En el Hogar de Cristo, que pertenece a la parroquia de Lourdes, situada en calle 25 de Junio y Bulevar Sarmiento, en Paraná, organizaron para mañana una cena navideña y compartir de este modo la mesa de Nochebuena con quienes a diario se acercan a este espacio, que surgió para brindar contención a personas afectadas por consumos problemáticos en un principio, pero que fue expandiendo su campo de acción para acompañar además a quienes atraviesan una situación adversa puedan superarla.
Hogar de Cristo: recibirán Navidad con una cena comunitaria
Por Vanesa Erbes
También, tal como lo han hecho años anteriores, esperan recibir a los fieles de la comunidad religiosa que no tienen con quién pasar las Fiestas, para que no estén solos en una fecha que suele despertar mayor sensibilidad y emociones encontradas. Será una forma de cerrar un año repleto de desafíos, en el que la institución tuvo un marcado crecimiento y supo dar respuestas a una demanda social que en otros lados es ignorada.
Los voluntarios de esta loable obra muchas veces eligen pasar de este modo esta fecha especial, y mientras la mayoría festeja en sus casas con sus familias, ellos comparten generosamente su tiempo con aquellos que más necesitan una compañía, una palabra de aliento, una mirada o una charla que reconforten, con gestos solidarios que reivindican el verdadero espíritu navideño. En años anteriores se reunieron unas 50 o 60 personas en esta convocatoria, intercambiando buenos deseos y rescatando los nobles sentimientos que dieron origen a esta festividad tan especial.
Mariano Martínez, uno de los coordinadores del Hogar, contó a UNO: “Todos los años 24 a la noche tenemos la celebración de la misa, se hace el pesebre, compartimos al cena y recibimos la Navidad. Empezamos a ver en la comunidad de Lourdes que había mucha gente que lo pasaba sola, comenzamos a invitarla y se sumaron. Son encuentros muy lindos”.
“Este año los chicos van a hacer un pesebre viviente. Anteriormente se habían sumado a otros, pero esta vez tienen ganas de organizarlo ellos, a ver que sale de eso”, comentó con alegría, en referencia a quienes concurren al Hogar de Cristo en busca de alguien que le tienda una mano para poder salir adelante.
Encomiable labor
Son alrededor de 150 las personas que asisten habitualmente al Hogar de Cristo cada semana. Con diferentes talleres de capacitación laboral la mayoría aprende un oficio, pero además en este espacio hay lugar para la escucha, con psicólogos o con voluntarios que coordinan los encuentros. Y este intercambio, que ayuda a construir lazos fraternos, surgen nuevas oportunidades para quienes en su vida antes no las tuvieron.
En este marco, Mariano Martínez hizo un balance de la actividad de este año que está llegando a su fin y reflexionó: “Fue un año atípico, pero lindo, porque se pudieron consolidar muchas cuestiones, como por ejemplo poder acompañar a los chicos de una manera diferente. Por ahí en este 2021 pudimos ponerle más fichas a algunas cosas, como gestionar internaciones para los casos en que se requería y en que los chicos precisaban realmente un acompañamiento más cercano. Cuando necesitábamos algunas internaciones, nos contactamos con instituciones como Juan XXIII, de Concordia; El Edén, de Concepción del Uruguay; y con algunos hogares de Buenos Aires también, porque nosotros todavía no tenemos hogares para este fin, pero con otros lugares empezamos a articular estas posibilidades”.
A su vez, contó con gran satisfacción: “También con el paso del tiempo se pudo armar un espacio de mujeres, que lo abrimos este año y nació de sus necesidades. Y ahora se pudo concretar el hecho de poder tener un lugar físico, que es exclusivo para ellas, para que hablen de sus cosas, para poder acompañarlas mejor también en esto que es maternar, para que puedan cuidarse y acompañarse entre ellas, a sostenerse mutuamente”, agregó.
Asimismo, manifestó: “Nuestro trabajo se ha ampliado y ha crecido mucho, a pasos firmes. La verdad es que ha sido un año de mucho crecimiento hacia adentro y también hacia afuera. Creo que ayuda mucho la forma en que brindamos los talleres también, la forma de trabajo. Con el Hogar de Cristo vamos a cumplir cuatro años en febrero; y en el medio abrimos el hogar de Diamante, que está funcionando a full hace dos años. En la diaria participan en las actividades entre 40 y 50 personas; en el espacio de mujeres son unas 15 o 20. Rota mucha gente y semanalmente son más de 150 personas las que pasan por acá”.
Acerca de los talleres, indicó que son varios, y que el de panadería, al que asisten más los varones, es uno de los que mejor funciona. “Las chicas se engancharon más con el taller de costura. Están haciendo todo lo que son bolsos, mochilas, cartucheras, alfombras, y empezaron a pensar en esto de la gestión menstrual y a trabajar las toallitas ecológicas y el kit para venderlo y trabajar, pero además para llevarlo al mismo barrio, a la villa, y enseñárselo a sus propias compañeras, para que aprendan cómo utilizarlo, venderlo y todos los beneficios que trae. Y nos quedó colgado el de talabartería, porque los chicos están consternados todavía, ya que se murió por Covid José, el profesor, y no quieren empezar aún; así que estamos viendo cuándo lo arrancamos de nuevo”, refirió.
Historia
Martínez recordó que el Hogar de Cristo se gestó en las visitas que hacían con la agrupación Un Cielo Nuevo a Villa María y Huesito, dos barrios carenciados de Paraná, adonde iban para acercarle un plato de comida a la gente que más lo necesitara. En esta instancia veían a chicos y jóvenes sin hacer nada, sin proyectos de vida, abandonados a su suerte, y los invitaron a compartir una tarde en la capilla.
Admirando la obra del Hogar de Cristo en otros lugares, impulsada por el padre Pepe Di Paola en las villas de Buenos Aires principalmente, y ayudados por voluntarios de Gualeguaychú que iniciaron antes esta experiencia, arrancaron en la capital entrerriana primero algunos días, en diciembre de 2017, hasta que decidieron que toda la semana debían estar presentes acompañando a los jóvenes con problemas de adicciones.
Enseguida recibieron apoyo de la Iglesia y hoy comparten la satisfacción de poder ofrecer un mejor provenir a muchos chicos. “Hay pibes que están bien, que se sienten en casa, en familia, que logran reconvertir sus vínculos, que aprenden a manejarse de una manera diferente. Porque antes realmente no habían tenido la experiencia de vivir así y por ahí darles esa posibilidad de sentirse parte de ese proceso en el que nos hicimos familia, es lo que nos queda. Ver que ellos lo van logrando y que van encaminando su vida es lo realmente importante y que nos hace sentir que la misión está cumplida”, concluyó.