Los maltratos a mujeres y hombres profesionales de la enfermería y la medicina muestran el lado enfermizo de una sociedad con miedo por la irrupción del coronavirus Covid 19. Si bien aislados, esos extremos son síntomas de una discusión que recorre las redes con todo un abanico de posiciones y dudas. Lo mismo ocurre con mensajes aquí y allá alertando los baches de la atención sanitaria, y sobre los riesgos de las personas que están a la vanguardia en esta lucha. Como contrapartida, los aplausos generalizados en todo el país a las 9 de la noche.
Los debates que el coronavirus desencadena en nuestra vecindad
Pasadas las primeras semanas de aislamiento social obligatorio para prevenirnos del coronavirus, distintos grupos conversan y discuten en internet acerca de la salud, por ahí con condimentos políticos que salpimientan el diálogo.
Hoy preocupan las muertes. Hay que decirlo, por si alguien piensa que, en esto de analizar los informes que tenemos a mano, estamos menospreciando la salud o el dolor de tantos: todo lo contrario.
También preocupan las probables causas de la primera transmisión del virus, como la falta de certezas sobre la naturaleza del virus. En materia de poderes,preocupan las propagandas de todos los gobiernos que desean salir bien parados, en el mundo como en el país; la manipulación de datos que en algunos casos resulta evidente y en otros, sospechada, y las campañas de un lado y otro que confunden a la sociedad.
OMS bajo sospecha
Hay dudas muy explícitas sobre la Organización Mundial de la Salud –OMS-, por la presencia allí de magnates (como Bill y Melinda Gates) cuya pretendida autoridad emana de su capital, y también críticas porque Estados Unidos deja de sostener con fondos esa organización para ocultar, supuestamente, su propia impericia en la prevención del virus.
Y se sigue discutiendo con énfasis la letalidad mayor o menor del virus. Así, unos acusarán a otros por sus delirios conspirativos; estos otros acusarán a los unos de cándidos, y entre ellos, toda una gama. También circulan ensayos como el de Leiser Madanes, titulado La peste, con una espeluznante síntesis histórica del comportamiento humano a través de los siglos durante las pandemias. Los ejemplos, para el escalofrío, dejan muy chiquita la crisis actual. Hay que decir que algunas crisis dejaron literatura memorable, como El Decameron de Boccaccio.
No faltan inquietudes por la parálisis económica que suma pobreza con sus consecuencias lógicas en la salud y la libertad. Y por ese empobrecimiento que podría servir de excusas para profundizar el sistema extractivista, depredador, contaminante, en un círculo vicioso que luego arrastre otros problemas de salud.
Hay lugares inexplorados aún, respecto del coronavirus y la cuarentena. Los efectos de la difusión de la pandemia sobre las personas en prisión, por caso, con el abuso de los sectores de poder que privilegian a amigos y provocan un quiebre en la delicada armonía entre rejas. También inquieta la presencia abusiva que toman grupos poderosísimos como mediadores. Y la actitud que puedan adoptar sectores gobernantes en el mundo, esos que generaron las condiciones de la pandemia y ahora se presentan como “salvadores”.
Mirada focalizada
Hay un sinnúmero de interrogantes acerca del rol del Estado, las respuestas que pueden analizarse como síntomas del funcionamiento de los estados nacional, provincial, municipal. Por supuesto, algunos que aparecen con el diario del día después.
Un punto de discusión se genera por no esclarecer previamente la distancia conque uno observa ciertos problemas. Ejemplo: si Fulano se quiebra una pierna en un accidente de tránsito, lo llevan al hospital y le colocan un yeso, diremos que el sistema Salud funcionó. Si Fulano se queja será por desagradecido. Ahora: funcionó porque hemos puesto el foco en esa sala de ese hospital. Si nos distanciamos un poquito, veremos que la ruta no estaba bien demarcada, que la educación vial y el control dejan que desear, y que se permitió el ingreso de un irresponsable que chocó a Fulano, porque conducía a una velocidad inadecuada.
