Este homenaje es para expresar a todo el mundo el verdadero mensaje de libertad que poseen los grandes realizadores que aman lo que hacen por el prójimo, y cuando la obra sigue vigente luego de la muerte sigue vivo en el corazón de muchos.
La historia de Héctor Romero, un precursor del sóftbol
Por César Montero
FAMILIA Y OBRA. Héctor Juan Romero nació en Nogoyá el 24 de marzo de 1928 llevando para toda su vida el apellido materno: Romero. Y también en su mochila llevó el peso de no haber tenido contacto paterno alguno.
A dicha experiencia de vida, logró canalizarla positivamente hasta llegar a transmitir a sus cachorros: a caminar, aprender y volar a la libertad.
Se recibió de profesor de Educación Física en la Universidad de El Salvador de Buenos Aires. Y su carrera profesional la desarrolló principalmente en la ENET N°1 Francisco Ramírez: La Industrial, donde todos los alumnos, absolutamente todos lo reconocen en sus corazones.
El sóftbol como deporte recreativo fue incluido en los programas de las secundarias y en la década de los 60 recibió a Héctor y sus alumnos para comenzar una verdadera revolución debido a los Campeonatos Intercolegiales promovidos por él y baluartes profesores de otros colegios como Godoy, Vera, Malmierca y Marzo.
El equipo de La Industrial se convirtió en invencible desde 1964 y por más de una década, ya sea por su organización, por los grupos de trabajo planeados por Héctor para conseguir fondos y comprar material indispensable para las prácticas, o por el poder que les daba a los jugadores confeccionarse sus propios bates en el taller de Carpintería.
Los jugadores de La Industrial empezaron a tener nombres y apellidos en una gesta deportiva totalmente abierta, libre y poderosa del amateurismo, simbolizando el mejor de los ejemplos que ha tenido la ciudad de Paraná.
Héctor Romero organizaba los torneos y las participaciones de los zonales Intercolegiales en Diamante, Victoria y Gualeguay, tramitando por correo las autorizaciones, el transporte, elegir las autoridades, jueces y profesores acompañantes.
En 1967 por la amistad y afinidad con el profesor Tevez del INEF, la ENET Nº 1 participó en el Torneo santafesino logrando el Subcampeonato entre ocho equipos y el nivel técnico alcanzado como el de Bahía Blanca, Capital Federal y La Pampa.
Héctor no deseaba premios personales. Está a la vista el deseo de demostrarse a sí mismo, revertir su historia privada durísima, para ser finalmente un padre y profesor leal.
Llegó 1973, en realidad fue el más glorioso a su memoria, porque junto a su Legión de jugadores y dirigentes jóvenes, todos de Él, y sin pretenderlo elevó a la ENET Nº 1, La Industrial, al título de Campeón Argentino Intercolegial en Paraná.
María Evangelina Pertus (conocida como Coca), su amada esposa, nació en Concepción del Uruguay el 12 de julio de 1932. Orgullosa, atesora en una carpeta, fotos, pergaminos y recortes de diario, de los cuales solamente algunos salen en esta edición. Ahí está resumida la vida de un grande, y quedará expuesta para la posteridad en otras ediciones ampliando este homenaje. Hay una serie de anécdotas pendientes también para publicar.
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Este material gráfico es espectacular, si bien faltarán protagonistas con sus nombres y fotos, se pueden visualizar los primeros jugadores –alumnos consagrados de La Industrial– dejándonos un mensaje claro de que el recuerdo es un libro abierto para incluirse y existen hoy las herramientas para acercarse. Héctor pudo realizarlo por Coca, puntal de su vida, su risa única y su capacidad.
Romero, cuando llegaba a su casa, no hablaba de su trabajo. Mariela del Carmen, su hija mayor nacida el 23 de octubre de 1962 y Héctor Guillermo el menor nacido el 7 de abril de 1969, completan su familia. Como todo padre deja de lado su trabajo para disfrutarla. A pesar de ello, desde 1973 comienzan a notar un cambio de actitud con las autoridades del sóftbol oficial y allegados de confianza. El vacío y aislamiento lo invaden y su salud se ve afectada como también su relación profesional.
En 1974, los dirigentes de la Asociación Paranaense de Sóftbol, sintiéndose iluminados y funcionales creyeron honrarlo al frente del Tribunal de Penas, desde donde percibe la proscripción injusta de algunos de sus jugadores preferidos. Nadie supo comprenderlo y rescatarlo de dicha encrucijada.
La risa espléndida y el espíritu de trabajo únicos en su estirpe se ven afectados desde el 3 de enero de 1978. Queda en silla de ruedas su obra y el hombre que se prometió seguir fines sublimes como ser el padre del sóftbol de Paraná y de sus amados alumnos.
El espíritu del profesor siempre inspiraba y hoy más que nunca debemos recordarlo porque amaba la libertad y dejaba progresar. Héctor Juan Romero murió el 28 de diciembre de 1997. Muchos se preguntarán porqué no estuvieron junto a él en su despedida. Lo importante es estar con su enseñanza y Viva la vida con su ejemplo.