Instituto y Talleres cerraron la cuarta jornada del torneo en Córdoba con un empate electrizante que no dio respiro alguno. Fue 2 a 2 con goles de Damián Puebla, de penal, y Santiago Rodríguez para la Gloria. En la T festejaron Nahuel Bustos y Rubén Botta.
Instituto y la T empataron en un vibrante clásico cordobés
Instituto no pudo acompañar a River en la punta de la Zona A y quedó segundo con ocho unidades.
En el Mario Alberto Kempes hubo sabor a clásico. La Gloria y La T se vieron las caras en un duelo dinámico y entretenido. Ambos equipos hicieron los méritos para abrir el marcador, pero las buenas actuaciones de Manuel Roffo y Guido Herrera mantenían los gritos atragantados. Sin embargo, un claro agarrón de Matías Catalán a Damián Puebla motivó al VAR a que llamara a Hernán Mastrángelo, quien había ignorado la infracción. Tras varios minutos de revisión a través del monitor, el árbitro sancionó el penal que el volante del elenco local intercambió por gol: 1 a 0.
En el complemento el combinado liderado por Walter Ribonetto tuvo una actitud más agresiva. A tal punto de convertir al arquero local en figura. Las intervenciones de Ramón Sosa, Rubén Botta, Marcos Portillo y Federico Girotti llevaron el pleito a la zona defendida por el ex Boca, quien se lució con atajadas impresionantes. Pero la resistencia llegó hasta que Nahuel Bustos le rompió el arco y quebró un invicto de 528 minutos. La diferencia estuvo en la ambición de los estrategas, dado que el planteo mezquino de Diego Dabove no alcanzó para mantener la ventaja.
El envión anímico representó ese cambio de mentalidad que le sirvió a Talleres revertir la historia para silenciar a los fuegos artificiales que se habían encendido en las tribunas. La figura con pasado en Tigre dominó con el pecho en el borde del área y la colgó del ángulo para sellar el 2 a 1. Y unos instantes después generó un penal que le hubiera permitido a la visita liquidar el pleito, aunque la revisión del VAR por la presunta falta de Roberto Bochi anuló la sentencia del árbitro.
Aquella situación sirvió para que Instituto despertara. Una mala entrega de Juan Portilla le permitió a Silvio Romero abastecer con una asistencia milimétrica a Santiago Rodríguez y el delantero resolvió ante la salida de Herrera. Una gran maniobra que ocasionó la euforia en las tribunas. El tanto agónico permitió que se improvisaran canciones en las populares para burlar al rival de la zona. En la repartición de puntos, al que le quedó el sabor de la victoria fue a la Gloria.