Confusión. Eso fue lo que generó el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en declaraciones periodísticas en las que afirmaba que el intendente de Concepción del Uruguay, José Lauritto, le había manifestado que una escuela nueva de esa ciudad debía "derrumbarse" porque estaba mal construida. Frente ante semejante denuncia el exministro de Educación provincial salió rápidamente a desmentir esos dichos y a la vez, envió un mensaje tranquilizador a la conducción sindical de Agmer Uruguay. Este acto de irresponsabilidad de Frigerio, hablando con total desconocimiento sobre la situación edilicia de una escuela entrerriana, tranquilamente podría ser el disparador para analizar las condiciones de otros establecimientos educativos. Es una de las principales inquietudes de los gremios, solamente por debajo del reclamo salarial. No es necesario rastrear mucho para encontrar un ejemplo que describa en todas sus aristas esta problemática. Por su progresivo deterioro y la falta de mantenimiento que ya no pueden disimular sus 100 años de vida, la escuela Rivadavia de Paraná viene dando señales de que su estructura puede colapsar en cualquier momento. Así quedó demostrado con el incendio que arrasó con el salón de música mientras alumnos y docentes daban clases en aulas contiguas. No fue una tragedia de pura casualidad.
Cuando se tergiversa la realidad
24 de noviembre 2016 · 06:40hs
Inaugurada el 26 de mayo de 1910, la institución ya no luce como aquel glorioso día en la que el presidente del Consejo de Educación, Manuel Antequeda, expresó su satisfacción por semejante acontecimiento: "Un edificio sólido, sobrio pero a la vez elegante, sano y alegre, como corresponde a los principios de igualdad democrática en que descansa nuestra Carta fundamental". Recorrer sus pasillos contrasta con aquella época dorada, con baños y cloacas con serias deficiencias, un salón de actos que deberá reacondicionarse por completo y un sistema eléctrico con más de 60 años de antigüedad que necesita de una urgente renovación.
Cuando la interpretación de la clase política sobre una realidad tan grave y delicada es tan desafortunada, merece al menos una reprobación por no comprender con lo que debe convivir diariamente la comunidad educativa.