El proyecto de ley que impulsa la diputada Blanca Osuna en el Congreso de la Nación se hace cargo de una situación evidente: la decadencia del Puerto Nuevo de Paraná. Nadie puede ignorar el estado de abandono de ese predio de 30.000 metros cuadrados que luce desgastado y abandonado, con chatarra náutica acumulada, muelles destartalados y galpones herrumbrados. Todo detrás de rejas que impiden el acceso de los vecinos y vecinas. Ahora bien, ante la posibilidad cierta de que se tomen decisiones sobre el destino del lugar, hay una serie de cuestiones que deben ser tenidas en cuenta.
Puerto Nuevo para la comunidad
Por Alfredo Hoffman
La iniciativa de Osuna contempla la transferencia a la Municipalidad de Paraná del dominio del terreno ubicado en calle Santiago de Liniers 395, denominado “Delegación Paraná Medio”, que pertenece al Estado nacional. Esto incluye los espacios donde se encuentran el edificio principal, numerosos galpones, casonas y el varadero. El texto dispone que las autoridades municipales tendrán la obligación de realizar “tareas de regeneración e integración urbana del predio en el Marco del Plan Maestro Integral del Área Costera de Paraná”, con las siguientes condiciones: garantizar la circulación y el libre acceso al espacio público y al río; respetar el patrimonio arquitectónico y cultural, y llevar adelante este proceso “en sinergia con la labor educativa de la Escuela Técnica N° 100”, donde sus estudiantes egresan del nivel secundario con un título de Técnico en Construcciones Navales. Si no se cumpliesen con estos requisitos en un plazo de diez años, el terreno volvería a manos de la Nación.
Durante la última reunión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, donde se abordó el proyecto, la diputada se comprometió a introducir modificaciones cuando se trate en sesión, las cuales estarían destinadas a contemplar los reclamos de los trabajadores de Vías Navegables, quienes se encuentran en estado de alerta por la incertidumbre que representa para ellos el futuro de sus fuentes y herramientas de trabajo si se avanza con el proyecto.
A su vez, el Ente Mixto de Turismo de la Ciudad de Paraná” (Empatur) propuso llevar adelante un “máster plan” que incluye un emprendimiento hotelero, gastronómico y cultural en los terrenos del Puerto Nuevo.
Tampoco faltan versiones sobre la posibilidad de que el lugar sea capturado para desarrollos inmobiliarios, sacando provecho de una ubicación privilegiada frente al río, al estilo del exclusivo Puerto Madero.
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La transferencia de este espacio a la ciudad representa una oportunidad, que si no se trata de modo adecuado, puede resultar contrario a los intereses de la mayoría de los y las paranaenses. En primer lugar, toda intervención debería hacerse preservando el patrimonio histórico, material e inmaterial, que allí existe, con la participación de especialistas en la materia que determinen qué y cuánto se puede modificar; qué hay que proteger y cómo hay que hacerlo. Además, en el edificio de la Dirección de Vías Navegables existe un acervo documental de gran valor, que da testimonio de la gran importancia que tuvo el puerto de Paraná para la navegación fluvial durante el siglo XX. Esto debería ser cuidado y vuelto accesible para el público.
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Al mismo tiempo, debe ser una prioridad preservar las fuentes de trabajo del personal de Vías Navegables y atender sus planteos. Inclusive, si bien ya no puede decirse que allí existe “un puerto” y nadie tiene interés en que lo vuelva a ser, sí es necesario que se contemplen ciertas actividades náuticas.
Otra de las premisas debería ser el acceso al río para toda la comunidad, lo cual no fue prioridad en otros proyectos que se llevaron adelante en la costa, enfocados al negocio inmobiliario.
Finalmente, la participación de la sociedad es clave, a través de mecanismos que aseguren que todas las voces sean escuchadas. En tanto se trata de un espacio tan característico de la ciudad, que forma parte de su historia y su cultura, nada que se decida debe ser a espaldas del pueblo y en beneficio de una minoría.