La segunda jornada del juicio por el homicidio del contador Gonzalo Calleja tuvo una gran parte de declaraciones de especialistas de la Policía sobre cuestiones complejas como las pericias a los celulares, el rastreo de las comunicaciones y el análisis del contenido de los teléfonos secuestrados, que se notaba que mareaba a los integrantes del jurado popular que debe decidir si Exequiel Morato y Francisco Giménez son o no culpables del crimen ocurrido el 14 de julio de 2021 en Paraná. No obstante, la audiencia de ayer fue rematada con un testimonio clave: un amigo del barrio de Morato contó que aquella noche Exequiel le pidió trasladar a Giménez hasta su vivienda.
Gonzalo Calleja, el juicio: testigo dijo que Giménez estaba en la casa de Morato la tarde del crimen
Foto UNO/Juan Ignacio Pereira
Foto UNO/Juan Ignacio Pereira
Puede parecer un dato menor o que no incrimina a Giménez en el caso, pero teniendo en cuenta que este joven asegura que no tuvo nada que ver con el hecho que se investiga, se trata de un testimonio que lo ubica en inmediaciones de la escena del crimen.
Matías Mosqueda vive en el barrio Ferroviario, a metros del 1° de Julio donde está la casa de Morato. Se trata de un joven cuya familia había denunciado en la Policía y la Fiscalía al entorno que lo llevaba por el camino de la droga, en un sector de la ciudad donde se ha demostrado el accionar de bandas narcos armadas. Pero no le dieron importancia.
Por la relación que tenía con Morato, este acusado del crimen de Calleja buscó a Mosqueda en la tarde noche del 14 de julio para pedirle un favor: que trasladara en su auto a Giménez hasta su vivienda, en el barrio Paraná I. Cumplió con el pedido, y lo dejó por calle O’Higgins. Así lo relató el joven al brindar su testimonio en el juicio, y consolidó una parte importante de la hipótesis de la Fiscalía y de la querella, que no cuentan con una prueba objetiva y contundente contra Giménez, pero sí estas circunstancias que, en principio, desmienten la versión de este imputado acerca de su ajenidad total con lo sucedido. Aunque por ahora es lo más importante y habrá que aguardar si surgen nuevos indicios que convenzan al jurado popular sobre la presunta participación de Giménez en el homicidio.
La teoría de los acusadores es que Morato citó a calle Pringles y Suipacha, detrás de la Escuela Hogar, a Calleja para comprarle dólares. Lo esperó en su auto Fiat Uno azul, junto a Giménez, quien estaba en el asiento trasero. Cuando el contador se subió, fue atacado y ahorcado por quien estaba atrás suyo. Luego descartaron su cuerpo en calle Selva de Montiel a 200 metros de Juan Báez.
Posteriormente Morato saldó su deuda con Matías Martínez, dueño de un desarmadero de calle Crisólogo Larralde, y con el resto compró dos kilos de cocaína. Sobre este punto, declaró ayer su amigo Cristian González, quien recordó que aquella noche Morato lo llamó para pedirle que le guardara una mochila con la droga, dos armas y unos dólares. Este joven accedió y dejó el bolso en la casa de sus suegros en Colonia Avellaneda. Si bien el testigo estuvo algo reticente sobre la relación de Morato y Giménez, también refirió que este último le guardaba droga cuando había allanamientos de la Policía en su barrio.
Además, Morato comenzó la misma tarde del homicidio con el plan de borrar todo: quiso deshacerse del auto esa misma tarde, pero lo logró al día siguiente por un amigo en la zona sur de la ciudad, así como descartó su celular.
Otro testigo que podría haber complicado a Giménez pero finalmente no lo hizo fue José Enrique Lichtenberg. Este hombre estaba estacionado afuera del desarmadero de Martínez la tarde en que llegó Morato en su auto. Aseguró que vio a este joven que era el que conducía y que había otra persona adentro del Fiat Uno, pero no pudo caracterizar ni identificar.
Análisis e informes
Los testimonios de los policías de la Dirección Inteligencia Criminal de la Policía fueron importantes pero, al parecer, complicados para el jurado popular. Iván Díaz Bernabé, Gabriel Ferro y Pablo Podestá hablaron de cuestiones técnicas sobre evidencias que resultaron claves para la investigación.
Díaz Bernabé habló del método para poder obtener la información del celular de Calleja, sin tenerlo. Se solicita a la empresa de telefonía un chip duplicado, con el cual se abre la aplicación WhatsApp y se restaura la copia de seguridad con la información de todos los chats. Así pudieron obtener las conversaciones mantenidas con Morato, tanto el día del crimen como de semanas anteriores. Por ejemplo, a inicios de julio negociaban la compra-venta de 4 o 5.000 dólares a 171 pesos. Y el imputado le envió una ubicación para encontrarse, cerca de su domicilio en calle Grossemy.
Asimismo, el policía se refirió al análisis de la información ex traída de la línea de celular de Giménez, que tenía el contenido de WhatsApp borrado pero sí pudieron observar el de la aplicación Telegram. El imputado tenía agendado a Morato como “PPPP”. Y se destacó un mensaje a un amigo suyo llamado Mirko, a quien le dijo en la noche del homicidio de Calleja: “Se me complicó negrito”.
Esta explicación se puso bastante técnica, mientras mostraban planillas con números de teléfonos en la pantalla gigante, ante los rostros algo desorientados de la mayoría de los integrantes del jurado popular.
Algo similar ocurrió con el testimonio de Ferro, quien se refirió al movimiento de la línea de celular de Morato según los impactos de la misma en las antenas de telefonía de Paraná cada vez que hacía una llamada o tenía tráfico de datos. En el mapa de la ciudad se podía observar el trayecto desde la Escuela Hogar hasta Montiel y Báez.
Por último, Podestá habló del análisis de imágenes de cámaras de seguridad de la ciudad donde se pudo registrar el trayecto del auto Fiat Uno de Morato desde su barrio hasta la zona donde dejaron el cuerpo de la víctima y finalmente hasta el desarmadero de calle Larralde.