Después de casi 50 días sin el servicio del transporte público de pasajeros en la ciudad de Paraná y la zona Metropolitana, los colectivos volvieron a las calles para alegría de los miles de usuarios que se vieron fuertemente perjudicados por la medida de fuerza.
Crisis del transporte: solución a medias
Por Miguel Zuttión
Los empleados de las empresas concesionarias llegaron a un acuerdo –en principio es hasta el 31 de diciembre de este año– y retornaron a sus puestos de trabajo para darle el marco ideal al regreso a la actividad y mantener así su fuente laboral.
Los empresarios, representantes sindicales y funcionarios encontraron, por estas horas, un poco de tranquilidad luego de tantas reuniones fallidas, sin soluciones concretas y con un puñado de propuestas rechazadas por los trabajadores.
Al fin volvieron a circularon las unidades de ERSA y Mariano Moreno, en todas sus líneas y recorridos. Es cierto que con frecuencias reducidas, pero regresaron al fin y es una buena noticia.
Después de largas negociaciones frustradas, un sistema colapsado y un Estado prácticamente ausente, hay que entender que esta situación no se puede volver a repetir en el tiempo.
Es imposible creer que una capital de provincia estuviera casi dos meses sin servicio y, lo más grave, sin respuestas para los trabajadores y los usuarios. Serán tiempos de replanteos serios y concretos, de aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir una empresa como de quienes conducen los destinos del municipio.
Quedó evidenciado que no hubo un plan ante la crisis. A decir verdad no se ampliaron las frecuencias del servicio Metropolitano de Trenes entre Paraná y Colonia Avellaneda. Tampoco se puso en marcha la línea que une la capital provincial con Oro Verde. En fin, hubo un abandono sistemático que se fue profundizando día a día.
Aquí no hay dudas de que el reclamo de los trabajadores que están bajo la órbita de Buses Paraná es justo y la medida adoptada también, pero nadie, por lo visto, se acordó de los usuarios y quedaron rehenes de una situación complicada, por no decir grave, en todo sentido.
La pandemia que redujo la circulación de personas colaboró para que el caos del transporte no pasara a mayores y el ciudadano de a pie, preocupado por la crisis sanitaria, no demostrara su malestar ante tanta lentitud para hallar una rápida solución. La situación hubiera sido otra sin la cuarentena: estudiantes, empleados y asiduos pasajeros, ante la suspensión del esencial servicio por un conflicto gremial, hubieran padecido un verdadero caos por verse obligados a cumplir con sus obligaciones con tantas complicaciones para trasladarse en Paraná y la zona.
Llama la atención la tardía respuesta de concejales que se acordaron tarde de pedir crear una Comisión Auditora del Servicio Público de Transporte Urbano. Ni hablar de algunos funcionarios que se desayunaron con la novedad de que existe una profunda crisis del sector y que fue noticia en más de una oportunidad durante la gestión anterior.
Los subsidios que no alcanzan, el precio del boleto, los salarios, la renovación de los coches, el combustible constituyen un combo explosivo para el transporte que desde hace tiempo no da para más.
En síntesis, es hora de buscar soluciones reales y no momentáneas. De cumplir y hacer cumplir las normas y convenios para tener un servicio moderno y eficiente que desde hace décadas no goza de buena salud y tampoco de buenas referencias.
Esta más que claro que la complejidad en el área del transporte es un problema de vieja data, que ha pasado por varias gestiones y ninguna ha podido dar respuestas genuinas. La administración del actual intendente Adán Bahl tiene una difícil misión y es evidente que deberá tomar medidas serias para que esta situación no se replique en el tiempo y así dar una clara señal a los empresarios y un mejor servicio a los usuarios.
Los colectivos ya están en la calle, con las medidas y el protocolo de rigor, ahora habrá que esperar que se cumpla lo acordado y que el servicio marche sobre ruedas.