Con el correr del tiempo, el cambio climático se siente con más vigor. Y mientras el invierno argentino se viene caracterizando por tener semanas en las que oscilan algunos días con fuertes heladas y otros con temperaturas máximas que se acercan a los 30°, en América del Norte, Europa, parte de África y Asia azota una inusitada ola de calor. En este marco, se estima que será el mes de julio más caluroso en más de 40 años en el mundo, ya que este mes se han batido récords de temperatura media anual, según la Organización Meteorológica Mundial.
Ola de calor en Europa: cómo la sobrellevan paranaenses allá
Por Vanesa Erbes
Foto Archivo/Ilustrativa
La NASA vaticinó incluso que podría ser “el mes más caluroso en más de 100.000 años”, con diversas consecuencias en la salud del ser humano y del ambiente.
En el viejo continente es verano y paranaenses que viven en alguna de las ciudades europeas cuentan qué medidas toman para poder seguir con sus rutinas, en medio de altas temperaturas, como las que hubo la semana pasada en España y que llevó a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) a emitir un alerta roja en comunidades donde se registraron máximas de hasta 44°.
Fernando López es de Paraná y se mudó a España en octubre de 2017. Luego de vivir en diferentes lugares, se asentó en Fuenlabrada, una localidad satélite a unos 20 minutos de Madrid, y contó a UNO: “La semana pasada hubo un alerta en España y recomendaban a la gente consumir mucha agua, a cuidarse más ante la ola de calor. Ahora hay un poco de brisa y algo de viento, y eso ayuda. Además, lo bueno es que en las ciudades que están alrededor de Madrid se siente menos el calor, es en el centro donde se sufre más”.
Fernando refirió que la mayoría de las tardes, al salir de su trabajo, busca mitigar la elevada sensación térmica refugiándose en una piscina. “Acá es muy fácil ir a una piscina y eso es una ventaja. Está lleno de piscinas y el ingreso cuesta 5 euros; y si comprás un abono de 10 pases te cuesta unos 2,80 euros. Es muy barato, es lo que cuestan dos cafés o una cerveza”, aseguró.
Asimismo, rememoró que el año pasado hubo zonas en las que el termómetro rozó los 50°, y afirmó: “Hubo días con 47° y 48° y quedó la frase de que ´hasta se podía hacer un huevo frito en la calle´. Y en realidad era literal, porque cualquier cosa que ponías en el asfalto se calentaba de manera impresionante. No se podía estar”.
También advirtió que otra situación que se ha dado en la zona es un fenómeno meteorológico con fuertes vientos calientes cargados de polvo de arena del desierto del Sahara, que se denomina calima. “Es un polvo suspendido en el aire, como una neblina flotando que viene de África y hace como una tapa arriba. Cuando pasa, pareciera que está nublado. Creo que eso hace que se concentre más el calor”, opinó.
No obstante, contó que allá no suele haber cortes de luz que agraven la situación, como ocurre a veces en algunas ciudades de la Argentina. Al respecto, manifestó: “Lo que pasa es que acá realmente no hay tanta necesidad de aire acondicionado como hay en Paraná. Claro que la gente lo usa, pero uno se pone un ventilador y puede dormir igual, no es imprescindible como pasa en Entre Ríos, con tanta humedad”.
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Otra medida que se toma en España en verano es modificar el horario, y también al arribar el invierno, para aprovechar la luz solar. Así, desde el 26 de marzo las 2 se convirtieron en las 3, por ejemplo. “Ahora hay cinco horas de diferencia con Argentina y cuando allá son las 13 acá son las 18; pero en octubre la diferencia pasa a ser de cuatro horas”, dijo.
También explicó: “Además, habitualmente en agosto se cierra todo, sería como en enero en Argentina. A la mayoría de la gente se le da vacaciones e incluso restaurantes y otros lugares cierran. Y mientras dura el verano, el horario laboral se reduce media hora, una carga horaria que se cubre de forma adelantada los otros nueve meses”.
“Otra cosa que he observado es que acá a pocos kilómetros de Madrid hay lugares muy lindos, con arroyos o ríos que son muy fríos, quizás porque son de deshielo, y la gente suele concurrir a refrescarse. La semana pasada fui a uno que se llama Burgohondo, a una hora de Madrid, para huir del calor”, expresó.
Elín Rodríguez, comunicadora social oriunda de Paraná, vive desde principios de 2020 en Torino, en la región de Piamonte, al norte de Italia, y comentó: “Hasta hace tres semanas veníamos muy frescos aquí, para ser verano; había unos 26° o 27°. Pero en estas últimas semanas empezó a sentirse una ola de calor, con pocas lluvias. Por ejemplo, empezó a haber tormentas de verano con piedras, pero duran sólo media hora. El viernes precisamente cayó una. Es lo único que nos refresca un poco, porque después vuelve a salir el sol y a hacer mucho valor. Estamos agobiados. Son como los calores de verano en Paraná”.
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A su vez, contó: “En Torino hay ríos, pero no se puede nadar. Y no tenemos mar. Estoy en plena ciudad y el calor obviamente es mayor, pero es algo que se viene sintiendo ya en años anteriores. De hecho, el verano pasado fue un poco más fuerte y se había secado el río Po, uno de los cuatro que tenemos en la ciudad, y uno de los más importantes también; entonces no había agua y se sumaron varias cosas. Durante este invierno nevó bastante y eso generó que haya un poco más de agua esta temporada, y entonces no estamos tan mal en ese sentido, porque eso hace también que el calor no sea tan extremo”.
Por último, observó: “En España se están quejando más del calor, pero no sé cómo estará ahora allá. Y en el sur de Italia, gente conocida me cuenta que sí es un infierno, que hace muchísimo calor, creo que es por la llegada del calor africano y están con temperaturas que realmente los tiran abajo. Y obviamente esto significa un peligro para los ancianos y niños; hay muchísimos ancianos allí, por lo que están muy complicados en este momento”.



















