Ariel Domínguez nació y creció en el barrio Humito, donde con los años fue ganando poder territorial, se convirtió en un dirigente barrial y alcanzó un cargo de coordinador general en la Municipalidad de Paraná con la actual gestión. En esas mismas calles, luego de una noche violenta, encontró la muerte en el mediodía de ayer, a los 48 años. El barrio estuvo con ánimos muy caldeados durante la siesta y llegaron varios policías para custodiar la zona. Aún sin pistas firmes, algunas voces apuntan como responsables del homicidio a soldaditos de un conocido narco de la zona, apodado Tarta.
Señalan a soldaditos de un narco de Humito por asesinar a Ariel Domínguez
Por José Amado
El personal de la División Homicidios llegó al lugar, así como el fiscal Santiago Brugo, para recabar la información necesaria y orientar la investigación en medio de un clima tenso. Los peritos de Criminalística encontraron decenas de indicios balísticos de distintos calibres, que reflejaban lo que había sido una balacera infernal.
El hecho ocurrió en calle 1.009, una cuesta pronunciada que baja desde avenida Larramendi hasta la canchita del barrio. Ariel Domínguez cayó herido de un disparo en el pecho en la primera esquina, a unos 100 metros de la avenida donde se encuentra un hipermercado y una estación de servicios.
Las primeras versiones en torno al asesinato provinieron de testigos presenciales y circunstanciales cercanos a la víctima, quienes apuntan a un grupo de personas que disparaban desde la esquina ubicada cuesta abajo, desde la canchita. Las referencias son difíciles porque las demás calles no tienen nombres. Como disparaban hacia arriba, hubo plomos que impactaron en los frentes de otras viviendas y el árboles. Había familias con chicos en la calle que tuvieron que refugiarse cuerpo a suelto dentro de sus casas.
Pero el conflicto había comenzado en la noche del sábado. Una versión indica que Domínguez, quien vivía a pocas cuadras sobre calle Cura Gil y Obligado, tenía allí una casa que alquila a una familia. Como les habían entrado a robar, les recriminó a los supuestos ladrones lo sucedido, lo que originó una fuerte discusión. Como represalia, en la madrugada fueron a prenderle fuego esa vivienda. Ayer al mediodía, Domínguez regresó al lugar y la situación se desmadró con una lluvia de balazos. Uno de ellos impactó en el pecho de la víctima. Lo subieron a un auto particular y lo trasladaron al Centro de Salud Ramón Carrillo, donde constataron su fallecimiento.
Voces en una tarde caldeada
Un chico que observaba a lo lejos el trabajo de los policías en la escena del crimen contó a UNO que escuchó como 30 disparos y señaló la pared del frente de su casa donde quedó la impronta circular de un balazo. “Allá arriba también, fue impresionante”, dijo al señalar las copas de los árboles en linderos a su vivienda. Unos metros más abajo por la calle 1.009, una agente de Criminalística retiraba las marcas de los balazos en paredes y en el tronco de una palmera. “Se tiraban de una esquina a la otra”, contó el gurí.
En principio, se encontraron improntas de armas de tres calibres: 32, 35 y 38.
Una señora que vive en la cuadra donde se desató el infierno, relató a UNO: “Habrán sido la 1, 1 y media cuando lo mataron. Anoche (por el sábado) se agarraron, hubo un discusión. Ariel vivía en calle Cura Gil y Obligado, alquilaba acá. A la madrugada vinieron y sacaron al inquilino y le prendieron fuego la casa. Mi hija vive al lado, con el esposo y el nene se estaban asfixiando adentro, que no sé como salieron afuera, y los vecinos los socorrieron para apagar la casa de la lado porque se les quemaba la casa de ella”.
Y acerca de lo ocurrido al mediodía del domingo, contó: “Mi hija salía de su casa. Menos mal que los nenes se quedaron en mi casa, si no me matan una criatura.
Aseguró que “fueron como 100 tiros” los que efectuaron los agresores y según su versión no recibían respuesta con armas desde donde estaba Ariel Domínguez. “Tiraban de este lado nomás, era impresionante, estaban todos sentados afuera en familia, les pedían por favor que no tiren y se tuvieron que meter todos adentro. Los que tiraban ya tienen antecedentes, han baleado a personas acá, los han llevado detenidos y han salido”, dijo la mujer, mientras sostenía un nieto en sus brazos.
Por último, contó: “Ariel vino a aclarar el asunto, porque le prendieron fuego la casa, y ellos no quisieron hablar, los recibieron a los balazos. Cuando venía a ver la casa, lo emboscaron porque estaban acá, y del otro lado del pasillo había dos más”.
“Era buenísimo porque ayudaba a todo el barrio”, recordó la señora al hombre asesinado.
Por otro lado, hay versiones que apuntan a un conflicto que viene de más larga data que la discusión del sábado a la noche. Los investigadores tienen algunos nombres aunque aún no está claro quiénes eran los tiradores. Aunque no se confirmó oficialmente a UNO, se maneja la hipótesis de que los autores de la agresión serían soldaditos de un narco del barrio que ha crecido mucho en el último tiempo. Se trata del “Tarta”, a quien la Policía Federal investigó en una causa provincial por narcomenudeo y allanó su precaria vivienda el año pasado.
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Más asfalto, menos futuro
Una mañana de un sábado de noviembre de 2011, Ariel Domínguez estaba sentado en la puerta de lo que era el comedor comunitario de la vecinal del barrio Humito. Su objetivo era cuidar el lugar para que los de Villa María no lo ocupen. UNO intentó tener su testimonio sobre la situación del lugar, a una semana del doble homicidio de una pareja por parte del narco de turno del barrio. “Otro día mejor, no dormí en toda la noche, estoy quemado”, había dicho y lo que decía se notaba en su rostro.
En aquellos días las calles de Humito eran todas de tierra y se notaba aún la marginación de los gobiernos de turno. La casa de Abelardo Sandoval, el condenado por asesinar a balazos a la madre de un "soldadito" suyo y a la pareja, había sido demolida por la furia de los vecinos. En esa esquina de calle Estado de Palestina y Cortada 42, luego la Municipalidad construyó el CIC o “Centro Humito”, que también tiene hoy el cartel de “Centro Experimental de Economía Social”.
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Las calles, con o sin nombre, hoy están casi todas asfaltadas. Algunos recovecos donde antes había algún espacio ya tienen ladrillos donde viven familias. Pero más allá de estas obras, al barrio le faltan oportunidades para las personas, para que todos puedan desarrollarse y no solo el narco de turno que cada tanto surge, se hace fuerte y crece a la vista de todos, afectando la salud y la paz del lugar.
Ariel Domínguez, así como era cuestionado y señalado por muchos en relación a situaciones poco claras, era un referente casi indiscutido del barrio. Había crecido como dirigente del peronismo local y su poder territorial fue creciendo, desde aquella mañana en la puerta del comedor donde tenía en claro su rumbo. Era el jefe de una cuadrilla cuando fue testigo presencial del asesinato de Carina Walter, en el barrio Paraná XVI, por el que condenaron a Uriel Ramos, en el marco de una fuerte interna municipal, en 2012.
Tras la llegada del actual intendente Adán Bahl a la Municipalidad alcanzó su cargo más alto, esta vez como funcionario. Era coordinador general de Saneamiento, es decir, el segundo del subsecretario de Servicios Públicos, Juan Lucas Feltes.
Mientras se investiga el trasfondo del crimen, donde no se descarta nada, algunos rostros en las veredas de Humito ayer por la tarde evidenciaban el estupor por el homicidio y el temor por lo que puede venir.