Lo que comenzó siendo una llamativa estrategia comercial en España, llegó a la Argentina: una reconocida cadena con sucursales en todo el país lanzó su versión local del fenómeno que propone encontrar pareja cuando se va a hacer las compras. Una especie de “Tinder en el supermercado”, que ya causa sensación en los locales en los que se implementó.
Matchear en el supermercado: la tendencia que llegó al país y se espera con ansia en Paraná
Oferta: una cadena nacional propone una llamativa forma de encontrar el amor, o algo casual, entre góndolas de supermercado. La palabra de especialistas
Por Vanesa Erbes
La iniciativa surgió en el país del viejo continente en la firma Mercadona como “una idea para atraer clientes, y convoca a adolescentes, jóvenes y personas de más edad, quienes concurren a las tiendas para ´matchear´ en un horario estipulado”. En nuestro país, Changomas ya lo implementó en varias de sus sucursales. La consigna es ir de 19 a 20, y “colocar una lata de ananá al changuito para demostrar que están disponibles”. A esto se le suman otros condimentos, que se explica en el spot que el comercio difundió en sus redes, que comienza con el mensaje “Las apps de citas pasaron de moda”: “Si agregás alfajores, sos una persona dulce; vino, buscás algo serio; yerba, querés algo casual”.
En los carteles en las góndolas invitan a unirse al reto, y subrayan: “Encontrá mucho más que ofertas: encontrá el amor en el supermercado”. La invitación suma los hashtags “#SabemosDeOfertas” y “ #SabemosDeAmor ”.
¿Llegará a Paraná?
En Paraná aún no se incorporó esta práctica, pero estiman que lo harán en breve. Los ansiosos por encontrar el amor deberán tener paciencia, algo difícil en esta época en que la primavera se acerca y favorece la liberación de feromonas, oxitocina, dopamina y noradrenalina. Carlos Campos, gerente de la sucursal de Changomas de calle Blas Parera, contó a UNO: “Nosotros no lo estamos implementando todavía, pero seguro en algún momento nos van a decir que lo hagamos. Sé que la compañía ya lo trajo de España y en algunas tiendas de la Argentina ya lo están replicando. Se está haciendo por ejemplo en Buenos Aires, Corrientes, Salta, creo que en San Juan también lo hicieron. Santa Fe todavía no se sumó, pero está pensado”.
Esto comenzó la semana pasada, y se va evaluando su impacto. “En Salta, por ejemplo, tuvo una repercusión muy fuerte”, aseguró.
De 19 a 20: la hora del amor
Sobre la franja horaria elegida para propiciar los encuentros de almas gemelas o de vínculos ocasionales, explicó: “En el estudio que se hizo en España se determinó que muchas personas que van a realizar en ese horario lo hacen al salir de trabajar, o al terminar de estudiar, y la mayoría es gente soltera”.
La mirada de un especialista
Consultado por el tema, Sebastián Sigal, licenciado en Psicología, especialista en diferentes tratamientos, consultor y capacitador en Paraná, opinó: “Creo que como estrategia comercial está buena, y tal vez como divertimento, como juego. Si la sociedad de Paraná va a comprar el juego, no lo sé, pero pienso que hay que verlo más como eso. Puede ser que en este contexto haya quienes se conozcan, que se gusten, eso puede pasar; pero me parece que la gente va a ir a jugar al supermercado, a hacer el juego de la seducción”.
Sobre este punto, analizó: “A veces la gente juega mucho y por eso se nota que hay un bajo compromiso, que es algo de lo que se quejan más las mujeres, más allá de un modelo social. Mucha gente juega a estar con alguien, juega a seducir; juega a que se acerca, a que se aleja; que hoy sí, hoy no, que mañana tal vez”. Y agregó: “Se observa que en general hay un menor compromiso en los vínculos afectivos, y a quien busca más compromiso se le hace difícil. Pero además, la falta de compromiso es una tendencia que no solamente se da en la cuestión de pareja, sino en otros aspectos de la vida”.
Lugares de encuentro
No hay recetas mágicas para encontrar el amor, y es sabido que muchas parejas se conocieron en lugares insólitos o impensados. Y mucha gente acudió a lugares en el que se impulsaban encuentros: desde el recordado programa “Yo me quiero casar ¿y usted”, conducido por Roberto Galán; los grupos de Solos y Solas; y también hubo personas publicando avisos clasificados en un diario u otro medio manifestando su deseo de hallar compañía, enumerando algunos de sus atributos. Ahora las redes sociales son el terreno común para organizar una cita. Al respecto, Sigal reflexionó: “Hoy por hoy tenemos las redes y las aplicaciones y, como primera aproximación, uno observa que los medios presenciales en general ya se han dejado de usar. La gente tiene contacto a través de aplicaciones como Tinder, o de Instagram. Los primeros contactos suelen ser virtuales y ha cambiado hoy por hoy la manera en que la gente se conoce. Y no solamente pasa con las generaciones de los más jóvenes, sino que los más grandes también han copiado esto”.
En este marco, dijo a UNO: “Ya esto de ir al boliche a conocer a alguien como se hacía antes, no va más. Porque quedó estereotipado que el boliche es un lugar de diversión y que nada importante o interesante va a salir de ahí. En cambio, en una aplicación a veces está el beneficio de la duda”.
“Hace unos años uno escuchaba permanentemente que la gente no quería tener un primer contacto en una red o en una aplicación porque decía ´puede aparecer cualquiera´. Que es verdad, pero también puede pasar eso en otros ámbitos. Hay gente que puede engañar tanto en las redes como en el boliche, o en otro lado; que se camufla, gente que dice ser una cosa y es otra”, añadió, y concluyó: “Lo que puede cambiar es la estrategia de cuidado, que a lo mejor primero empezarás a hablar online, y después buscarás un lugar público para el encuentro presencial. Hay gente que por ahí no se cuida y tiene algunas maniobras peligrosas. Pero la realidad es que vas a un boliche y si no sos progresivo o progresiva, también estás en riesgo conociendo a alguien: ya se ha corrido esto de que el riesgo es online y lo físico es seguro”.
En síntesis, con los cuidados del caso, conocer a alguien y compartir un vínculo placentero no tiene precio, incluso si ocurre entre las góndolas de un supermercado.