Tormenta Salvaje, suena a telenovela, pero es el nombre de una obra teatral escrita en clave de culebrón y con un interesante trasfondo científico. Como si esto fuera poco, el final queda a elección de los espectadores. Se trata de una interesante producción del grupo santafesino Eclíptica Teatral que se podrá ver en Paraná este sábado desde las 21, en el centro cultural Juan L. Ortiz (Racedo 250).
Una telenovela teatral donde el final queda a elección de los espectadores
La obra se podrá ver el sábado en el centro cultural Juan L. Ortiz. Una historia basada en episodios de la vida de un científico entrerriano
20 de junio 2018 · 23:20hs
Tormenta Salvaje es –en primer lugar– una historia de amor, una encrucijada en un juego de intereses donde la pasión, el anhelo, la ambición y el engaño se entrelazan en posibles caminos que los espectadores podrán elegir votando. La mayoría decidirá qué es lo que acontecerá ante los dilemas que presentan algunos personajes al habilitar cuatro posibles finales. La propuesta cuenta con música original realizada para la obra, diseño de vestuario y escenografías pertenecientes a la estética melodramática y un elenco conformado que da vida a personajes atravesados por las pasiones humanas.
El mecanismo de la obra es el siguiente: en un momento determinado se detiene la escena y se pregunta al público qué opción prefiere a la hora continuar con la trama, y los presentes votan con una paleta que se les otorga al comienzo de la función. En base al resultado de la elección, los actores deben retomar la obra y llegar a un final.
Los personajes son el ingeniero Baigorri, Aurelia Fuentes, su padre, y un matrimonio allegado, Elena y Fernando Gallo. Entre los cinco se da una serie de idas y vueltas propias de la telenovela.
La dramaturgia pertenece a Mauro Coronel y Luna Saavedra Andreotti, quien también dirige la obra: "Ellos escribieron un formato central y en base a eso fueron escribiendo algunas bifurcaciones, que a los actores nos plantea un reto súper interesante de tener presente que en cada función podemos tener un final diferente y estar alertas a lo que los espectadores decidan", señaló a Escenario la actriz paranaense Brenda Jerichau, quien forma parte del elenco.
Tormenta Salvaje está escrita en clave de un culebrón de la tarde. "Tiene clichés y elementos típicos del género; hay mucha emoción. Estuvimos mirando varias telenovelas para ir captando el código y poder llevarlo al teatro, porque no es lo mismo trabajar una historia en la tele que en las tablas. Hay novelas que tienen un final feliz, otras que dejan más sinsabores, la idea es que el espectador decida qué es lo que prefiere ver".
La obra se dirige a un público heterogéneo y masivo, para que cada uno se conecte a la historia desde su lugar. La actriz señaló que la obra no se aborda desde una visión humorística o paródica de la telenovela, sino desde el melodrama: "Es un género que prácticamente no trabaja el humor, aunque el público puede mirar la escena con otros ojos, desde una perspectiva no melodramática. Lo interesante es que el espectador pueda entrar en la historia y conectarse con las emociones que tanto abundan en las telenovelas; todos alguna vez hemos sentido amor, odio, tristeza".
La obra está basada en la biografía de Juan Pedro Baigorri Velar, el ingeniero argentino que proclamaba haber inventado un increíble aparato (ver recuadro). "Él fue un ingeniero que en la década del 50 inventó una máquina para hacer llover; visitó varias ciudades y pueblos de Santa Fe haciendo demostraciones; hay quienes dicen que la máquina no funcionaba y que las lluvias eran pura casualidad y otros que dicen que es real. Y desde los aportes teatrales a su historia, creamos una situación creíble, pero llevándola a un formato similar a la telenovela", concluyó Jerichau.
El elenco actoral se completa con Alejandro Fort Villa, Mauro Coronel, Salomé Espíndola y Miguel Busso. El diseño de vestuario es de Rocío Ortolá y la confección de Eugenia Scattini; el diseño visual y del espacio escénico está a cargo de Matías Bonfiglio; la mezcla y composición musical estuvieron a cargo de Cristian Yones; con letra y voz de Luz Gainza y Carlos Hutschenreuter como narrador. Franco Victorio realiza la asistencia técnica y Rosana Da Silva de dirección.
Un entrerriano y su increíble máquina de hacer llover
El ingeniero Juan Pedro Baigorri Velar, el inventor de la máquina "que hacía llover", fue una figura que marcó agenda en los medios del Buenos Aires de mediados del siglo XX, cuando asumió un rol protagónico frente a los desafíos que enfrentó para demostrar la valía de su invención en aquellas tierras dominadas por la sequía.
Nacido en Concepción del Uruguay en 1891, estaba lejos de ser un improvisado y su trabajo para distintas empresas petroleras le valió una estadía en Italia para perfeccionarse en Geofísica en la Universidad de Turín donde, a fines de la década de 1920, dio los primeros pasos hacia su invención. Después, el general Enrique Mosconi lo repatrió en 1929 de los Estados Unidos para sumarlo a la recientemente creada YPF; y Baigorri Velar le dio mayor impulso y perfección a su prodigio al que nueve años más tarde presentó en sociedad generando reconocimiento y curiosidad pero también críticas despiadadas y burlas lacerantes.
En realidad, el aparato en cuestión tenía como finalidad detectar las características electromagnéticas de los suelos pero comprobó que como una consecuencia inevitable del uso de ese equipo, íntegramente diseñado y construido por el ingeniero, generaba condiciones ideales para la lluvia. "En 1926, mientras trabajaba en Bolivia en la búsqueda de minerales utilizando un aparato de mi invención, noté algo curioso. Cuando conectaba el mecanismo y este se ponía en funcionamiento, se producían lluvias ligeras que me impedían trabajar. Me llamó la atención el fenómeno y consideré que esas pequeñas lluvias podrían ser originadas por la congestión electromagnética que la irradiación de mi máquina producía en la atmósfera", había señalado Baigorri Velar al diario Crítica.
Lo paradójico es que nadie supo jamás en esencia cómo podía aplicarse el proceso que provocaba la lluvia, ni siquiera conocer cuáles eran las características de la construcción de la máquina, revelaciones que Baigorri Velar se llevó a la tumba. Con su muerte también se perdió todo contacto con el aparato generador de lluvias.