Nicolás Santa Cruz, de 53 años, no aceptó la decisión libre de Claudia Valdez, de 32, de separarse luego de la violencia sufrida en la relación durante mucho tiempo. Incluso lo había denunciado, por lo que había recibido medidas de restricción. El 1° de agosto por la mañana la interceptó en un camino vecinal de San José de Feliciano y le disparó en la cabeza con un arma de fuego, adelante de su hija de 9 años y su bebé de 2 meses, que la mujer tenía en brazos. Cercado por las pruebas que demostraban su autoría en el intento de femicidio, decidió acordar con la Fiscalía una pena en un juicio abreviado. El viernes, el Tribunal de Juicio dictó la condena solicitada, de 12 años de prisión.
Estará preso hasta 2031 por balear en la cabeza a su expareja delante de sus hijos
El acuerdo al que arribaron el agente fiscal de Feliciano con el imputado, quien es defendido por el defensor oficial Sebastián Lescano, fue presentado al Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná, presidido por Alejandro Cánepa.
En el mismo, se planteó que las numerosas evidencias reunidas en la Investigación Penal Preparatoria permitían acreditar sin margen de dudas que el imputado fue el autor de las lesiones de arma de fuego que pusieron a la víctima al borde de la muerte por varios días. Si Claudia sobrevivió fue por causas ajenas a Santa Cruz, ya que el hombre buscó matarla con un balazo en la cabeza. Incluso, cuando cayó intentó rematarla pero los proyectiles no salieron en las sucesivas gatilladas.
Por esto, se solicitó que se imponga la pena de 12 años de prisión efectiva, por el delito de Homicidio agravado por el vínculo y por mediar un contexto de violencia de género, en grado de tentativa. En el eventual juicio, la Fiscalía podía llegar a solicitar 18 años de cárcel.
Aquella mañana, Claudia salía de su vivienda en la zona del ejido de Feliciano e iba caminando hacia la ciudad. A unos 200 metros de su casa, por un camino de tierra, la interceptó Santa Cruz, quien con un rifle le disparó en la cabeza. La mujer pudo levantarse con el bebé en brazos y regresó a su casa, donde sus familiares la asistieron y llamaron a la ambulancia. La Policía, cuando acudía al lugar, se cruzó con el agresor y lo detuvo.
“La estaba esperando en el camino rural, ella le dijo que no tenía nada más que hablar, le pone el rifle en la cabeza y mi hermana se lo manotea para arriba y se lo corre. La segunda vez se lo pone y le gatilla”, había contado un hermano de la víctima a UNO.
Una prueba fundamental en la causa fue el testimonio que brindó la niña de 9 años, quien presenció cómo su padre le disparó a su madre. La hija de ambos declaró en cámara Gesell ante una psicóloga y relató el episodio. También han declarado los policías que fueron al lugar del hecho y se cruzaron con Santa Cruz, a quien detuvieron con el rifle en sus manos.
Otro testigo fundamental para la acusación fue el de un vecino que vive cerca de donde ocurrió el hecho, a unos 50 metros, quien escuchó el disparo y los gritos y observó cómo la mujer se levantó para regresar a su casa.
En la sentencia se valoraron también las pruebas científicas incorporadas al legajo de investigación, como el dermotest al imputado que dio positivo (presencia de pólvora en las manos del acusado), y también el análisis de la sangre en sus prendas de vestir.
Santa Cruz está preso desde aquel 1° de agosto en la Unidad Penal N° 1 de Paraná. Allí quedó alojado con prisión preventiva, medida que fue prorrogada ante cada vencimiento, pero ahora ya cumple la pena que acordó tras su confesión