Javier Milei y el resto. Así se ha configurado el nuevo mapa político, o mejor dicho electoral, luego de las elecciones primarias del 13 de agosto. Todos hablan del nuevo fenómeno que arrasó en las urnas, pero nadie repara en las cartas que el libertario podría jugar si se transforma en nuevo Presidente de la Nación. Tal vez sus votantes puedan a llegar a empatizar con esa construcción ideológica que propone romper con las estructuras tradicionales, siguiendo pautas como la eliminación de la política clásica y de un modelo estatal dirigido a garantizar derechos.
La motosierra de Javier Milei
Histriónico. Javier Milei supo capitalizar el voto de las capas más jóvenes y de sectores de bajos ingresos.
Hablaba de las cartas que tiene en el mazo Milei para combatir todos los males generados por la “casta política”, tanto que en su discurso carga contra esa pesada herencia asociada a la gestión pública con pilares en el asistencialismo y la inversión en educación en salud, educación y obra pública. En efecto, su plan para la nueva Argentina propicia un recorte de esas políticas, achicando la estructura del Estado y su rol como regular del mercado.
En ese marco, propone consignas como la dolarización, la eliminación del Banco Central, la libre portación de armas y la venta libre de órganos (dice que “es un mercado más”). En medio de una crisis de representatividad de las fuerzas políticas tradicionales, una buena parte del electorado se sintió interpelado por “la nueva doctrina” y mayor medida sintonizó con aquellos que expresan un hastío la con la realidad social y económica.
Esa potencia electoral también se expresó claramente en un segmento: los más jóvenes, muchos de ellos menores de 30, eligieron el modelo libertario.
Sería una buena práctica poder decodificar la composición de este voto, entender qué movilizó a tantos millones de argentinos a fidelizar con la figura de alguien que reniega de la política, pero que se vale de las mismas prácticas y chicanas para trata de sumar adhesiones.
Milei podría ser tranquilamente una construcción mediática que haya acertado con un mensaje que llega para romper con la polarización instalada del bipartidismo, o la representación del hartazgo en medio de una crisis institucional que está haciendo crujir a muchos sectores. Más allá de cualquier especulación el economista se aseguró un 30% de los votos que le aseguran un lugar en el balotaje, abriendo un nuevo panorama respecto del mapa político en Argentina y la región.
Milei y el resto. Los demás son aquellos que están preocupados –me incluyo– por el avance de la derecha, porque si se privatiza la educación pública o el acceso a la salud de modo universal se estarán perdiendo derechos básicos. Una buena síntesis de lo que esto podría significar fue planteada en una entrevista por el ministro de Salud de Buenos Aires, Nicolás Kreplak. Para el funcionario las propuestas de Milei y de Bullrich se asemejan bastante, con la diferencia que el libertario “es más frontal y directo para hacer ciertos planteos”.
En su abordaje del sistema público de Salud en Argentina explicó que se “trata de un sistema mixto, por un lado la que está a cargo de las obras sociales, que tiene una lógica de subsidio a la demanda. Es decir que uno tiene un carnet y concurre un sanatorio, y la institución de salud privada factura en función de su obra social o prepaga. Y más de un 40% de la población se atiende en el sector público, que tiene un subsidio a la oferta, que es decir como Estado le pagamos un sueldo a los trabajadores y abrimos el hospital. Lo que intentan hacer es dejar de subsidiar a la oferta, dejar de poner dinero en el sistema y que cada uno cuando quiera utilizar el servicio se rija por las leyes del mercado de la salud”.
Siguiendo este razonamiento, Kreplak plantea que sin dinero para financiar el funcionamiento del hospital, el camino inmediato es la quiebra. Y muchos otros centros sanitarios podrían seguir el mismo camino.
Es la punta de un iceberg de lo que podría suceder con muchos otros derechos conquistados en los últimos años, más allá de los graves errores que cometieron los últimos gobiernos y que estamos pagando los argentinos. Que no sea Milei y el resto depende de todos nosotros.