Ya más distantes nos preguntaremos, entonces, ¿funcionó el sistema Salud con Fulano?
Para el modelo actual, cuando viajamos por la ruta estamos en el sistema Vialidad, y cuando entramos al hospital en el sistema Salud. Ese es un engaño naturalizado. Un engaño del sistema occidental moderno que quiere conocer y luego actuar en compartimentos estancos. La mirada integral brilla por su ausencia, y eso involucra a políticos, periodistas, universidades, colegios de profesionales; muy pocos quedan a salvo del vicio de la atomización o de la especialización extrema.
El sistema Salud hubiera funcionado si la ruta hubiese estado bien señalizada y no hubieran permitido el acceso del temerario en el espacio bajo responsabilidad del mismo Estado. Y hubiera funcionado si alrededor del hospital y en los bordes de la ruta no primara un mar de transgénicos con herbicidas e insecticidas que ponen en riesgo la vida de árboles, hierbas, insectos, aves, mamíferos, peces, anfibios; embriones incluso de seres humanos. Y si el desarraigo de tantos no fuera seguido de hacinamiento, para condenar a las familias a tantas enfermedades en sinergia.
Tercero incluido
Ahora bien: si en vistas del ejemplo de Fulano quebrado y enyesado alguien dice que el sistema Salud funciona, tendrá razón. Y si otro afirma que el sistema Salud no funciona, tendrá razón también. Entonces, si aclaramos bien el foco podremos aceptar que no hay mala fe ni hay error en los interlocutores. En algo se emparenta este dilema con la ley del tercero incluido, que las culturas de nuestro continente conocen mejor. Sí, no, puede ser, tal vez, depende, quién sabe, habría que ver…
El ámbito y la oportunidad de la conversación también generan diferencias. Y es que los sectores de poder pretenden establecer una agenda y es obvio que en el poder político la adecuación del relato a la realidad no es una prioridad, porque allí, más que el esclarecimiento, importa la “construcción de poder”.
Desde el periodismo, donde no dependemos de las necesidades del poder oficial u opositor ni de corporaciones o empresas, podemos decir que las informaciones sobre el coronavirus y las intervenciones de especialistas suelen estar teñidas de color político partidario y eso resta credibilidad, erosiona la confianza. Los mismos protagonistas no advierten la potencia arrolladora de la verdad, y que la sociedad no necesita ser adoctrinada a cada paso. Un ejemplo se da con la insistencia sobre el excelente desempeño argentino en comparación con Italia o Estados Unidos. Entre 250 países y autonomías del mundo, elegimos a los que están peor para compararnos.
Debemos reconocer que la Argentina presenta condiciones aceptables entre los 50 países más afectados por el coronavirus, y que hay otros 200 países y autonomías con menor cantidad de muertos. Cien no tienen muertos, o cuentan con un solo fallecido. Nigeria, con 200 millones de habitantes (cuatro argentinas) suma sólo 30 fallecidos. Ruanda cero, Yemen, Nepal cero.
Cuarentena o no tanto
Como sea: el choque de Italia, principalmente, con el virus resultó una luz roja para todos los demás países, incluida la Argentina, y sin dudas desató la ola de cuarentenas que muy probablemente haya salvado a miles y miles de seres humanos.
Ahora bien: si todos los países se comparan con España, Italia y Estados Unidos, un 90 % de gobiernos levantarán las banderas del éxito, porque todos están mejor, y eso no es coherente con la inquietud generalizada por la pandemia.
Si los políticos y especialistas reconocieran que hay países en peores situaciones y países con mejores perspectivas, serían más confiables, porque las comparaciones sesgadas llevan a sospechar que otros datos más complejos también serán usados de forma conveniente.
Los sectores de la derecha de España acusan al gobierno socialista porque su país tiene el más alto número de contagiados de toda Europa, y es segundo en cantidad de muertos. Los sectores de izquierda acusan a Jair Bolsonaro en Brasil por la cantidad de muertos.
