienta -cuyo impacto se asemeja a la revolución causada por internet en la profesión- y en la necesidad de regulaciones en su uso a partir de las advertencias lanzadas por sus propios creadores.
Rosental Alves, periodista y profesor brasileño especialista en periodismo en red, le quitó presión a la visión apocalíptica de una inteligencia artificial que llega para destruir el mundo: “El factor humano va a distinguir al buen periodismo de aquello que no lo es. Será cada vez más esencial en relación a la calidad del periodismo”, expresó.
Sin embargo, el director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas, de la Universidad de Texas, señaló que es importante desconfiar y ser escépticos: “La IA no piensa sola, solo genera lenguaje a partir de los datos. Todo debe pasar por el ojo y supervisión humana”, expresó.
Sobre la destrucción de puestos de trabajo opinó que puede ocurrir solo “en alguna medida”. También señaló que la IA sirve para mejorar la productividad al encargarse de tareas repetitivas, compilación de datos, armado de resúmenes, borradores y titulares sobre los cuales trabajar. Para Alves esto libera al periodista y le da tiempo para la creatividad, la mejora de su perfil y de su performance. “Pero, para lograr esto, es necesario establecer reglas en cada redacción”, apuntó.
Como recomendación, Alves destacó la importancia de verificar los datos que arroja la IA, el contexto en que fueron creados y sus fuentes. Recalcó que es menester reconocer e informar a los usuarios si una pieza o contenido fue realizado con IA; también evitar los sesgos y la violación de la privacidad en los datos.
Delfina Arambillet, periodista especializada en Datos e Inteligencia Artificial que se desempeña en el área de Aprendizaje, Diversidad, Equidad e Inclusión de Globant señaló que se puede usar la IA en Periodismo para optimizar procesos, investigar y personalizar formatos, pero advierte que todo desarrollo tecnológico tiene el sesgo de sus creadores, por lo que es necesario adaptar su uso. " La IA, los algoritmos, son opiniones y sesgos embebidos en matemáticas", definió y concluyó: "Desconfíen de las personas que les traen soluciones, todos estamos aprendiendo. En este contexto es necesario hacer alianzas con profesionales que quieran contribuir a la causa, porque el Periodismo tiene un propósito".
A su turno, Luciana Benotti, profesora Asociada de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora del Conicet lanzó una fuerte advertencia sobre el lugar de origen y creación de la Inteligencia Artificial y la parcialidad de quienes la entrenan. Para la presidenta de la Asociación Panamericana de Lingüística Computacional (NAACL) uno de los grandes riesgos del uso de la Inteligencia Artificial es la precariedad laboral. También hizo hincapié en que en Argentina es que prácticamente no hay científicos investigando su desarrollo e implicancias con una mirada local y remarcó la necesidad de lograr consensos internacionales para su regulación.
En esta línea, Ernesto Fernández Polcuch, director de la oficina Unesco Montevideo para Ciencia para América Latina y Caribe marcó la necesidad de que tal regulación acordada por los Estados y la sociedad civil, exprese que la IA debe estar al servicio de la humanidad, del medio ambiente, y que debe promover fines pacíficos, respetando las “Recomendaciones sobre la ética de la IA de Unesco”. Entre los principios y valores destacados se encuentran la proporcionalidad, la seguridad la protección de niños y adolescentes, la equidad, la no discriminación, la sustentabilidad, el derecho a la intimidad, la protección de los datos, la trasparencia y la supervisión y determinación humana. Si bien estas recomendaciones no tienen carácter vinculante, constituyen el primer marco consensuado sobre regulación del uso de la IA.
Asimismo, Fernández Polcuch adelantó que Unesco está trabajando en el desarrollo de una herramienta de monitoreo de las recomendaciones para garantizar el uso responsable y equitativo de la IA en la sociedad.
La novedad impone cautela
En el proceso de creación del contenido periodístico las herramientas que funcionan con Inteligencia Artificial son numerosas y variadas, desde las más sencillas -como transcriptores de audios, traductores, asistentes de voz, o visualizadores de datos- a las más complejas -como modelos creados para analizar audiencias y ciclos de vida de los contenidos, cruzar entidades para producir titulares, procesar documentación o conectar plataformas.
Herramientas como chat GPT redactan textos en forma coherente, si se le indica qué tipo y qué tono se pretende. En el ambiente periodístico hay una especie de consenso sobre la utilidad de la herramienta para redactar cables, gacetillas, resúmenes, borradores y lo consideran una especie de aliada en momentos de mucho trabajo y poco tiempo en esta época de profesionales multitareas. A la vez se coincide en que, en el nivel de desarrollo actual, el Chat GPT no puede reemplazar al periodista en redactar una crónica, contar una historia, buscar ángulos sutiles o novedosos, analizar o investigar con perspicacia.
En síntesis, la calidad del contenido siempre dependerá de una persona humana. Hasta el momento, la IA no tienen creatividad ni imaginación, no empatiza y carece de habilidades específicas. Puede incurrir en prácticas engañosas o en infracciones a la propiedad intelectual. Para muchos, el sistema se está apropiando de la cultura con una acumulación del conocimiento y difunde un sesgo occidentalizado debido a la clase de entrenamiento que reciben las redes neuronales de lenguaje natural, el método de IA que enseña a las computadoras a procesar datos imitando al cerebro humano.
Desafíos y definiciones en un futuro cercano
La profesión tiene por delante desafíos de reconversión. Años atrás fue la web, luego el periodismo 2.0 y las redes sociales. Los cambios constantes y rápidos exigen la actualización constante para no retrasarse en la carrera. Las nuevas generaciones de profesionales, nativos digitales, corren con la ventaja por una apropiación natural de las herramientas mientras que los comunicadores de más trayectoria hacen un esfuerzo por subsistir a la vorágine tecnológica. En este afán, algunas tareas y especializaciones caerán en el olvido y surgirán otras capacidades o puestos de trabajo. Y aunque la supervivencia implica adaptarse a los cambios, en el caso del periodismo y las IA la ventaja estará en marcar la diferencia con un retorno a las fuentes mismas de la profesión: conocer un hecho, hacer una crónica, una crítica, analizar, entrevistar, buscar y contar historias con una mirada humana, empática, editorializar. Volver a los orígenes del periodismo será lo que lo aventaje por sobre las máquinas.