Durante los 33 días que Carlos Iván Caminos estuvo prófugo, tras ser declarado culpable del asesinato de Milton Luna, muchas personas lo “aguantaron” en distintos lugares de la ciudad de Paraná. Entre ellos, su pareja y un amigo, a quienes ahora condenaron por el delito de encubrimiento.
Condenaron a los que encubrieron a un homicida prófugo
Por José Amado
Se trata de Romina Betiana Racig, de 36 años, y Germán Ariel Ifran, de 50: la mujer fue quien garantizaba la logística de la evasión y ocultamiento de su novio, y engañaba a la Policía sobre su paradero, mientras que el hombre le facilitaba los lugares donde esconderse, principalmente en la Villa 351.
Racig es ama de casa e Ifran es empleado público (prestando tareas en el Ministerio de Salud de la provincia). El martes pasado fueron condenados a un año y tres meses de prisión condicional por el delito de encubrimiento agravado, tras un juicio abreviado en el cual ambos confesaron, dijeron estar arrepentidos y consintieron la pena a cumplir, que además incluye tareas comunitarias por un año.
Eran aproximadamente las 4 de la madrugada del 16 de diciembre de 2020, cuando los efectivos policiales de la División Robos y Hurtos tenían cercado a Caminos en el corazón de la Villa 351. Pero el prófugo no estaba solo y no se iba a entregar tan fácilmente. Se encontraba dentro de la vivienda de una mujer, ubicada por la cortada de tierra, cerca del santuario del Gauchito Gil. Lo ayudaron Racig y dos hombres más a evitar su detención. Pero sobre todo la novia de Caminos comenzó a insultar a los uniformados e incluso intentó agredirlos para impedir que entraran a la casa donde se encontraba guarecido el hombre más buscado de esos días.
Ese accionar, según la imputación fue “a sabiendas de que sobre Caminos pesaba un pedido de captura de fecha 19 de noviembre de 2020, como consecuencia de la condena impuesta por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, a la pena de 22 años y seis meses de prisión, el día 25 de noviembre de 2020, por el Sr. Vocal de Juicio y Apelaciones N° 2 de la ciudad de Paraná, Pablo Vírgala”.
De aquel modo, la mujer logró, aunque sea por unos minutos, evitar la caída de su pareja. Caminos pudo salir por el fondo de la vivienda y avanzó sobre las aguas del arroyo Antoñico. Salió nuevamente a la vía pública y se metió en la casa de otro hombre, Nicolás Sandoval, de la Villa 351, sobre calle El Paracao 110. Como lo venían investigando desde que se fugó, los policías sabían que ese era uno de los domicilios a donde podía haberse ido el fugitivo. Por eso irrumpieron en esa vivienda con la autorización correspondiente y encontraron a Caminos escondido debajo de una cama. Lo esposaron y desde ese día no recuperó más la libertad.
Aquel fue el episodio que centralmente le imputaron a Racig. Por su parte, a Ifran le endilgaron “haber colaborado permanentemente con Carlos Iván Caminos desde el día 19 de noviembre de 2020 hasta el momento de su detención en fecha 16 de diciembre de 2020, para que éste permaneciera prófugo”, a sabiendas de esta orden judicial por la condena por el asesinato, “y asumiendo en todo momento una actitud colaborativa ante su situación; manifestando estar a disposición de Caminos para lo que necesite, como por ejemplo: trasladar a su pareja -Romina Racig- a su encuentro, comercializar armas de fuego y/o proyectiles, trasladar dinero de un lugar a otro, mantenerlo informado respecto a la situación entre Racig y el funcionario policial que fingió interés personal en ella a fines de obtener información relevante para el hallazgo de Caminos”.
Durante ese mes en que Caminos estuvo prófugo, su rostro aparecía casi a diario en todos los medios de comunicación. Por eso buscó cambiar su fisonomía y cuando lo atraparon se notaba que había aumentado de peso y se había teñido el pelo. La detención causó un alivio importante entre las autoridades de la provincia, ya que el evadido de la Justicia fue el primer condenado en la historia de Entre Ríos por un jurado popular.
El 13 de noviembre, 12 ciudadanos habían declarado culpable a Caminos por el homicidio agravado de Milton Luna, el joven de 25 años que murió de un disparo en la cabeza en Paraná, el 25 de abril de 2020. Se temía no solo por la integridad de los testigos que habían declarado en su contra, sino también de los mismos integrantes del jurado popular. Pero el hombre no atacó a nadie, sino que se mantuvo oculto vinculado a personas dedicadas a la venta de drogas y a la distribución de armas en Paraná.
Su búsqueda incluyó escuchas telefónicas, principalmente a la línea de Racig, donde se pudieron advertir conversaciones que condujeron a los investigadores a la Vlla 351 y a los personajes que colaboraban con el ocultamiento de Caminos. En algunas quedó registrado el mismo prófugo que se burlaba de las noticias que leía a diario sobre su situación.
Dos meses sin rastros del joven que se evadió de la Unidad Penal
Alfredo Alexander Soto, un joven de 28 años que en la última década estuvo mucho más tiempo en el encierro que en libertad por delitos contra la propiedad, se fugó de la Unidad Penal N° 1 de Paraná en la medianoche del 7 de marzo de este año. Saltó un muro y corrió por los techos junto a su amigo Nicolás Exequiel Silva, de 23 años. Este fue capturado al día siguiente en la Villa 351, pero del primero aún no se conoce su paradero.
Soto cumplió dos meses en libertad y si bien se han desarrollado algunas tareas para localizarlo su paradero es un misterio.
Su caso es el de muchos adolescentes y jóvenes sin cntención social ni familiar alguna, que desde chico roba sumido en el consumo de drogas. Nació en la localidad de Ituzaingó, provincia de Corrientes, y se radicó en Concordia, en calle Isthilart y Cortada Güemes, del barrio 40 Viviendas.
Tiene varias causas penales y condenas desde hace ocho años por robos cometidos, en su mayoría, con armas de fuego. Incluso en el registro aparece una causa por homicidio de cuando era menor de edad. La última pena la recibió en 2019, de tres años y tres meses de prisión efectiva. El último hecho por el cual fue detenido, fue un asalto en una verdulería, donde pidió un kilo de naranjas y dos bananas, y al momento de pagar le apuntó con un arma a la comerciante y le sustrajo unos 2.000 pesos.