Todo está en discusión; incluso se debate qué mata más, si los contagios o la cuarentena, en territorios con barrios tan vulnerables como los de Brasil. Boaventura de Sousa Santos analiza grupo a grupo los sectores marginales más afectados por la cuarentena, para proponer un equilibrio que no les provoque aún más dificultades, por caso. Y es cierto que hay sectores que no reciben impacto directo por la cuarentena y opinan concierta facilidad. También sufrieron críticas los gobiernos de Cuba y México, considerados de izquierda, y ni hablar del gobierno imperial de Estados Unidos, que duplica en cantidad de muertos al segundo, que es Italia. Es decir: según las simpatías, cada cual mostrará los tropiezos de su adversario y ocultará los propios.
Medidas interesadas
Si el éxito se midiera en contagios y muertes, diremos que en la Argentina hay dos provincias que no conocen siquiera la enfermedad, y otras que cuentan con menos de diez contagiados. ¿Pensaremos por eso que los gobiernos son mejores que los de la provincia y la ciudad de Buenos Aires, que suman la mayor cantidad de enfermos y fallecidos?
El panorama se hace más complejo cuando llegan informes de algunos especialistas que gritan la peligrosidad del virus, y otros que en cambio califican de exagerada la respuesta a la pandemia. Entre otras razones, estos sostienen que varios países contabilizan entre los muertos “por” coronavirus a aquellos muertos “con” coronavirus, que no es lo mismo.
También se ha puesto en duda la naturaleza del virus. Todos temas que se podrán investigar con mayor detenimiento más adelante, cuando vayamos superando el impacto que ha generado en la humanidad la cadena de muertes que está dejando la pandemia y la ebullición mediática.
Otro foco de atención para actuales y futuras polémicas es el modo de enfrentar la pandemia en la economía argentina. Hemos asistido, en estos días, a un profuso intercambio sobre todos estos temas en el centro de estudios Junta Abya yala por los Pueblos Libres, con la idea de buscar un esclarecimiento sin tomar partido, en base a variados informes e hipótesis distintas, a veces enfrentadas, que sería largo exponer en este espacio, pero muestran la atracción de este problema entre los estudiosos, mujeres y hombres de Entre Ríos, entre ellos profesores, catedráticos universitarios, escritores, periodistas, artistas, cooperativistas, activistas sociales, profesionales, etc.
Aland y Anguilla
Un dato adicional del coronavirus: mirando el estado de salud de los países del mundo advertimos que algunas fuentes muy serias daban un listado que se extendía por sobre los 195 estados más o menos conocidos en el orbe, aceptados por las Naciones Unidas. Nos detuvimos entonces en RTVE (Radiotelevisión Española) que en la lista de países empieza por Aland.
Aland es un archipiélago al sur oeste de Finlandia. Su estatus ha sido estudiado como un ejemplo para el futuro de las islas Malvinas. ¿Es un país o no lo es? En estos listados figura como tal. Y en verdad que tiene una autonomía extrema. En Aland solo pueden poseer la tierra aquellas personas que tengan ciudadanía regional, es decir: que habiten en Aland. Por ejemplo (no habrá muchos que quieran que este ejemplo cunda).
También figura como país Anguilla, un territorio británico de ultramar, en las Antillas menores. Fue parte de San Cristóbal y Nieves hasta hace medio siglo y logró esa suerte de “independencia” que mantiene a la reina británica como su propia reina, y es ella la que nombra a su gobernador. Es decir, le llaman país pero no elige siquiera a su gobernador.
Anguilla se sitúa 240 kilómetros al este de Puerto Rico. Y Puerto Rico, claro, otro país también en la lista pero es un Estado asociado a los Estados Unidos, es decir: una colonia.
Curiosidad, entonces: la lista de países sin muertos ni contagiados empieza por abecedario con Aland y Anguilla, que, podríamos decir, no son países. ¿Por qué así? No sabemos.