Luego de una intensa gira por Capital Federal y el interior del país, Rubén Clavenzani se presentará mañana, a las 21, en el Teatro 3 de Febrero con su unipersonal Aquel tiempo de hoy. La obra, escrita y protagonizada por él, es un paseo por el tren de las comunicaciones, en donde el cine, el teatro, la radio y la televisión encienden las antenas de la imaginación. Y vuelve a presentarse en Paraná a tres años de su estreno.
Un ticket para pasear a través del tiempo
Mañana, Rubén Clavenzani volverá a presentar "Aquel tiempo de hoy", un unipersonal que invita a un paseo en el tren de las comunicaciones, encendiendo las antenas de la imaginación. La cita será en el Teatro 3 de Febrero
14 de julio 2016 · 08:49hs
Es que el teatro tiene la capacidad de sintetizar, es un arte presencial y vivo que no ha podido ser reemplazado pese a todos los adelantos tecnológicos. Ni siquiera la aparición del cine pudo poner en jaque a este arte tan orgánico.
Esto es lo primero que rescata Rubén Clavenzani en Aquel tiempo de hoy, condensando –además– más de 100 años de historia en una hora y media. "En el teatro todo es posible, es un arte muy curioso que arranca con el ser humano, porque nuestra especie nace ficcionando, una criatura llora y no sabemos por qué, hasta que consigue un juguete o algún objeto que deseaba, entonces automáticamente cesa su llanto. Y cuando grandes, nos pasa lo mismo, a veces nos vemos en la obligación de ficcionar por cuestiones de cortesía y civilidad. La mímesis es la forma en que el ser humano aprende. En esta obra se incorporaron varias cuestiones tecnológicas que se han ido sucediendo en el tiempo, pero la revalorización real es la de la actuación", señaló Clavenzani a Escenario.
Para él, lo medular no es el qué, sino el cómo. Una obra de Shakespeare no es garantía si no hay alguien que sepa expresar las dimensiones que el texto no posee a nivel literario.
Sobre la trama, señaló: "Estos últimos cien años de historia son una gran parte de la historia, pero nos remontamos a bastante antes, a la aparición de la imprenta, para revalorizar a esos grandes inventores que no se quedaron en la premisa de que ya todo está inventado, sino que apostaron a que todo es posible con la capacidad de trabajo, estudio y perseverancia, valores que se van perdiendo en función del consumo y la cosa fácil. Si algo está inventado, quizás hay una veta que no estaba explorada".
Por eso, Aquel tiempo de hoy rescata a Leonardo Da Vinci, Guglielmo Marconi, Enrique Telémaco Susini, grandes creadores, inquietos de espíritu, quienes fueron víctimas de burlas y censurados por su genialidad.
El actor los invita a un viaje relámpago desde algún pasado hacia el futuro para abrazar recuerdos e imaginar destinos: "Puse como metáfora de esta obra al tren, porque la vida pasa como un tren y porque es un vehículo que siempre me conmovió. Hoy no cambio ningún vehículo por el tren, porque es un medio de transporte en el que uno aprende por la visión privilegiada que te da, además de que podés transitar entre los vagones. Y aquí es una buena excusa para viajar desde el Imperio Romano, atravesar el Nilo, de ahí pasar a la Península Ibérica a la época en que los castellanos y los lusitanos dominaban gran parte del mundo, luego visitar los grandes imperios de la América precolombina. Todo ese contraste está puesto en la obra teatralmente, con un lenguaje que es producto de una fusión ecléctica".
Para Clavenzani, conocer la historia siempre fue una necesidad, empezando desde lo micro, "mirándose el ombligo", y de allí extendiéndose a lo macro, desde sus raíces genealógicas hacia las civilizaciones ancestrales. Cuestiones ligadas a la necesidad de ser, contradicciones sólo notadas a través de las lentes del arte: "Creo que hay que aprender de la historia, y no me quedo con esa frase que reza que todo tiempo pasado fue mejor, prefiero a nuestro poeta eterno, Luis Alberto Spinetta, que afirma que mañana es mejor".
Es así que, partiendo de la herramienta del cuerpo, el actor interpreta a 50 personajes que hablan sobre las influencias de las comunicaciones vivas, presenciales y virtuales, un recorrido por los 100 años de la imaginación. Este unipersonal cuenta, además, con la utilería y escenoplástica de Alfredo Godoy Wilson; música original de Gustavo Caprile, vestuario de Osvaldo Petinari, asistencia de Juan José Vitale y Ana María Luna y diseños de Roque Valenti.