El 16 a Parque Mayor termina su trayecto, ya sin pasajeros, en Las Garzas y Villa Hernandarias. El Chauffeur maniobra y deja el coche de espaldas a las vías del tren. Un 8 y un 2 esperan a sus conductores, que hacen el descanso de turno, con sus motores encendidos. El monótono ronroneo se interrumpe con alternados resoplidos. El 'chssss' que sale de las entrañas de los buses suena a cansancio o impaciencia. Además de los tres colectiveros y cinco personas que aguardan a la sombra, no anda casi nadie a las cuatro de la tarde en este rincón al sureste de Paraná.
Parque Mayor, calmo enclave en la transformación del sureste
Por Ramiro García
Foto UNO/Juan Manuel Hernández
UNO / Juan Manuel Hernández
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Foto UNO/Juan Manuel Hernández
El 2 empieza a moverse, sale lento de la terminal y se aproxima a la parada. Dos mujeres, una niña y un joven cruzan la calle para subir. Una señora vestida para ir al centro viene al trote desde el otro lado de las vías. Cruza el mandapeatón, apura el paso y llega justo antes de la salida. Salta al coche con un último esfuerzo.
Las vías del tren separan el barrio Parque Mayor de Jorge Newbery Oeste, su vecino al sur, y del 170 Viviendas, al sudoeste. Garrigó marca el linde al oeste con San José Obrero, O’Higgins hace tope al norte con la vecinal Gazzano y detrás de Zanni, al este, está Parque del Lago. Casi todo el contorno de Parque Mayor es dibujado por avenidas que tuvieron un crecimiento importante en los últimos años.
Los ensanches y repavimentaciones de Zanni y Miguel David revitalizaron la zona, aumentaron la circulación y están “llenándose de comercios y negocios”, ilustran los vecinos. Garrigó y O’Higgins, más modestas, son las otras calles con intenso vaivén que circundan el barrio.
Pero al adentrarse en las callecitas de Parque Mayor se percibe la calma, la cadencia de la vida de barrio paranaense. “Viví casi toda mi vida acá y, si pudiera, volvería”, admite una ex vecina. Al borde del polideportivo espera a su hija, que prepara junto a otros 25 chicos y chicas una rutina para la “Estudiantina” de la escuela San Francisco de Borja.
Ensayan la coreografía que el Equipo Verde expondrá en el cierre de la semana de festejos, después de dos días de competencia deportiva. La ex vecina vive ahora con su familia cerca de la Base Aérea. Tampoco se fue tan lejos.
Anclado entre la expansión
En Parque Mayor hay una notable densidad de talleres mecánicos, casi uno por manzana, concorde a la tradición de avenida Zanni. Miguel sale del suyo con las manos engrasadas. Jubilado, sigue entreteniéndose con el oficio. “Vengo al taller para dar una mano, hacer gauchadas. Los vecinos vienen y te dicen ‘se me rompió esto’, ‘necesito esto’”, cuenta.
No recuerda exactamente cuántos años lleva en el barrio. Estima unos 30. “Nos hemos ido jubilando todos. En esta cuadra nomás somos unos siete u ocho”, repasa. Miguel valora las mejoras en las avenidas: “Es impresionante el cambio. Abren negocios, vienen los comerciantes, circula mucha gente”, reconoce. Pero observa: “Todavía falta asfalto en muchas calles”.
Según Héctor, el presidente de la vecinal, exactamente 21 cuadras esperan el asfaltado, por bacheo o por primera vez. Mientras, subsisten con broza o siguen en tierra. Este año se pavimentaron seis, con el programa Esfuerzo Compartido que pagan los vecinos y ejecuta la Municipalidad. Además, la vecinal hizo las instalaciones de servicios al jardín maternal del barrio, colaboró con el Municipio en la remodelación del “Poli” y desmalezó de yuyales los costados de las vías ferroviarias. “No se veía el tren”, ilustra Héctor.
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También hay algunas autogestiones. En calle Villa San Benito hicieron una “vaca” para comprar cámaras e instalarlas en la esquina de Las Garzas. Desde entonces, aseguran, se terminaron los robos, que eran períódicos.
Calles de pueblos
Así como otros barrios nombran sus calles con árboles y flores, escritores y poetas, o coroneles y brigadieres, Parque Mayor honra a los pueblos del departamento Paraná. Les dedicó casi todos sus pasajes: Villa Oro Verde, Villa San Benito, Sauce Montrull, Aldea María Luisa, Villa Tabossi, Villa Seguí, Villa Cerrito, Villa Hernandarias, Estación Sosa, Villa María Grande, Aldea Santa María, Ciudad de Viale, Ciudad de Hasenkamp y La Picada.
“Somos un barrio de clase media y trabajadora”, sintetiza Héctor. Hay casas bonitas y sencillas, bajas y medianas, pero no hay mansiones ni ranchos. Barrio adentro, hay comercios en domicilios, en una pieza, tras una ventana. Pollerías, despensas, rotiserías, peluquerías, alguna tienda de ropa para salir de apuro. Y tiene de todo cerca: saliendo a las avenidas están las grandes cadenas, los inmensos locales.
Si no eran “las afueras” de Paraná (como la Base Aérea, por ejemplo) Parque Mayor sí estaba bien lejos del centro. Después de la desmesurada expansión de la ciudad hacia el sur y el este (únicos puntos cardinales hacia los que puede crecer, debido al río), quedó envuelto en la urbanización. Pero Parque Mayor conserva su tranquilidad, sus ritmos, su parsimonia. Y lo siguen eligiendo. Hasta hace poco hubo loteos y llegaron familias jóvenes, gente nueva.
El 16 se pone en marcha. Remonta Las Garzas, traquetea por San Benito y gana ritmo en Garrigó, donde los negocios, los mandados, las caminatas, están en la plenitud de la media tarde. En cada esquina van subiendo pasajeras y pasajeros.
Un inesperado molino de viento se erige en Garrigó y O’Higgins, uno de los vértices del barrio. Su herrumbrada estructura y sus aspas –las que le quedan– sostienen una nostálgica resistencia a la urbanización. Son, para quien note su presencia, un símbolo sobreviviente de otra época. No tienen otro uso ni otro sentido. No hace falta.