Ahora se prepara para volver, por tercer año consecutivo a Nueva Zelanda, en donde trabaja, disfruta y practica deportes de tablas, para nombrar algunas de las actividades que realiza en sus tiempos libres.
Como viaja sola y teniendo en cuenta lo que le pasó a las mochileras mendocinas en Ecuador es de periodista preguntarle por su experiencia: “Nueva Zelanda es un país muy seguro pero creo que hay que cuidarse. El año pasado estuve en Samoa, una isla del pacifico y la gente también es buena pero hay que tener un poco mas de cuidado sobre todo cuando uno no conoce el país en donde está y los peligros que pueden avecinarse. Yo siempre trato de estar atenta a esas cosas”.
Ingrid tiene 28 años y antes de viajar estudiaba Psicología en Paraná, trabajaba de acompañante terapéutica y vivía en Santa Fe. Cada vez que podía patinaba en el skatepark de Candioti.
“Tampoco voy a quedarme encerrada por miedo a que me pase algo pero siempre hay que andar con los ojos bien abiertos”, dice volviendo rápido al tema la entrerriana que vive en la tierra conocida en el planeta, entre otras cosas, por la potencia de los All Blacks que se vuelven virales con sus hakas. “Son grandotes, son toscos pero para mi forma de ver son más fama que otra cosa”, y vuelve a reír a carcajadas, en el chat.
A ella de Nueva Zelanda la atrapan otras historias: “La seguridad, como aprendés a cuidar tu lugar a no ensuciar, el respeto, la honestidad, el saludo cordial de todos los días. El aprender a valorar aún más a las personas, los lugares. Dejar a un lado los prejuicios. Y me me sigue sorprendiendo lo bonito que es, lo verde y la diversidad de paisajes”. Su historia sorprende porque viajó sin hablar inglés, consiguió trabajo y continúa desarrollando una vida plena sin problemas y aprendiendo sobre la marcha.
También se animó a trabajar la tierra y cada vez tiene más verduras en su quinta. Es muy agradecida por tantas bendiciones. A la tierra, al sol, al agua, al viento. A todas las condiciones naturales de un país que, por fotos, se ve hermoso.
Ella sabe que quizás hay miles de chicas y chicos en los pueblos entrerrianos que sueñan todos los días con viajar por el mundo, le pregunto qué les diría y responde: ”Que se animen. Que es difícil salir de la zona de confort, que al principio cuesta como todo por estar lejos de tu familia, amigos, pais, pero que si está la pasión por viajar y conocer, a la larga se vuelve como adictivo. Que no hay nada mas lindo que poder irse para volver con otros aires, para contar tu perspectiva de otras partes de mundo, las experiencias que vas teniendo y cómo podes desenvolverte estando fuera de casa”.