Pedro Domínguez es “el viejo del barrio Franzotti”. Todos lo conocen y él vio criarse a todos desde chicos. El sábado a las 18 lo chocó una moto en calle Ituzaingó, frente a la escuela La Delfina, por intentar esquivar un lomo de burro por el costado, y quedó internado en el hospital San Martín con riesgo de vida. Ahora su familia necesita de los vecinos que hayan visto la secuencia del accidente para que den testimonio en la Justicia. Afirman que muchos saben qué pasó, pero tienen miedo de declarar, ya que el motociclista tendría antecedentes policiales.
Piden testigos del choque que dejó a un hombre en agonía
“El accidente fue el sábado a eso de las seis de la tarde, mi papá vive a una cuadra de la escuela La Delfina, él venía de comprar carne, y había dos muchachos de más o menos 30 y algo, tomando en la plazoleta. Cuando a mi papá le faltaba un paso para terminar de cruzar la calle, por donde está la loma de burro, vino la moto fuerte y lo levantó, cayó de cabeza y está en coma. Estamos esperando, no nos dan muchas posibilidades de vida, está día a día peleándola”, contó a UNO Carina Domínguez, hija de Pedro.
Una vecina del hombre de 77 años que acudió al lugar del hecho, dijo: “La ambulancia habrá tardado 30 minutos en llegar. Me avisaron y enseguida fui a ver si era cierto que era él, y estaba agonizando. La Policía estaba con él, llegó la ambulancia, lo levantaron así nomás, sin fijarse qué tenía, lo subieron y lo llevaron”.
“Hay testigos, pero no se animan, no es fácil, dicen que los vieron que estaban tomando en la plazoleta, y que iban charlando en la moto y no lo vieron. Son dos muchachos grandes de 30 y pico de años, que choquen a un hombre de 77 años, flaquito, es como si lo llevara por delante un colectivo”, dijo Carina, y agregó: “La versión que ellos dan es ‘se me cruzó’, cuando no es así porque ya había cruzado, faltaba ese pedacito donde no le ponen goma al lomo de burro, y ahí lo llevaron de frente”. Por esto se cree que los motociclistas que iban en una Guerrero de 100 cc, intentaron evitar el reductor de velocidad cuando embistieron a Domínguez.
“La situación es que casi nadie se quiere meter -afirma el suegro de Pedro-, creo que los pibes tienen antecedentes y son del barrio Las Flores. Tienen miedo de hablar, es medio complicado salir de testigos en una causa así. Pero bueno, vos salís y todos te cuentan la misma historia, todos cuentan lo mismo, no es que uno te cambia la versión, no hay uno que te cambie la realidad, los únicos que la cambian son los que lo chocaron, que es obvio que se van a defender”.
En la Policía y en la Justicia no les dan información ni explicaciones claras y fehacientes sobre el trámite de la causa, y además están pendientes de cómo evoluciona la salud de Domínguez en el hospital. Mientras, hablan con los vecinos que pudieron haber presenciado el accidente, algunos dicen que cuando los necesiten van a estar para declarar. De todos modos, no se quieren quedar quietos, porque los tiempos judiciales pueden jugar en contra del esclarecimiento del hecho.
Resulta llamativo y hasta insólito que en la Policía les dijeron que hay que esperar si el hombre se muere para que se haga algo al respecto. “En la comisaría nos dijeron que tienen que esperar para ver si fallece o no, y ahí recién van a hacer una causa y pasa al Juzgado. Que todavía no pasó nada, le pusieron ‘lesiones graves’, y tienen que esperar”, contó el hombre, y Carina agregó: “Ahora ya pasó todo a Tribunales, nos dijeron que tenemos que esperar, que si pasa lo peor ahí hay que ver cómo sigue esto, mientras tanto no se puede hacer nada”.
La triste viveza de los conductores
Si hay un lomo de burro, significa que hay que frenar. Esto, así de sencillo, no parece ser bien entendido por muchos conductores en Paraná. En calle Ituzaingó, frente a la escuela La Delfina, hay dos lomos de burro que se colocaron para reducir la velocidad de los vehículos. Se extienden a lo largo de la calle, pero dejan un espacio de unos 40 centímetros, sobre el cordón cuneta. Ese margen es aprovechado por los motociclistas, que pasan por ahí para no tener que frenar. Ayer, en unos pocos minutos que UNO observó el tránsito sobre ese lugar, se pudo ver a numerosas motos que tomaron esa misma maniobra que habría adoptado el conductor de la Guerrero 110 que atropelló a Pedro Domínguez y lo dejó en coma en el hospital San Martín.
No es aquí únicamente donde sucede esto, sino en muchos lugares de la ciudad que tienen los reductores de velocidad de goma, que obligan a pasar muy despacio para prevenir siniestros viales. En calle Laprida, donde se colocaron los lomos de burro luego de que una moto embistió y mató a una niña, se salieron o sacaron parte de los plásticos, y el espacio es aprovechado por autos y motos para evitar frenar.