Fabián padecía una polineuropatía tóxica metabólica severa, que causa una disfunción de una parte del sistema nervioso. Su cuerpo se intoxicó con químicos cuando a partir de 2005 empezó a trabajar para una empresa de fumigación aérea. Su tarea, según contó en numerosas oportunidades, era abrir los envases con sustancias –entre ellos glifosato– que dejaban al costado de la avioneta, volcarlo en un recipiente de 200 litros para mezclarlo con agua, y enviarlo a través de una manguera para que la aeronave rocíe los campos sembrados con soja.
Su enfermedad se transformó en un ejemplo de lucha contra los agrotóxicos y el uso del veneno para la producción de alimentos, fue el protagonista del libro Envenenados.
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